Esta reunión, que se celebra en la localidad italiana de Cison Valmarino, en la provincia de Treviso (noreste), reúne a representantes de las siete mayores economías mundiales más Rusia, las potencias emergentes del G-5 y países invitados como Argentina, Australia y Egipto.

"Son tres días que pasarán a la historia. De esta reunión saldrá un manifiesto para redefinir la agricultura del nuevo siglo", dijo durante la rueda de prensa de inauguración de la cumbre Luca Zaia, ministro de Agricultura de Italia, país anfitrión en calidad de presidente de turno del G-8.

La reunión, que se prolongará hasta el próximo lunes, tiene lugar después de que en julio pasado, en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G-8 en la ciudad japonesa de Toyako, se llegara al compromiso de celebrar un encuentro internacional sobre seguridad alimentaria.

Desde entonces, las condiciones de los mercados agrícolas mundiales han cambiado notablemente con la recesión económica convertida en realidad y con la disminución del coste de los carburantes, pero el "grave problema estructural" sigue estando ahí, aseguran los organizadores de la cumbre en su página web.

"Será tarea de la Presidencia italiana encontrar una síntesis de todas las instancias representadas. Ya he tenido la posibilidad en los días precedentes de verme con mis colegas y creo que hay una voluntad de encontrar una estrategia compartida para salir de la crisis y garantizar la seguridad alimentaria", dijo Zaia.

"Cuando hablamos de seguridad alimentaria no nos referimos sólo a garantizar la provisión de alimentos a todas las poblaciones, sino también a trabajar para que el alimento que nos comprometemos a garantizar a todos sea sano y de calidad", añadió.

Los países que acuden a esta reunión temen que, una vez superada la actual crisis económica, el aumento de los precios de las materias primas alimentarias sea aún más pronunciado que antes, lo que creará graves problemas en los Estados con rentas medio-bajas y con altos niveles inflacionistas.

En este sentido, el G-8 de Agricultura pretende establecer una estrategia común para afrontar las próximas subidas de los precios de las materias primas agrícolas y limitar el impacto de futuras emergencias alimentarias mundiales.

"Hacen falta proyectos a corto y largo plazo para luchar contra la emergencia del hambre", dijo hoy la ministra alemana de Agricultura, Ilse Aigner, durante uno de los encuentros con la prensa previstos para estos días.

Y es que casi mil millones de personas sufren de hambre en todo el mundo y, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se producen tres millones de muertes de niños nacidos con un peso menor del aconsejable.

El problema del agua también es uno de los principales temas de este G-8, asunto del que está previsto que hable mañana el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf, representante de una de las instancias internacionales invitadas a la cita.

En líneas generales, los participantes en la cumbre proponen un aumento de la productividad de los países en desarrollo, un refuerzo de las áreas rurales y una gestión coordinada de la producción internacional para hacer frente al aumento de precios y a la especulación con las materias primas alimentarias.

Pero en este G-8 de Agricultura también se mira hacia el sector económico-productivo internacional, con una apuesta por la protección de la identidad de los productos de todas las regiones del planeta.

El ministro italiano, quien explicó que el reciente terremoto de Los Abruzos ha ocasionado unas pérdidas de más de 100 millones de euros para la agricultura de esta región, precisó que de esta cumbre no saldrá el compromiso de establecer ayudas económicas para el sector ante la crisis.