La media de edad de los empleados de oficios tradicionales es de 50 años y falta relevo
La construcción mejora las condiciones laborales con jornada continua, descanso en fines de semana y festivos, y salarios de 25 euros la hora, pero es insuficiente | La inestabilidad afecta también en la hostelería en su mejor época

Trabajadores en una carpintería local. | Bernabé/ Javier Lalín
Los oficios siguen siendo generalmente rechazados por los más jóvenes como salida profesional. Mientras la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) contó la semana pasada con miles de estudiantes que buscan cursar estudios superiores, algunos sectores ven con temor la falta de relevo generacional, que pone en peligro la continuidad de la actividad.
Uno de los ejemplos más claros es el de la construcción. Aquí, la carestía de personal cualificado es acusada, y mientras la media de edad de los trabajoadores de este sector se sitúa en los 50 años, las empresas y constructoras temen que si la situación no cambia, en una década no puedan hacer frente a la demanda. Así lo confirman desde Bamarti, A Estrada, donde hoy en día es cada vez más difícil encontrar a jóvenes que opten por este oficio para labrarse un futuro: «Hay todavía mucho prejuicio, la gente piensa que es un trabajo duro y con malas condiciones y no se anima formarse, mientras que sobran los abogados y los ingenieros, para nosotros se está volviendo imposible encontrar un obrero o un peón». En este sentido, desde la empresa estradense consideran que «actualmente un albañil vive mejor que muchos otros puestos más cualificados». Para ser más exactos, los convenios de construcción establecen la jornada continua, por lo que generalmente a las 16.00 horas se acaba el día de trabajo. Al mismo tiempo, por normal general, no se labora ni los fines de semana ni festivos. Tampoco en fiestas como las Navidades, a mayores del mes de vacaciones anual correspondiente.
El sueldo también ha mejorado mucho con respecto a otros años, e incluso en comparación a otras profesiones de mayor prestigio social. De media, según estiman en Bamarti, un albañil cobra 25 euros la hora, cuando en la década anterior la cuantía estaba fijada en torno a los 17 euros. Precisamente debido a estas mejorías en los convenios laborales es que construir se ha encarecido considerablemente. «El sector no solo tiene el problema de la falta de obra, los materiales han subido en un 100%, la burocracia es extremadamente lenta, y al final aquí en A Estrada, la gente no quiere comprar un piso de dos habitaciones por 200.000 euros, pero es lo que tenemos que pedir para tener a los trabajadores con buenas condiciones y cubrir los gastos de los proyectos», relatan desde l aconstructora.
Otro de los sectores que sufre esta carestía de mano de obra joven es la carpintería. Pese a la inversión en programas de formación como los ciclos de madera disponibles en el IES Antón Losada, sin ir más lejos, las empresas de la zona enfrentan gran dificultad para encontrar a personal cualificado o simplemente dispuesto a aprender. En Jar Lalín exponen lo siguiente: «Desde hace varios años se viene notando, pero quizás ahora sea más acusado. No es tanto que no encontremos gente, sino que no les gusta y lo acaban dejando». «Hay que tener en cuenta que aquí se paga igual a alguien con conocimiento que al que hay que formar todavía, pero si empiezas desde cero y muestras interés, la empresa no tiene problema, lo malo es cuando no hay implicación alguna», señalan.
Estos dos sectores son oficios entendidos, tradicionalmente, como físicamente más demandantes, aunque desde ambos manifiestan que la creciente tecnificación de las tareas hace que esto ya no sea una realidad.
Por otra parte, en la hostelería, que de cara a verano sufre un repunte considerable respecto a la demanda de personal, el drama de la falta de trabajadores continúa. Javier Rey dice: «Ahora mismo lo que más notamos es que hay muy poca estabilidad. La gente viene unos días y se va». «Vamos sobreviviendo sobre todo con gente de fuera, locales es imposible», cuenta, y añade: «De todos modos, falta esa generación de los 16 a los 24 que trabajaba durante los veranos para complementar con los estudios, eso se ha perdido».
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