Se trata de la primera huelga general que se convoca desde que la coalición conservadora de Berlusconi subió al poder en abril, pero simboliza también las divisiones que se han creado entre los tres mayores sindicatos italianos (CGIL, CISL y UIL), que en otras ocasiones se han presentado juntos a este tipo de movilizaciones.

Mientras el resto de confederaciones sindicales no se han adherido a la huelga, CGIL cuenta con el apoyo de la mayor formación en la oposición, el Partido Demócrata (PD) de Walter Veltroni, y de Italia de los Valores del ex fiscal Antonio Di Pietro.

El secretario general de la CGIL, Guglielmo Epifani, confirmó hoy la huelga, a pesar de las peticiones de las instituciones a desconvocar el parón y las manifestaciones previstas en las principales ciudades italianas.

CGIL sólo accedió a desconvocar la huelga general para el sector de los ferrocarriles ante el mal tiempo que se está abatieron en últimos días sobre el país, lo que habría provocado importantes problemas para los ciudadanos.

Asimismo, el sindicato también suspendió el parón de los trabajadores de los medios de transporte público en Venecia, afectada por la crecida de la marea -la llamada "agua alta"- y en Roma, que ha sufrido graves inundaciones en las últimas horas.

El alcalde de Roma, Gianni Alemanno, había solicitado a la CGIL la suspensión de la huelga de los transportes públicos, ante el momento "especialmente difícil" que ya están pasando los habitantes de la ciudad.

CGIL explicó que espera convocar a cerca de un millón de personas en las varias manifestaciones que se organizarán en todo el país.

Epifani recordó hoy que la huelga tiene el objetivo protestar "contra la incapacidad del Gobierno de usar los instrumentos justos para superar la crisis financiera".

"Si no se afronta la crisis con los instrumentos justos, tendrá en las personas y en las empresas consecuencias gravísimas", añadió Epifani.

El Gobierno ha aprobó una serie de medidas contra la crisis económica por un total de 80.000 millones de euros, de los que 2.400 millones se dedicarán a las familias, trabajadores y jubilados con menores posibilidades económicas a través de desgravaciones fiscales que comenzarán en 2009.

El sindicato considera que las medidas dedicadas a las familias son escasas, ya que, por ejemplo, las desgravaciones fiscales para quien no superen los 15.000 euros anuales será de 200 euros al año.

La presidenta de la patronal italiana (Confindustria), Emma Marcegaglia, criticó la decisión de ir a la huelga de CGIL y añadió que "habría sido mejor crear un frente común entre empresarios, sindicatos y Gobierno para dar soluciones a la crisis".

"La huelga es un derecho, pero en un momento como este lo que sirve es la fuerza de todos y permanecer unidos para dar respuestas a los ciudadanos y a las empresas", añadió Marcegaglia.

Desde Bruselas, Berlusconi reiteró que la CGIL se equivoca al convocar una huelga general "en un momento, en el que, esperemos que no, pero muchos trabajadores pueden perder sus empleos".