Los ataques son constantes pero sólo se les presta atención cuando el afectado es un velero de lujo [como el "Ponant", secuestrado el pasado viernes] o un buque muy significativo pero casi nadie se acuerda de los sustos e incluso de los secuestros y ejecuciones que se producen con pesqueros coreanos, taiwaneses o italianos. Aquello es una pesadilla, pueden [los piratas] aparecer en cualquier momento y en cualquier lugar y como no tienen nada que perder y sí mucho que ganar, la situación es muy peligrosa y de difícil solución".

Es la reflexión sobre las acciones de la piratería somalí del responsable de la armadora de un gran atunero gallego que ya no acude a aquel caladero incluso desde antes de la prohibición dictada para toda la flota española el pasado año por la Secretaría General de Pesca Marítima española atendiendo a razones de seguridad y "porque no tenemos cobertura de seguros al tratarse de una zona de guerra".

El responsable de la armadora pasó su peculiar "infierno" con los piratas somalíes hace ya un tiempo y, prueba del temor que le ha quedado de aquella experiencia es que ahora rechaza ser identificado, lo mismo que ofrecer detalles de su barco o de lo sucedido "porque en el mundo que vivimos se sabe todo; ellos [los piratas] lo saben todo de nuestra flota, dónde pescamos, a qué puerto vamos, cuál es nuestra empresa y hasta nuestros teléfonos; por eso no quiero hablar y, sobre todo, por respeto a la gente que tenemos allí, que tiene familia y sufren esta situación, esta tensión permanente".

Tampoco en alguna armadora consultada y que tiene en la zona unidades de pesca se ofrecen más detalles de la "delicada" situación a la que abocan a sus buques y tripulaciones los piratas, al margen de confirmar la existencia de protocolos de actuación y sistemas de vigilancia y seguridad a bordo para evitar sus acciones.

"Todo es muy difícil y, aunque no se pueda entrar en aguas de Somalia, los piratas actúan incluso fuera de sus aguas jurisdiccionales y nunca se puede estar tranquilo; de hecho, acciones como largar el aparejo se realizan a toda velocidad y muy pendientes de los radares y los sistemas técnicos de los barcos para detectar situaciones extrañas; estamos fastidiados pero es una tensión no de ahora sino de hace ya muchos años y lo que pedimos es una patrullera española en la zona", asegura Julio Morón, gerente de Opagac, una de las dos asociaciones que, junto con Anabac, agrupa a los grandes atuneros españoles.