El banco confirmó, a través de un comunicado, que ya ha comenzado a negociar estos despidos con los sindicatos, al tiempo que expresó su esperanza de que esta cifra sea finalmente "bastante menor", en virtud de una evolución favorable del negocio y gracias a aquellas personas que pacten el despido de forma voluntaria.

Asimismo, precisó que la mitad de los despidos previstos se efectuarán en las oficinas del banco en el Reino Unido.

La reducción de puestos de trabajo se enmarca dentro del plan de reducción de costes puesto en marcha por el RBS tras ser rescatado por el Ejecutivo británico, con el que prevé ahorrar 2.500 millones de libras (2.770 millones de euros) en el próximo trienio.

Si, a principios de año, la entidad cifraba en 2.700 los despidos previstos para el 2009, el pasado viernes el presidente de la entidad, Philip Hampton, ya indicó ante la junta de accionistas que esa cifra podría aumentar.

El plan de reestructuración de costes de la entidad, una de las más afectadas por la crisis económica e inmobiliaria en el Reino Unido, comprende también otras medidas, como la instalación de un sistema tecnológico común.

Según el consejero delegado del RBS, Stephen Hester, todo ello responde a una estrategia para "restaurar la fortaleza del banco lo antes posible" y hacer ver al Gobierno "el valor de su inversión".

Por ello, prosigue Hester, "es necesario que recortemos costes, aunque ello conlleve tomar difíciles decisiones en cuanto a la reducción de puestos de trabajo".

Los sindicatos, por su parte, han calificado esta medida de "devastadora" y han criticado que miles de trabajadores vayan a pagar ahora por los errores cometidos "desde las altas esferas de la entidad".

Asimismo, el banco también confirmó hoy que la participación del Estado en el banco se ha incrementado hasta el 70,3 por ciento, después de que los inversores hayan adquirido sólo el 0,7 por ciento de la última ampliación de capital con fondos del Estado efectuada.

El RBS, que empleaba a finales de 2008 a 45.000 personas en todo el mundo, protagonizó el pasado ejercicio las mayores pérdidas de la historia empresarial británica, de 24.137 millones de libras (unos 27.000 millones de euros).

Ante los problemas de liquidez del banco, el Gobierno británico acudió a su rescate en una operación que le costó a las arcas estatales más de 20.000 millones de libras (unos 22.000 millones de euros).