En la historia del motor diésel, un gallego, Eduardo Barreiros, marcó todo un hito. De origen humilde y sin estudios superiores, este ourensano se las arregló para fabricar motores diésel con tecnología propia y fue uno de los empresarios que alcanzó mayor reconocimiento en Europa en la década de los años cincuenta y sesenta. Ante la escasez de combustible en la época de la postguerra en España, Barreiros se especializó en la transformación de los motores gasolina a diésel. Le fue bien y posteriormente se trasladó a Madrid, donde al final acabó construyendo sus propios motores. En la factoría Barreiros Diésel, en Villaverde, Madrid, fabricó motorizaciones para camiones y, tras asociarse con la multinacional Chrysler, Barreiros lanzó los modelos Dodge y Simca. El Dodge no tuvo el éxito esperado y Barreiros perdió el control de la compañía.

Fábrica en Vigo

Mientras, en Vigo también se fabricaban motores, pero no para camiones ni coches, sino para barcos. El astillero vigués Hijos de J. Barreras construía con licencias extranjeras motores para embarcaciones, y tenía su propia factoría. En la década de los setenta, aproximadamente el 60% de los pesquero montaba motores Barreras. La primera de las licencias era de una empresa holandesa, pero a partir de 1967 empezó a fabricar motores de la empresa alemana Deutz. Con la reconversión, en los ochenta, Barreras se deshizo de su fábrica de motores y Deutz trasladó la producción a Porriño, en donde sólo duró tres años.