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La falta de mano de obra dispara a más de un año la lista de espera en la construcción

Las empresas de Deza y Tabeirós confirman el estado crítico de un sector que no ve futuro reemplazo para sus trabajadores más veteranos

«El trabajo es menos duro que antes, hay mejor maquinaria y seguridad», valoran

Elías Taboada, en una obra en Moalde, en Silleda.

Elías Taboada, en una obra en Moalde, en Silleda. / Bernabé/Javier Lalín

A Estrada / Silleda

La construcción vive actualmente un momento complicado, donde por un lado afrontan una de las épocas de mayor actividad de las últimas décadas, pero por otro lado no son capaces de abastecer la demanda ante la falta de mano de obra. En Deza y Tabeirós, este sector se enfrenta a ese mismo obstáculo que frena su crecimiento, y es que al no haber trabajadores suficientes, comienzan a afrontar un reto estructural que no ve salida.

En Silleda, Elías Taboada Cumbraos, con veinte empleados y dos décadas de trayectoria, acumula encargos con meses de antelación. En A Estrada, Construcciones Riveira trabaja con una plantilla más reducida y una lista de espera que también les obliga a rechazar proyectos. Ambas compañías, separadas por apenas 25 kilómetros, resumen una realidad que afecta a toda Galicia y al resto del país.

«Con la carga de trabajo que tenemos, podríamos tener el doble de personal. Hoy cuesta muchísimo encontrar a alguien con disposición, por eso la lista de espera para hacer obras es de un año», resume Elías Taboada, albañil de oficio y fundador de la empresa.

Taboada comenzó en el sector a mediados de los 2000 como autónomo, tras años de experiencia en distintas obras. Con el tiempo, fue sumando trabajadores y hace unos seis años constituyó la sociedad limitada. Hoy, la empresa se ha consolidado en la comarca, con una plantilla de una veintena de empleados, pero el crecimiento se ve frenado por la escasez de profesionales dispuestos a trabajar en este sector.

«Con la carga de trabajo que tenemos, podríamos llegar a tener el doble de personal»

Elías Taboada Cumbraos

— Albañil y fundador de Elías Taboada SL

«Antes venía mucha gente joven con ganas de aprender; ahora cuesta muchísimo encontrar a alguien válido. No hablamos solo de la falta de experiencia, sino de falta de compromiso», explica Blanca Paz, responsable de la administración y gestión de la empresa.

Ambos coinciden en que la imagen del sector también influye en la falta de nuevos trabajadores. «La gente tiene el prejuicio de que la construcción es muy dura y mal pagada, pero hoy el trabajo es más seguro y menos físico que hace veinte años», señala Taboada.

En cuanto a los sueldos, defiende que las condiciones son dignas y estables: «Un peón recién entrado, sin experiencia, puede ganar entre 1.300 y 1.400 euros netos al mes. Y si demuestra interés, sube. El problema no es el sueldo, es que nadie quiere trabajar en esto».

Ante la falta de personal nacional, muchas empresas recurren a trabajadores extranjeros. «Gracias a la gente de fuera estamos cubriendo puestos que, de otro modo, quedarían vacíos», reconoce Paz, que también ve en estos trabajadores el problema de la falta de experiencia y que tampoco echan raíces.

Estas consecuencias son visibles, ya que resultan en proyectos que se retrasan, presupuestos que se encarecen y clientes que deben esperar meses. «Nos duele decir que no a un cliente. No solo por la parte económica, sino porque va contra nuestra forma de trabajar», reconoce Paz. «No tenemos una varita mágica para multiplicarnos. Si un cliente confía en ti, muchas veces prefiere esperar antes que arriesgarse con alguien que no conoce», remata.

José Manuel Riveira Castro, gerente de la estradense Construcciones Riveira, con tres décadas de experiencia a pie de obra, confirma la situación: «Hace mucho tiempo que ya no se ve gente joven en la obra. Si antes ya no había mucha, cada vez va a menos».

Desde su taller y las obras que coordina en el municipio y comarca, Riveira describe esta realidad compartida por casi todas las empresas del ramo: escasez de personal, retrasos en los proyectos y dificultades para cubrir vacantes, desde peones hasta encargados de obra. «Los obreros que se retiraron o se jubilaron eran los que de verdad sabían trabajar. Ellos enseñaron a algunos de los que están ahora, pero estos ya casi no tienen a quién enseñar», explica. «Es una profesión que lleva muchos años saber defender, y si no hay relevo, el verdadero oficio se pierde», reconoce él.

«Los obreros que se van jubilando saben trabajar, pero ahora no hay a quién enseñarle»

José Manuel Riveira Castro

— Gerente de Construcciones Riveira SL

Construcciones Riveira cuenta actualmente con una plantilla en torno a cuatro trabajadores, y una lista de espera que supera el año para poder atender los encargos. «Hay proyectos que directamente tenemos que rechazar. Es mejor decírselo al cliente con sinceridad que andar mareando las fechas. La gente lo entiende, y ya se acostumbra a esperar», comenta.

Riveira sitúa el origen del problema en la crisis económica de 2008, que desmanteló buena parte del tejido laboral del sector. «La construcción es un trabajo muy bonito. No es tan duro como antes, hoy hay maquinaria, seguridad y materiales más ligeros. Además, lo que haces, lo ves, y queda ahí para toda la vida. Eso es una satisfacción enorme», asegura Riveira.

Mientras las empresas de Deza y Tabeirós intentan mantener el ritmo con equipos cada vez más veteranos, desde el sector reclaman una respuesta urgente para fomentar la formación, su estabilidad y que vuelvan a crecer.

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