Noviembre de 1919. Convocada en Santiago la II Asamblea Nacionalista, las Irmandades da Fala tomaban la decisión de conmemorar el 25 de julio del año siguiente el Día Nacional de Galicia, proclamado por la revista A Nosa Terra como “a data de lembranza da Patria natural que dende antigo, como agora e sempre, ha de ser a única patria verdadeira do home”.

La celebración se vería truncada años más tarde por la dictadura de Primo de Rivera, cuya censura prohibió los actos públicos con motivo de ese día.

Tras la retirada del dictador, se recuperó el carácter festivo, y la ilusión por la celebración cristalizaría en el Estatuto de Autonomía de Galicia del año 1936. Sin embargo, el golpe de estado del 18 de julio, la guerra civil y la posterior dictadura franquista acallaron ese espíritu inicial de la fecha. Durante “a longa noite de pedra” del franquismo, la fiesta adquiriría el carácter de fiesta nacional bajo el título de Día del Patrón de España, y solo las comunidades gallegas del exterior continuarían celebrando la festividad con total libertad.

En Galicia los actos se limitaban a una misa intimista y simbólica en honor a Rosalía de Castro en San Domingo de Bonaval. En el año 1968 Galicia entera se llena de panfletos que, bajo la consigna “Concentración Nacional en Compostela”, firma la UPG. En la convocatoria se señala la Praza do Obradoiro como punto de encuentro, aunque en realidad se iba a celebrar en la Carballeira de Santa Susana. Pero la represión franquista desbarató el acto: el ejército irrumpió en la ciudad, hubo detenciones y torturas, y el 25 de julio la universidad amaneció totalmente tomada. Aun así, se consiguió colgar una pancarta en la Alameda de Santiago que rezaba “Galicia ceibe e socialista”.

El germen ya estaba brotando y en los años siguientes se repiten los intentos, también ahogados por la represión.

Muerto el dictador, llegaría el tiempo de manifestar con libertad la identidad gallega. Con una autonomía recién nacida, en 1978 el primer presidente de la Xunta, Antonio Rosón, convoca a partidos y sindicatos en el Obradoiro para celebrar el Día Nacional de Galicia.

Por su parte, los partidos soberanistas hacen propio el 25 de julio remombrándolo como Día da Patria Galega y reivindicando la entrada en la Quintana, que tal y como consta en las hemerotecas, tuvieron prohibida pisar entre 1980 y 1984, hecho que provocó protestas siempre ahogas por cargas policiales.

Finalmente, la entrada en vigor del Estatuto de Autonomía de 1980 institucionaliza las dos caras de una misma moneda: las posturas oficialistas y las soberanistas.