Los resultados anuales del grupo en 2007 dieron cierta tregua. Martinsa-Fadesa no estaba para echar cohetes, pero los 60 millones de euros de beneficio permitían mantener las apariencias en medio de anuncios de pérdidas estrepitosas en el resto de empresas del sector.

El mercado sigue inquieto, eso sí. Todas las miradas están en el millonario préstamo que hay que pagar y, viendo el comportamiento del mercado -todos los indicadores hablan de recesión- las cosas no pintan bien. El temor llega a la cotización. El 16 de marzo, la compañía remite a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) una comunicación en la que asegura que está negociando un trato con la mayoría de las entidades financieras con las que tiene el crédito para prorrogar los pagos. El acuerdo se cerró "con la totalidad" de cajas y bancos casi un mes después. En el medio, las acciones del grupo sufrieron un nuevo subidón propiciado por la venta de títulos por parte de "terceras entidades" que tenían los valores en préstamo con el Santander y BNP Paribas. El cronómetro encendido: Martinsa-Fadesa tenía tres meses para pagar 150 millones, la condición puesta en la negociación para refinanciar 4.000 de los 5.100 millones de la deuda de la compañía.

Para conseguirlo, la compañía intentó que el Instituto de Crédito Oficial (ICO) le diera un préstamo por esa cuantía. La negativa del organismo público acabó con el as que Martín se guardaba bajo la manga.