"De momento estamos pegados a la radio por si hay noticias". Jon Soto, patrón del Elai Alai, no quería pronunciarse sobre la inminente liberación del Alakrana hasta escuchar la confirmación por boca del propio presidente del Gobierno español. Eran las doce de la mañana de ayer –tres horas más en el Índico– cuando recibió la llamada telefónica de este periódico, y aunque la agencia Reuters avanzaba el final del secuestro, ni Josu ni Jesús Praiz, capitán del Albacora Cuatro, se fiaban de las informaciones llegadas desde España. Así que cuando José Luis Rodríguez Zapatero despejó la incógnita desde Moncloa, estalló la euforia, contenida eso sí, entre las tripulaciones. "Ahora todos somos el Alakrana; todos nos sentimos liberados", proclamaban por el canal abierto de comunicaciones.

Quienes también quisieron transmitir la ansiada noticia fueron las familias y los responsables de las armadores de los buques. "Los nuestros saben que también lo estábamos pasando mal. No como ellos [por los del Alakrana], claro, pero también sufrimos lo nuestro", comentaba Jon Soto. En su barco, el Elai Alai –con seis gallegos a bordo– el día de ayer no fue uno más: "Las caras no son las mismas. Quieras o no, toda esta historia te aumenta el estrés y como todos nos conocemos, pues lo vives igualmente", añadía.

No habían preparado nada especial para celebrar el final del secuestro. Todos los barcos, los que navegan ya rumbo al caladero, y los que están a punto de zarpar desde Port Victoria (islas Seychelles), llevaban 47 días pendientes de sus compañeros, deseando su liberación, "que acabase ese infierno". Y cuando se produjo les cogió a todos por sorpresa. "En el mar poco puedes celebrar, pero algo se nos ocurrirá", decía Soto. Al final aprovecharon la cena para expresar, alzando las copas, el deseo de que "nadie vuelva a vivir ese calvario".

A bordo del Playa de Aritzatxu, en plena navegación hacia esas peligrosas aguas, al igual que el Txori Toxi, la cena de ayer también fue especial. Al menos sirvió para liberar la angustia acumulada durante tantos días pendientes del cautiverio padecido por unos tripulantes como ellos, "gente trabajadora, que venimos aquí a ganarnos la vida". "Nos alegramos mucho por ellos y por sus familias. Ya sufrieron bastante", confesaban desde el puente del Txori Toxi. Estos barcos, como el Elai Alai, ya llevan a agentes armados, pero parece que no es suficiente para mitigar su preocupación, "porque el problema continúa". No quieren ni pensar en un nuevo secuestro. "Y ahora, ¡a por los atunes!", insistían con forzada motivación antes de echarse a dormir.