Rusia guarda un grato recuerdo de Vigo, y viceversa. La reunión mantenida esta semana por el presidente de la Agencia Federal Rusa de Pesca y cinco astilleros vigueses para estudiar la posibilidad de diseñar y construir en la ría las primeras unidades de una serie de 500 arrastreros que Rusia pretende tener navegando en 2020 ha rescatado de la memoria el que en su día fue calificado como el mayor contrato de fabricación de pesqueros de Occidente.

Factorías Vulcano y Naval Gijón consiguieron hacerse a comienzos de 1989 –a través de un broker inglés– con el pedido para construir quince arrastreros-factoría de 105 metros de eslora valorados en 70.000 millones de pesetas (casi 421 millones de euros) por encargo del entonces Ministerio de Pesquerías Soviético. Vulcano fabricó ocho (por unos 34.000 millones de las antiguas pesetas, 340 millones de euros), y Naval Gijón, los siete restantes.

El desmembramiento de la URSS en 1991 no frenó la actividad en los astilleros, pese a las difíciles circunstancias políticas y económicas que atravesaba el país armador. El nuevo Ministerio Ruso de Pesca se hizo cargo de las unidades contratadas, y la empresa Bergen Industries and Fishing Corp, con sede en Liberia, figuró como titular.

"Este contrato revolucionó la construcción naval en Vigo, porque los buques incorporaban tecnología punta y eran verdaderas fábricas flotantes", recuerda José Luis Méndez, director gerente de Vulcano. Los quince arrastreros construidos en la ciudad olívica y en Gijón, uno de los cuales se bautizó con el nombre de Vigo, fueron diseñados por la firma noruega de ingenieros navales Fiskertrand & Eldoy.

Según Méndez, estos barcos representaban un considerable avance sobre los anteriores proyectos construidos en la ría viguesa, no sólo por su mayor tamaño (105 metros de eslora, más que un campo de fútbol), sino por su capacidad operativa. "Me acuerdo perfectamente de estos buques, tenían fábricas de conservas, de harinas y de aceite de pescado, y una bodega para carga congelada de 4.000 metros cúbicos", relata el director de Vulcano.

También fueron los primeros barcos construidos en Vigo con camarotes individuales para la tripulación y con instalaciones deportivas a bordo, para que los marineros pudiesen mantener su forma física tras varios meses de navegación continuada.

El contrato de estos ocho arrastreros supuso sobre la tabla de salvación para el astillero vigués, que por aquel entonces pasaba por dificultades económicas y estaba en proceso de regulación de empleo.

Las embarcaciones fueron diseñadas con el objetivo de que pudiesen faenar en cualquier caladero del globo, incluidas las zonas árticas, para lo que se reforzó su casco, clasificado para navegar y pescar entre hielos. En su interior, los buques podían procesar y conservar todo tipo de capturas. "Los barcos podían pasar muchos meses en alta mar. Para hacerse una idea, la bodega de harina de pescado tenía 1.500 metros cuadrados", explica José Luis Méndez.

Según el director gerente del astillero vigués, la delegación rusa que se reunió con Vulcano, Freire, Armón, Metalships y Polyships guardaba un "buen recuerdo" de aquellos primeros "superarrastreros", algunos de los cuales todavía siguen navegando.

"Ellos quieren barcos parecidos, con el mismo casco, pero adaptados a la pesca de ahora", explica. Tras la toma de contacto del pasado jueves, directivos de los cinco astilleros viajarán a Moscú en octubre con el objetivo de cerrar ya algún contrato.