De todos los consejos que recibió de Carmela Arias en el camino que le ha conducido a la presidencia del mayor banco de Galicia, José María Arias Mosquera destacaba ayer una de sentido común, de esas que, por simples que son, conviene recordar. “Hay que creer en lo que se hace y hacerlo bien”, solía escuchar el sobrino a la tía. La muerte de la condesa de Fenosa ha concitado un consenso global en torno a una figura de quien todos valoran que creyó en lo que hizo, y que lo que hizo bien hecho estuvo.

Poco dada a la vida pública, y menos al hablar por hablar que asfixia la política y la economía contemporáneas, a Carmela Arias y Díaz de Rábago no le quedó más remedio que manifestarse cuando el protocolo lo mandaba, en las juntas de accionistas de Banco Pastor, en los actos de la Fundación Pedro Barrié de la Maza, al recibir los numerosos reconocimientos que, cosa extraña y casi inédita, se le concedieron en vida. Cada declaración, dicen quienes la trataron, resumía su compromiso con Galicia, con la formación de los jóvenes, y con su empeño personal y vital por dar la mejor continuidad posible a la fundación que le legó su marido.

- Principios éticos en la banca. “Nuestra cultura empresarial no puede conformarse con una ética de simple compromiso, ni es suficiente, en la mayor parte de los casos, el frío cumplimiento de la legalidad. Es necesario, por el contrario, recuperar los principios éticos como un motor de los comportamientos empresariales. Estos principios éticos juegan un papel fundamental en las relaciones entre la empresa y la sociedad, y no pueden ser sustituidos, por mucho que se intente, ni por la legalidad, ni por las presiones sociales”, declaró la condesa de Fenosa ante los accionistas de Banco Pastor en 1994, cuando todavía presidía la entidad financiera.

- El consejo al futuro del país y la confianza en el futuro del país. “No es suficiente para envejecer haber vivido un número de años —dijo a un grupo de estudiantes en 2002—. En realidad, se envejece cuando se renuncia a los propios ideales”. “Los becarios son la mejor prueba de nuestro compromiso [de la fundación] con el futuro”.

- El legado de su esposo. “La Fundación [Pedro Barrié de la Maza], que nació con ímpetu, llena de ganas de servir a la sociedad en ámbitos muy diversos, ha trabajado sin perder de vista el interés por el desarrollo de Galicia que inspiró a su creador, Pedro Barrié de la Maza”. “Mi única virtud, si así se le puede llamar, es saber escoger en cada momento a la persona o personas indicadas, escuchando sus consejos y siempre aceptándolos pensando en lo que en cada momento sería la actuación de mi marido”, señalaba en Abc en 1990. Catorce años antes, en 1976, la condesa de Fenosa, ante la pregunta de si los gallegos comprendían enteramente la obra de su marido, declara al mismo diario: “En términos generales creo que sí. Sobre todo entre la juventud y las clases populares, que, comentando los problemas de Galicia, suelen decir: ‘Si hubiésemos tenido otros Barrié, no estaríamos así”. “La gran lección que nos dio [Pedro Barrié] —continuaba— y la que trató de inculcarme a mí fue el amor a su tierra, el amor a sus paisanos, y por ese amor luchó y trabajó hasta el final. Por todo eso sigue luchando y trabajando, porque su obra está viva”.

- El compromiso con Galicia. “Mi marido sabía perfectamente que el bienestar y el progreso de cualquier sociedad son consecuencia directa del impulso que se dé a la educación y a la investigación. Sabía bien que los cambios profundos son lentos, pero irreversibles”, declaró en su acto de ingreso en la Real Academia Galega de Ciencias, cuando reafirmó sus convicciones religiosas al desear que la ciencia pueda “construir un humanismo vigoroso, fundado científicamente y enraizado en el Creador”.

- La labor de su fundación. “Las fundaciones son la punta de lanza que abre caminos, al dar respuesta rápida a las nuevas propuestas y necesidades de una sociedad tan cambiante. El aumento de su número y actividad estos últimos años en España revela la creciente participación de la sociedad civil en tareas antes reservadas al Estado”, señaló al ingresar como miembro de honor en la Academia Gallega de Bellas Artes. En ese acto, destacó que su institución “ha apostado por la cultura con mayúsculas, sin concesiones a lo novedoso y fácil”. “Hemos querido también sembrar para el futuro —remarcó—, promocionando a los jóvenes, tanto en las artes plásticas como en la música con el apoyo a proyectos, conciertos y becas”. Su incorporación a esa academia la interpretó como un reconocimiento “a la obra de la Fundación Pedro Barrié, fiel cumplidora de la idea que guiaba” a su marido “cuando la creó, contribuir a elevar el nivel económico y cultural de la sociedad, muy especialmente en Galicia”.

- Su compromiso hasta el fin. Al recibir la Gran Cruz de Isabel la Católica, una de las mayores distinciones del Estado, en el año 2003, una distinción otorgada a su marido en 1946, Carmela Arias y Díaz de Rábago resumió el leitmotiv que guió sus 89 años de vida: “Seguiré siempre trabajando por Galicia”.