Familiares y amigos del marinero peruano afincado en Cangas, Carlos Buenaventura Valladares, acudieron ayer a la Capitanía de Vigo con la intención de recibir al barco con el cadáver del joven sudamericano, de 34 años. Esperan por la repatriación desde el 22 de febrero, cuando murió en Santa Elena, al sur de África. Pero una vez más, el barco no llegó y la recepción se convirtió en una concentración de protesta de la comunidad peruana "porque esto ya no es una pena, sino una sinvergüencería", asegura Julio Buenaventura, hermano del fallecido.

Carlos Buenaventura faenaba en el buque de A Guarda "Costa do ceo" cuando se encontró enfermo y fue evacuado a un hospital de Santa Elena, en donde falleció. La armadora resolvió la repatriación del cuerpo con un buque británico que cubre una línea de mercancía y pasaje, entre Ciudad del Cabo y Pórtland (Reino Unido). Desde el día 6 de marzo el cuerpo sin vida del marinero peruano permanece congelado en un contenedor a bordo del "St. Helena", que pasó por delante de las costas españolas pero no bajó el cadáver y a ayer seguía en el puerto inglés por una avería.

A la familia le habían comunicado en un primer momento que el cuerpo sería desembarcado en Tenerife, aprovechando una escala del barco el día 15. La escala se hizo, pero el desembarco no, porque la empresa alegó retrasos en su ruta por avería y el temporal. El compromiso era dejar el cuerpo el día 25 en Vigo, de regreso a África, pero el barco sigue en Inglaterra. La noticia que tenía la familia ayer es que podría llegar este domingo, aunque la consignataria viguesa lo cree complicado.