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La incineración, en auge por el coste de los nichos y la falta de espacio en cementerios

A Fraga do Alén tiene pendiente la entrega de columbarios desde hace cinco meses | Algunos se reservaron ya en la pandemia | Frente a la cuota mensual de los seguros de decesos, cabe la posibilidad de abonar en un único pago

Delfín Taboada posa junto a una selección de ataúdes que ofrece su funeraria. | |

Delfín Taboada posa junto a una selección de ataúdes que ofrece su funeraria. | | / BERNABE/JAVIER LALIN

Salomé Soutelo

Salomé Soutelo

Lalín

La ampliación del camposanto de A Romea, rebautizado como Fraga do Alén, quedó inaugurada en julio del año pasado, con más de 2.100 nuevos nichos y 90 columbarios. Pero la demanda es tal que este verano Lalín contrató la redacción de un proyecto técnico para dotar al recinto de 400 nuevos nichos y panteones.

El antiguo cementerio del casco urbano ya no puede ampliarse, al igual que los de buena parte de las parroquias rurales de Lalín y, en la práctica, de cualquier municipio dezano. Esa falta de espacio explica el auge de las incineraciones, ya que en un columbario pueden caber hasta seis urnas, mientras que un panteón dispone de hasta 9 nichos para otros tantos féretros pero claro, resulta bastante más caro. «Un columbario cuesta en torno a los 600 euros, mientras que un panteón puede alcanzar los 36.000» según el número de nichos, calcula Delfín Taboada, de la Funeraria Taboada, en Lalín. Ya solo un sepulcro suele valer unos 6.000 euros.

Urge, así, la nueva ampliación de A Fraga do Alén, pero también la entrega de esos columbarios, «para los que hay reservas desde hace cinco meses. Es más, yo ya tramité reservas cinco años atrás». La incineración también se impone poco a poco en Rodeiro, «porque aunque en el camposanto del casco urbano aún se puede ampliar para construir nuevos espacios de enterramiento, en las parroquias ya no se dispone de zonas», indica Mari Paz Vázquez Fernández, de Funeraria O Curroliño.

Beneficencia

La incineración es una alternativa a la falta de propiedad o de herencia de un nicho, pero también a la situación incómoda de tener que limpiar el nicho ocupado en su momento por algún familiar. La retirada de restos puede acometerse ya a partir de los 7 años del fallecimiento, pero lo normal es esperar a que transcurran en torno a 15. La carencia de un espacio para la inhumación es algo con lo que pueden toparse personas inmigrantes o familias con escasos recursos, por ejemplo. Por eso es necesario que el Concello de Lalín vuelva a disponer de espacios de inhumación en panteones que son de titularidad municipal. «Hay una cuarentena de panteones del concello que continúan ocupados» y cuyos restos podrían ya retirarse, pues ya transcurrieron en torno a 15 años desde el fallecimiento de sus ocupantes. «No tenemos nichos de beneficencia, así lo que se está haciendo es enterrar en tumbas, en tierra, en el cementerio viejo», añade Taboada.

Mari Paz Vázquez tiene claro que, en vista de los costes económicos, las futuras generaciones optarán más por la incineración. Los servicios funerarios se han encarecido porque ha subido el precio tanto del combustible como de los salarios, del papel de las esquelas o de la madera para los ataúdes. Pero su incremento no es tan elevado como en otras cuestiones, por lo que un funeral puede costearse por menos de 6.000 euros. ¿Compensa, entonces, pagar desde joven un seguro de decesos? Delfín Taboada apunta que este tipo de seguros es más común en la costa, y que muchas veces una persona lo abona desde hace años «porque su abuelo, al contratar la prima, incluyó a su madre y luego a él, por poner un caso». Existe la opción de abonar en lugar de una cuota mensual ese servicio de 6.000, 10.000 o 12.000 euros en una única o varias cuotas.

Por último, Taboada recuerda que si uno también desea dejar especificado qué tipo de funeral quiere (con cuántos sacerdotes, dónde desea ser enterrado o si prefiere la inhumación) lo ideal es contratar el servicio ya en vida con la funeraria, en lugar de dejarlo escrito ante notario. ¿Por qué? «Porque ante notario se abren estas cuestiones cuando se conocen las últimas voluntades, y para entonces la persona interesada igual lleva ya un mes fallecido».

El impacto de las nuevas tecnologías

El coronavirus también dejó su huella en las ceremonias de los entierros: ataúdes cerrados, restricciones en los velatorios y menos personas en el momento de la inhumación del cadáver. A cambio, se abrió un mundo de posibilidades para acompañar a las familias en esos momentos tan dolorosos. «Ahora es habitual que la familia pueda recibir el duelo a través de las redes sociales o de la web de la funeraria. Creo que en breve perderá peso la esquela física», con lo que también se eliminará el tener que retirarlas tras el entierro, señala Delfín Taboada.

El párroco de A Portela, Don Sabino, se retira

Hay zonas, como en Pontevedra, donde los funerales se transmiten en vivo a través de plataformas, o se realizan libros de fotos con los momentos más importantes en la vida del difunto. Desde Funeraria Curroliño, el Covid activó un grupo de whats app que ahora supera los 330 integrantes. Rodeiro suele dividirse en tres zonas a la hora de colocar esquelas: Río por un lado, Guillar por otro y Riobó y Carboentes, en tercer lugar. Con el grupo de whats app se cubre todo el municipio. Rodeiro desde mañana contará con un sacerdote menos, pues don Sabino, que estaba al frente de A Portela, se retira para una residencia de sacerdotes en Lugo.

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