La mayoría de los países de la OCDE no aplicaban ningún impuesto sobre los ingresos durante el siglo XIX, que fue el período en el que dejaron atrás la pobreza agrícola y entraron en la era de la prosperidad de las clases medias. ¿Qué hay de malo en que los estados con recursos limitados pongan en práctica la misma estrategia? La burocracia europea se opone a la circulación del capital hacia naciones con baja presión fiscal, pero los socios de la OCDE se benefician de la sangría de cerebros que sufren los países pobres.

La circulación de talento es comparable a la del capital y por este motivo, los paraísos fiscales juegan un papel tan importante en la batalla por mejores políticas fiscales. La globalización ha hecho infinitamente más sencillo para los capitales el cruce de fronteras hacia regímenes sin cargas impositivas, así que los gobernantes se enfrentan al éxodo de inversores y de ahorros fuera del país.

-¿Cuál sería la consecuencia de abrir el secreto bancario de Liechtenstein o Andorra?

-La destrucción completa de toda reserva financiera no es la respuesta, ni tendría otro efecto que el crecimiento de la economía sumergida. En Europa, los mercados alternativos ya suponen el 16% de la productividad. En los países mediterráneos, de Grecia a España, más de un cuarto de la actividad económica tiene lugar en el sector sumergido. No creo que esa sea una meta deseable.

-¿Son los servicios públicos las eternas víctimas de las políticas de baja fiscalidad, como argumentan los partidos progresistas?

-La mayoría de los estados tienen un tamaño excesivo y sus administraciones son verdaderas maquinarias de dilapidar el erario público, lo que a su vez causa una economía ineficaz y empobrece la sociedad. La competición fiscal debería reducir las medidas del gobierno pero, hasta hoy, esto no ha ocurrido. A pesar de que los impuestos hoy son mucho más bajos que en 1980, los niveles de cobro de impuestos están en niveles récord y el gasto público es enorme. Creo que la izquierda sufre de carencia de ideas. Parte de su problema es que la evidencia, particularmente en los últimos veinte años, ha verificado las bondades del libre mercado. Los experimentos de recorte fiscal de la era Reagan, de la era Thatcher, el 12,5% de impuesto de sociedades en Irlanda o las bajas tasas en Rusia, han aumentado el ahorro y la inversión. El impacto de las políticas de redistribución de la renta basadas en esquemas ideológicos de la lucha de clases tiene efectos perversos. En consecuencia, la izquierda juega a la defensiva. Hoy día no es aceptable que se cargue doblemente a los movimientos del capital. Es una opción reaccionaria. Para promover la prosperidad, es indispensable un régimen fiscal que premie el capitalismo productivo.

-Y la evasión de impuestos ayuda al `capitalismo productivo´, supongo...

-Cuando la acumulación de capital sufre, la economía se ralentiza y no son únicamente los sectores ricos de la sociedad los que acaban pagando un alto precio. Si los impuestos son bajos, los salarios de los trabajadores resultan también mayores, el consumo crece y favorece la producción general. Consideremos el caso de Irlanda: gracias a los recortes fiscales y la reducción del tamaño de su administración pública, la calidad de vida se ha disparado en un 114% en tan sólo una generación. El paro estaba estancado en el 17% y hoy apenas llega al 5%. Que nadie piense que este modelo hubiera sido posible sin la existencia de paraísos fiscales, sin sus programas de reducción de impuestos contra la llamada armonización fiscal que los políticos alemanes quieren imponer al alza.

-Bajo su punto de vista, la intención de los evasores de impuestos es hacer el bien entre hombres de buena voluntad...

-Absolutamente no. Para los defensores de la igualdad ante la ley, éste es un punto muy importante y difícil de rebatir. La clave, evidentemente, es cómo solucionar las injusticias.

-¿Incluye usted lo que la OCDE llama `refugios fiscales no cooperadores´ entre la competición fiscal positiva?

-La distinción entre `cooperador´ y `no cooperador´, no tiene sentido en la mayoría de las veces. Muchos paraísos fiscales que la OCDE incluyó en su lista negra de 2000 firmaron cartas de compromiso, pero acuerdan su cumplimiento si todos los miembros de la organización siguen las mismas reglas.