Ginette Durr: «No creo que los artistas podamos mover conciencias políticas»
En los últimos 40 años, los ejes temáticos de los óleos de esta pintora francesa son la guerra, la hambruna, el desastre climático y el aislamiento que pueden crear las nuevas tecnologías. Hasta el 15 de diciembre podemos ver en el Espazo Xove de Lalín su exposición «Quo vadis, Humanitas?»

Ginette Durr posa ante varios de sus óleos. / Bernabé

En la secuencia final de El planeta de los simios el astronauta George Taylor (interpretado por Charlton Heston), al ver la estatua de la libertad semienterrada en la arena, se da cuenta de que su nave aterrizó en una Tierra destruida por el propio hombre, y no en un planeta distinto. «Yo os maldigo a todos. Maldigo las guerras», proclamaba, de rodillas.
Esta secuencia recuerda a uno de los 30 óleos que expone Ginette Durr en el Espazo Xove de Lalín desde ayer y hasta el 15 de diciembre. El cuadro, titulado Medio ambiente enfermo, muestra cómo un edificio semihundido en el mar va transformándose en una mano que quiere atrapar el Sol, como en búsqueda de una segunda oportunidad. Las guerras, la pandemia, el impacto de la actividad humana sobre el entorno natural y el futuro que traerán las nuevas tecnologías son los cuatro temas sobre los que gira Quo vadis, Humanitas?, la tercera muestra que puede verse en Lalín de esta pintora francesa.
Ginette Durr reside en la parroquia de Goiás desde hace 12 años y ya expuso en dos ocasiones anteriores en la cabecera dezana: en 2015 en una colectiva en el centro comercial Pontiñas y en 2018 en el Casino con Huella en el tiempo. En realidad, los conflictos bélicos y su repercusión en la infancia forman parte de la creación de esta pintora desde hace más de 40 años. De 1982 procede un óleo que recrea la guerra entre Irán e Irak, en el que recrea al ayatolá Jomeini «como una muñeca mecánica, cuya imagen aparece repetida en varias pancartas».
La inteligencia artificial
¿No hemos aprendido nada desde entonces? La pintora responde con un no tajante. «En esta exposición podemos ver el fanatismo religioso, con niños soldado, o incluso crucificados como en el óleo In nomine Patris». Y esta barbaridad ha sucedido: hace una década, el Estado Islámico en Irak ejecutó una limpieza étnica que pasó por decapitar, crucificar o emplear como esclavos sexuales a niños y niñas.

Varios de los óleos abordan la inmigración y la destrucción del planeta. / Bernabé
Puede haber también lecturas religiosas en otro de sus óleos, en el que vemos a una persona en un paraíso verde y en el centro a una niña para dar paso a un ‘infierno’ naranja que ha creado el propio ser humano por esas guerras y el progresivo abandono del medio ambiente. Naranjas, rojos y grises dominan buena parte de las creaciones que podemos visitar en el Espazo Xove. Son los colores que emplea para hablar también de la inmigración y de la incertidumbre que sienten las personas al verse obligadas a dejar atrás a su familia y a su país para llegar a la otra orilla, donde quizá no cuenten con ningún apoyo para volver a empezar de cero. «Las guerras han existido desde siempre, igual que el hambre, las pandemias, o los flagelos que nos afectan a cada humano. Para mí, que no creo arte abstracto, es muy difícil trasladar las ideas que tengo sobre estas cuestiones al arte figurativo», añade, al tiempo que deja mostrar cierto pesimismo sobre si el arte, al igual que el periodismo o el activismo, pueden reorientar ámbitos de poder como la política o la economía. «No creo que los artistas podamos cambiar conciencias políticas», manifiesta.
Esta creadora también deja entrever, tanto durante la conversación como en sus cuadros, sus miedos ante el tremendo avance de las nuevas tecnologías en nuestras vidas, sobre todo de la inteligencia artificial. Permítanme hablarles de otra película de ciencia ficción, Blade Runner, en la que el replicante salva al policía Rick Deckard y, antes de morir, repasa en un breve y bellísimo monólogo todos los recuerdos de su vida, tal y como haría una persona. Los robots, tal y como se nos mostraron en el cine desde Metrópolis, aparecen en al menos otros dos óleos de Ginette Durr: en uno de ellos, una mano de acero, junto a una de carne y hueso, señala al sol, quizá en busca de un futuro en armonía. En otro, es el avance final al que ha llegado el homo erectus, tras destruir el planeta.
¿Cree Ginette Durr que podemos llegar a convivir robots y humanoides, o ya solo diferentes culturas y países, sin los perjuicios que nos ha podido crear el cine distópico, ese que recrea sociedades apocalípticas e indeseables? «No nos queda otra que convivir. Lo que tenemos que hacer es formarnos para poder disfrutar de todas las posibilidades que nos ofrece la inteligencia artificial, pero también para controlarla», reflexiona. «Sin embargo, temo que ocurra lo contrario. Yo no voy a vivir para verlo, pero tu generación y la de mis nietos sí».
Pintura y yoga
Ginette Durr nació en Francia, residió en Alemania e Italia. Recaló en Lalín junto a su marido, Sergio Weber, a mediados de la década pasada por su hija, que ahora imparte clases en Santiago y vive en Bertamiráns. Aunque no le faltan temas de inspiración, reconoce que ahora mismo no está trabajando en una nueva muestra y que ésta en el Espazo Xove surgió casi por casualidad. «Vengo aquí a clases de yoga, y la profesora me animó a exponer mi obra para difundirla». La muestra se completa con varios retratos a lápiz de varios de sus familiares e incluso de hijos de amigos que dan, como el azul del mar de El planeta de los simios, un atisbo de esperanza.
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