En el Reino Unido, el gobierno laborista de Gordon Brown ha dado luz verde a la construcción de la central térmica de carbón de Kingsnorth, en Kent, y proyecta otras siete centrales similares 20 años después de que el Gobierno de Margaret Thatcher enterrara el sector del carbón en el país.

En Italia, donde el 70% de la energía se obtiene a partir del gas y del petróleo y no hay centrales nucleares, la nueva energía alternativa es el carbón. La compañía Enel, que controla la cántabra Viesgo en España, está transformando sus centrales eléctricas de fuel en centrales de carbón. Para este año estarán concluidas las obras de reconversión de la central de Torrevaldaliga Norte, en Civitavecchia, y tras ella se pondrán en marcha otras actuaciones similares para que el carbón cubra el 33% de la demanda energética de Italia frente al 14% actual.

Reino Unido e Italia son dos ejemplos de cómo el carbón resurge de sus cenizas en Europa; pero no son los únicos. En Alemania y en la República Checa también hay proyectos en marcha y está previsto que en Europa se construyan unas 50 centrales de carbón en los próximos cinco años impulsadas por la creciente demanda de electricidad, los precios récord del petróleo y del gas natural, las preocupaciones por la seguridad energética y los miedos que genera la energía nuclear.

Eufemismo

Eso sí, todos los proyectos utilizan el eufemismo de carbón limpio (quema de combustibles fósiles de la forma menos contaminante posible) y se amparan en la posibilidad de que en un futuro cercano se desarrollen las tecnologías de captura y secuestro de dióxido de carbono (CO2), porque no hay forma de quemar carbón sin generar el principal gas de efecto invernadero.

El resurgir del carbón en Europa no pasa desapercibido en Estados Unidos, donde el mineral sostiene la mitad de la demanda energética pero las exigencias legales frenan los nuevos proyectos de centrales. Periódicos como The New York Times dedican últimamente extensos reportajes al boom del carbón en Europa para destacar la apuesta por el mineral en un momento en el que los expertos mundiales en el estudio del clima coinciden en que las emisiones de carbono deben reducirse con rapidez para controlar el calentamiento del planeta.

En España, no hay proyectos en trámite de nuevas centrales de carbón a pesar de que HC Energía ha planteado la posibilidad de construir una en Aboño (Asturias).

En estos momentos el carbón tiene una participación del 26% en el mix energético de España, pero según señala la Planificación de los sectores de electricidad y gas 2008-2016, aprobada recientemente por el Consejo de Ministros, está previsto que en 2016 descienda esa participación hasta el 14% con el cierre de las centrales que no superen la normativa ambiental de grandes instalaciones de combustión y las que agoten su vida útil (estimada en 35 o 40 años, dependiendo de la tecnología). Según esa previsión desaparecerán centrales de carbón con una potencia instalada de 3.000 Mw.

Para sustituir esas centrales no hay previstas nuevas térmicas de carbón, pero sí decenas de nuevas centrales de gas. La apuesta por el ciclo combinado (con menos emisiones de CO2) tiene varios factores en contra, entre ellos los precios de la materia prima. El precio del carbón está aumentando, pero mucho más el del gas y el del petróleo. No obstante, en los últimos ocho meses el precio del carbón internacional se ha duplicado: de 70 dólares la tonelada a casi 150, según los datos del índice McCloskey, por lo que la patronal señala que los precios del carbón autóctono deberían equipararse a los internacionales para evitar que el sector pierda competitividad. La planificación del Ministerio de Industria para el período 2008-2016 indica que "los precios del carbón seguirán estando por debajo de los del crudo y los del gas en todo el período y con crecimiento del diferencial favorable, ya que crecerán a tasas inferiores a las del crudo y el gas".

El precio puede favorecer la vuelta al carbón, pero también factores estratégicos. "En España tenemos una fuerte dependencia energética del exterior, superior al 80% de la materia prima, y no podemos prescindir de la generación con carbón, sería un suicidio estratégico", afirma Juan Carlos Álvarez Liébana, secretario nacional de minería de la Federación Minerometalúrgica de CC OO. "Apostar por el carbón, por el autóctono, no es estar en contra de otras energías como las renovables, defendemos un mix diversificado, y el carbón puede ser un buen colchón hasta que se desarrollen las renovables", apunta Liébana, que añade que la construcción de nuevas centrales de carbón pasa por tecnologías que permitan una combustión limpia y la captura y secuestro de CO2. "Por eso reclamamos al Gobierno que destine más dinero a la investigación con el objetivo de que en 2015 esté disponible esa tecnología para construir centrales de carbón limpio", señala el responsable de minería de CC OO.

El mayor lastre con el que se encuentra el carbón para su relanzamiento en España son sus efectos ambientales, sobre todo cuando España es incapaz de reducir sus emisiones de CO2 para cumplir sus compromisos internacionales.

As Pontes

Esta misma semana, la central térmica de Endesa en As Pontes anunció la finalización de su proceso de transformación, que supondrá una mejora de su eficiencia ambiental al reducir las emisiones contaminantes y las cenizas. La adaptación de las instalaciones para el nuevo combustible -hulla subituminosa importada- comenzó en febrero de 2005, afectando a los cuatro grupos de generación de 350 megavatios cada uno con los que cuenta la central. Para esta actuación la empresa destinó 275 millones de euros, de los que 30 fueron para la instalación de equipos directamente relacionados con la protección del medio ambiente.

Con estas medidas, la central ha reducido sus emisiones de azufre en un 95,5%; las de óxido nitroso, en un 16,5%; el dióxido de carbono (CO2), en un 9,5%; las partículas, en un 54,5% y las cenizas en un 92,8%. En números absolutos supondrá la reducción de más de un millón de toneladas de CO2 y de 1,7 millones de toneladas de producción de cenizas.

Para los ecologistas, las palabras carbón limpio son una "ilusión". "Las centrales de carbón siempre generarán CO2 y las empresas utilizan la captura y almacenamiento de carbono como cortina de humo para conseguir luz verde para nuevas centrales de carbón, cuando todo indica que esa tecnología no estará lista, como pronto, hasta 2030, cuando para evitar los peores impactos del cambio climático las emisiones de gases de efecto invernadero tienen que empezar a reducirse en 2015", señala Raquel Montón, responsable de cambio climático y energía de Greenpeace.