¿Qué precisa la mujer rural de Lalín? Menos papeleo y más cursos de nuevas tecnologías
El encuentro organizado por Piares deja claro que las féminas «siempre estuvieron en la ganadería, pero de puertas adentro» | Las ponentes animan a familias y a colegios a fomentar entre los niños el vínculo con la aldea

Participantes del foro, con políticos y la organización. | Bernabé/Ángel Abeledo

Con su I Encontro Adicado á Muller Rural, Piares Lalín dejó claro que este y otros foros van a ser lugares de encuentro «para tejer redes entre las mujeres y apostar por la cultura y el reconocimiento mutuo». Son las palabras con la que una de las fundadoras, Eva Fuentes, dio paso a una jornada que llenó el vestíbulo del consistorio y que despertó varias salvas de aplausos con las historias de seis mujeres, en una mesa redonda moderada por dos influencers del rural: Nuska Chousa, que comenzó en las redes explicando cómo se elabora una empanada de xoubas y ahora imparte consejos sobre el cuidado de huerta, y Laura Vallejo, lucense que se convirtió en la primera profesional forestal de la provincia, y que compagina su trabajo como motoserrista con la atención de la granja de 60 vacas de sus padres.

Asistentes al encuentro. | Bernabé/Ángel Abeledo
Ambas superan los 250.000 seguidores en sus redes sociales, y han logrado algo muy valioso: sacar del silencio y mostrarle al mundo, ya sin la vergüenza y los tópicos de otras épocas, el día a día de la mujer de aldea: antes y ahora tiene que combinar la atención de la granja y de las fincas con el cuidado de sus familiares dependientes, la atención de la casa y, si le queda tiempo, acudir a algún curso en el teleclub de su parroquia. Por conciliar, hasta la madre de la conselleira de Medio Rural, María José Gómez, dejó las vacas ordeñadas antes de desplazarse a Lugo para dar a luz a su hija, como explicó la política ayer en la clausura.

Comida en el Lalín Arena. | Bernabé/Ángel Abeledo
La madre de la conselleira ordeñó las vacas a mano, al igual que los padres de Teresa Mouriño, de Ganadería Sampayo de Soutullo. «Yo conocí el arado de palo y el arado de hierro, no teníamos teléfono en casa, y el correo no venía todos los días». Ahora, su granja dispone de dos robots de ordeño, y la hija de Teresa le ayuda con las nuevas tecnologías, igual que hace Laura Vallejo con el papeleo de la explotación de sus padres. «Hay que simplificar la burocracia y ayudarles a las personas de más edad en el manejo» de internet y de teléfonos móviles, recalca.
María Jesús Vilanova, de Viveiros Agra, también destacó cómo el salto tecnológico fue haciéndose imprescindible en el mundo rural. En un viaje a Pontevedra junto a su marido, tiempo atrás (montó el vivero en 1995) descubrió una bandeja de planta hortícola y, gracias a las páginas amarillas, «por entonces no había móvil», pudo dar un giro a su negocio, que ahora es un referente en la venta de plantones de pimientos, tomates o lechugas y que tiene asegurado el relevo generacional con su hijo.
Carmen Rodríguez ocupa la vicepresidenta de la cooperativa CLUN, que fundó Feiraco en 2016 junto a Melisanto y Os Irmandiños. Dentro de CLUN hay una asociación, Mulleres de Seu, que impulsa la presencia de la mujer en las redes sociales, porque «la mujer siempre estuvo en la ganadería, pero de puertas hacia dentro». Carmen consiguió que los consejos rectores de Feiraco se celebrasen por la mañana para que ella y las otras mujeres pudiesen conciliar, y también logró junto a Mónica Landeira, vicepresidenta de Mulleres de Seu, convencer a muchos ganaderos de que no era suficiente con que acudiesen ellos a los cursos para después explicarles a sus esposas como funcionaba el dichoso robot de ordeño. ¿Cómo lo hicieron? Llamando, uno por uno, a los socios. «En el primer curso, había mujeres que no tenían un teléfono móvil para seguirlo, y es importante que puedan formarse porque mejora su autoestima y así no dependen de sus hijos para cubrir trámites», recalca.
Hablábamos antes de los tópicos sobre vivir del campo. A hábitos malsanos como aquel de «si no tenías estudios, quedabas en casa con las vacas», como recordaron Mónica Landeira y el alcalde, José Crespo, aún se suman hoy otros como la molestia que supone «que el gallo cante o que las vacas huelan», apuntó Nuska Chousa.
El tirón del turismo
Y ni esto ni el olor a purín van a frenar el tirón del turismo rural: Mónica Landeira regenta una casa de turismo rural en Val do Dubra y dos viviendas turísticas. «La gente de las ciudades tiene mucho que aprender», remarcó Nuska Chousa, «porque la leche no sale de la nevera». Y la carne tampoco. Esther Fernández ya sabía cómo se producía la carne, gracias al trabajo de sus padres, pero tuvo que aprender a venderla en la tienda de Cárnicas Anzo en el casco urbano. «El primer día que vendimos, hice 500 pesetas, y mi madre me dijo que si no despachaba más, tenía que cerrar la puerta», recordó, entre risas. Ahora, su hija será la tercera generación femenina del negocio. Y Beatriz Rodríguez mudó su futuro como arquitecta por una granja, Aer Farm, en la que conviven vacas de carne con cabras, ovejas y una huerta.
Estas ocho mujeres tuvieron que aprender o reiniciarse en la aldea. Para ello, hay un programa de apoyo al emprendimiento femenino en el rural, como indicó la directora xeral de Promoción de Igualdade, María Quintiana. Pero qué mejor que crear un vínculo desde niños con el rural que nos da de comer. «Es necesaria una asignatura en los colegios para que los niños aprendan de dónde viene la comida», remarcó Nuska Chousa.
Al remate del encuentro (con música y foto de familia incluidas) hubo una multitudinaria comida en el Lalín Arena.
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