Matthew Tannin y Ralph Cioffi son los primeros altos ejecutivos de Wall Street que han sido imputados por fraude en el marco de una investigación federal sobre la crisis crediticia, y que habrían causado pérdidas superiores a 1.000 millones de dólares

La fiscalía sostiene que Tannin, de 49 años, y Cioffi, de 52, aseguraron a los inversores que los dos fondos de inversión de alto riesgo estaban en buen estado, cuando días antes en privado estaban preocupados sobre su futuro.

El diario The Wall Street Journal publica hoy que para demostrarlo la fiscalía está concentrándose en los correos electrónicos que intercambiaron entre ambos.

Tannin presuntamente envió un mensaje electrónico desde su cuenta personal a Cioffi y le advertía de que el mercado en el que habían invertido estaba "acabado", al tiempo que sugería la posibilidad de cerrar los fondos de inversión de alto riesgo.

Cuatro días después, los dos detenidos dijeron a los inversores que los fondos de inversión de alto riesgo estaban en buena forma.

La abogada de Tannin, Susan Brune, aseguró a la prensa estadounidense que su cliente es "inocente" y que se ha convertido en un "chivo expiatorio" de la crisis crediticia.

En junio del año pasado, dos de los fondos de inversión de alto riesgo de Bear Stearns quebraron debido a la pérdida de valor de sus activos vinculados a hipotecas de alto riesgo ("subprime").

La quiebra de estos fondos de inversión costó a los inversores 1.600 millones de dólares y planteó cuestiones sobre los controles de riesgo del banco de inversión Bear Stearns.

Desde entonces se desató una crisis de liquidez por la multiplicación de complejos instrumentos financieros vinculados a ese tipo de deuda, que se extendió al mercado crediticio internacional.

Los problemas de Bear Stearns, que antes de su hundimiento era el quinto banco de inversión de Estados Unidos, comenzaron precisamente con la quiebra de estos dos "hedge funds" en junio de 2007.

El pasado 14 de marzo, Bear Stearns reconoció que su liquidez se había deteriorado de forma significativa debido, en buena parte, a los rumores que circulaban en Wall Street sobre la salud de los activos del banco de inversión, lo que provocó una fuerte caída de sus acciones en Bolsa.

JP Morgan Chase y la Reserva Federal de Estados Unidos anunciaron ese mismo día que financiarían a Bear Stearns para ayudarlo a superar sus problemas de liquidez.

Dos días después, el primero lanzó una oferta de compra de dos dólares por acción, un precio irrisorio que provocó indignación entre los accionistas de Bear Stearns.

El 24 de marzo, JP Morgan Chase quintuplicó su oferta inicial al elevarla a diez dólares, en un intento de calmar a los accionistas del castigado banco de inversiones.

El pasado 29 de mayo, los accionistas de Bear Stearns aprobaron en un junta extraordinaria su venta al gigante financiero JP Morgan Chase.