Las conversaciones para crear un gran grupo energético español se encuentran en punto muerto por la resistencia del presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, a que La Caixa y Repsol nombren a un consejero delegado, a que la sede operativa de la empresa resultante se sitúe en Barcelona y a que el consejo de administración tenga una representación paritaria.

Portavoces de las entidades implicadas han declinado hacer cualquier declaración sobre el tema, pero todo indica que, llegados a este punto, sólo queda que el nuevo Gobierno se decante por una solución.

El presidente de La Caixa ha utilizado sus relaciones privilegiadas con el presidente de ACS, Florentino Pérez, para convencerle de que venda su 12% de Iberdrola a Criteria, el 'holding' de empresas cotizadas de La Caixa, con una prima sobre el valor de cotización que podría discutirse.

Por otra parte, la posible operación pasaría por que la sede fiscal de la empresa resultante se sitúe en Bilbao, donde ya se encuentra la de Iberdrola, y que Ignacio Sánchez Galán siga siendo el presidente del grupo.

En cambio, Galán se resiste a asumir un esquema para la futura Iberdrola-Gas Natural que podría ser similar al que La Caixa y Repsol mantienen desde hace años en la compañía gasista.

Así, Gas Natural cuenta con un consejo de administración paritario, un presidente que nombra la caja catalana y un consejero delegado que designa la petrolera, de manera que cualquier acuerdo se encuentra en este momento lejos de cerrarse, según señalan las mismas fuentes.

Iberdrola ha mantenido siempre que cualquier operación debe tener sentido económico, crear valor y ser positiva para los accionistas y los empleados.

Otros escollos de esta posible fusión son el impacto en las cuentas de Repsol y la oposición política de la Generalitat a perder la sede social de una empresa tan representativa como Gas Natural.

El primero ya se ha pactado con Antoni Brufau, presidente de la petrolera, y pasaría por que Repsol tomara un paquete de Iberdrola cercano al 10%, de manera que pudiese consolidar en su cuenta la nueva Iberdrola-Gas Natural.

La segunda implicaría darle a Barcelona una sede operativa, con un consejero delegado que pasase la mayor parte de la semana en esa ciudad, con lo que la futura compañía funcionaría de facto como si hubiese dos sedes, con celebraciones alternas de los consejos de administración en Bilbao y en la capital catalana.

Las dos últimas piezas implican que el Gobierno limite al 5% la participación de la francesa EDF en la compañía resultante, en lugar del 18% que tiene previsto alcanzar en la actual Iberdrola, y que Unión Fenosa, compañía controlada por ACS, pueda comprar activos sobrantes de la fusión.

Fenosa adquiriría básicamente alguna planta de regasificación y proyectos de ciclo combinado y la compra de estos activos se cubriría con parte de lo obtenido de la venta del 12% de Iberdrola.

Pero sin que Galán dé su brazo a torcer en una operación que en principio se diseñó para evitar que EDF y ACS le arrebatasen el control de Iberdrola nada de esto parece posible, con lo que todo apunta a que La Caixa decidirá sin prisas.

Para empezar, el consejo de Criteria se ha aplazado del próximo diez de abril hasta el 29 de ese mes. Lo dicho, La Caixa se tomará su tiempo.