El presidente de EE UU, Barack Obama, lanzó ayer un mensaje de cauto optimismo, que combinó con una buena dosis de realismo, sobre la marcha de la economía, al afirmar que este año será todavía difícil pero “se avistan signos de progreso”.

“Los malos tiempos no han acabado” y “la gravedad de esta recesión causará más pérdidas de empleo, más ejecuciones hipotecarias y más dolor antes de que termine”, aseguró el presidente en un discurso en la Universidad de Georgetown.

“No cabe duda de que los tiempos siguen siendo duros. De ningún modo nos encontramos fuera de peligro. Pero desde donde estamos, por primera vez, empezamos a ver señales de esperanza”, destacó.

En su relato, en el que enumeró las medidas adoptadas hasta ahora, como el plan de rescate valorado en 787.000 millones de dólares, el presidente de EE UU insistió que una de sus prioridades, además de estabilizar la economía, es impedir que se repita una crisis similar.

Obama, que aunque profesa la religión cristiana no se ha caracterizado por mostrar un gran fervor en público desde su llegada a la Casa Blanca, recurrió a una alusión evangélica para hacer hincapié en esta idea.

El presidente de EE UU destacó que algunos de los pasos a dar no serán fáciles, y en concreto se refirió a que la reestructuración de las empresas automotrices como General Motors y la aseguradora AIG implicará una serie de decisiones “difíciles y a veces impopulares”.