La manzana sidrera pesa menos este año debido a la sequía de los meses estivales
Las lluvias de septiembre salvan la producción, que se mantiene en cifras estables | La falta de industria y un centro transformador genera pérdidas, la demanda externa no llega hasta octubre aunque el fruto madura un mes antes

El lagar Peroja, trabajando estos días en la recogida de manzana.
La campaña de recogida de manzana avanza este mes de octubre en la comarca de A Estrada con un balance desigual, marcado por el impacto de la sequía del verano pero con una calidad del fruto que permite mantener la producción de sidra y derivados. En la Sidrería Peroja, uno de los referentes de la zona, Víctor Peroja destaca que la vecería de este año ha sido positiva pese a las dificultades climáticas.
«Un año más, por la vecería, toca que haya más producción –explica–. Pesa menos debido al verano seco, pero aún así podría haber sido peor. Podría estar más deshidratada y caerse, y no pasó». La recolección se desarrolla durante todo octubre, en unas condiciones que, según el productor, son favorables: «Para nosotros mejor, no es lo mismo recoger así que si estuviese lloviendo».
Aunque la manzana presenta un menor peso medio, los parámetros de calidad se mantienen dentro de lo habitual. «Está saliendo muy bien, con el pH correcto. Los parámetros son normales, lo habitual», señala Peroja, que calcula una cosecha en torno a los 90.000 kilos. De ellos, «dejamos un 20% para nosotros y el resto lo vendemos; hacemos vinagre, sidra y mosto artesanal».
El productor subraya la estabilidad del equipo humano en la explotación, un aspecto clave para mantener la regularidad en un trabajo estacional pero exigente: «Siempre tenemos la misma gente», indica. La sidrería mantiene su actividad en una línea continuista, centrada en la calidad y la venta directa, aunque reconoce que «aún hay mucho que trabajar».
Por su parte, el también productor José Antonio López Pampín, sí ha tenido pérdidas. «Sacamos ocho tráilers, unas 200 toneladas. Perdimos mucho con la sequía, un 30%», explica. De sus 29 hectáreas, unos 100.000 kilos se destinaron finalmente a vinagre. «Ahora estamos con las de zumo sidra. Las lluvias de principios de septiembre nos beneficiaron y está creciendo», apunta.
López Pampín calcula que, a nivel comarcal, se perdieron unas 300.000 kilos de manzana debido a la falta de lluvias. A ello se suma la ausencia de una industria transformadora que permita aprovechar el excedente. «Las sidrerías empiezan a pedir ahora pero la manzana temprana ya se perdío», señala. En esta línea, el productor lamenta que el proyecto del centro de transformación comunitaria de A Estrada, anunciado hace dos años, se haya quedado paralizado: «No sabemos nada del proyecto».
Esta falta de infraestructura local obliga a depender de sidrerías externas y limita la capacidad de la comarca para industrializar su propia fruta. «Todos los años pasa igual: con los vientos de Rías Baixas madura la fruta un mes antes que en el País Vasco o en Asturias. Desde mediados de septiembre ya podríamos estar vendiendo», señala.
En cuanto a la mano de obra, López Pampín no detecta grandes problemas gracias a su política de contratación estable: «Tengo empresa con personal fijo, gente asegurada, con salarios dignos. Sale más caro, pero tenemos tranquilidad».
Bajo consumo local, el gran reto a superar
Pese al esfuerzo de los productores por mantener y mejorar la calidad de la sidra, el consumo sigue siendo el gran obstáculo para el crecimiento del sector. Víctor Peroja reconoce que «la sidra no se consume aquí lo que se quisiera». A diferencia del País Vasco o Asturias, donde la bebida tiene un fuerte arraigo cultural y social, en Galicia su demanda continúa siendo limitada y estacional, concentrada en ferias o eventos gastronómicos.«Con las campañas y con la feria se mantiene, pero aún hay mucho que trabajar», admite el responsable de Sidrería Peroja. La Feira da Sidra da Estrada se ha consolidado como un escaparate fundamental para dar visibilidad a las sidrerías locales, pero la venta directa y la distribución a otras comunidades o al extranjero siguen siendo necesarias para garantizar la rentabilidad.López Pampín coincide en este diagnóstico. Su producción de sidra es, de momento, complementaria: «Hago sidra para mí, unos 5.000 litros, no llega ni a un camión de manzanas». En conjunto, entre cuatro productores locales suman unos 20.000 litros de sidra, buena parte de ellos vendidos en pequeñas ferias o repartidos entre familiares. «Nuestro fuerte sigue siendo la manzana», afirma.
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