Selina Otero / a coruña

La reciente sentencia dictada por el Juzgado de Ribeira, que obligó al armador del pesquero O Saleta a indemnizar con 300.000 euros a la familia de un niño herido en la procesión de 1998, ha marcado un antes y un después en los tradicionales y multitudinarios paseos en barco para honrar a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, en las fiestas veraniegas típicas del litoral de Galicia. Pese a buscar la fórmula para evitar condenas, ni la Administración ni las compañías aseguradoras -reacias a firmar una póliza que cubra accidentes a un número indefinido de tripulantes pasajeros- han logrado devolver la tranquilidad a los festexeiros.

"No pasa nada hasta que pasa. Y cuando se abre la veda a reclamar dinero por una actividad voluntaria, a la que nadie obliga, más. Los que se exponen aquí son los armadores de los barcos, porque tienes la mala suerte de que a alguien le pase algo a bordo y te arruinan. Por eso, muchos se niegan ahora a participar en la procesión del pueblo, algo que llevan haciendo durante décadas con alegría, pese al trabajo que supone. Y los que salen igual, saben a lo que se exponen, van atemorizados porque, a la mínima, se les puede caer el pelo", explican patrones mayores de pósitos gallegos.

Las cofradías llevan dos años buscando la fórmula para evitar este riesgo y cubrir las espaldas al armador que, por encima de actuar "de buena fe" y sin ingreso alguno, se expone a ir directo a los tribunales. La mayoría de los patrones mayores de la comunidad ha acudido a varias compañías de seguros para, en última instancia, dormir tranquilos la víspera de la celebración marinera. Misión imposible. Las aseguradoras se niegan a contratar un tipo de seguro del que no se tiene precedentes, que ha de cubrir las indemnizaciones por posible accidente de un número ilimitado de personas (depende del día, de la embarcación y del límite de personal a bordo que imponga el propio armador) y que, además, iría en contra de la normativa española en vigor sobre tripulación máxima de los barcos.

"Primero, que no te lo quieren hacer. Y, segundo, afrontar un gasto así sería casi imposible para los pósitos, y menos para un armador solo. Nosotros hemos conseguido contratar una pequeña póliza con una compañía con un fondo de 50 millones de pesetas. Es poco, pero es lo máximo que hemos logrado. Lo único que nos queda es pedir a los armadores que extremen las precauciones, como nunca, y que cada uno mire lo que hace", afirma José Manuel Vila, secretario del pósito de Malpica. Este quebradero de cabeza lo han sufrido, este verano (y el anterior), el personal de cada uno de los puertos que aprovecha la festividad para sacar a la Virgen en brazos. No obstante, la embarazosa situación pide una regulación especial, y esta es una labor del Ministerio de Fomento, a través de la Dirección General de la Marina Mercante.