Entrevista | María López de la Calle Técnica del Ministerio de Agricultura
«Apostar por la ciencia impulsa el progreso de un país»
Después de una trayectoria brillante en el campo de la investigación científica, María López de la Calle da un giro a su carrera profesional, alcanzando uno de los puestos de mayor responsabilidad en la escala del funcionariado estatal

La doctora ingeniera agrónoma, en las instalaciones del Ministerio.
La estradense María López de la Calle es doctora ingeniera agrónoma y actualmente trabaja como técnica en el Ministerio de Agricultura. Con una trayectoria brillante, a continuación nos habla sobre las vicisitudes de su nuevo cargo, así como de su amor por este sector.
-Ocupa un puesto de gran responsabilidad en el Ministerio de Agricultura. ¿Cómo es el día a día?
-Hablar de jornada normal en un gabinete es complicado, porque cada día suele ser bastante distinto. Pero bueno, diría que solemos reunirnos todo el equipo al menos una vez por semana. En esas reuniones revisamos agenda, vemos qué tenemos por delante y nos repartimos las principales líneas de trabajo. La clave está en saber priorizar y en adaptarte rápido a lo que va surgiendo.
-En su trabajo se cruza lo político, lo técnico y lo estratégico. ¿Cómo encuentra el equilibrio en la toma de decisiones?
-Es algo que se debe construir en equipo. Cada uno debe aportar desde su ámbito y su perfil. En mi caso, como ingeniera agrónoma, estoy centrada en aportar la parte técnica con rigor e independencia. No participo en las decisiones políticas, pero sí trabajo, junto con muchos otros funcionarios, para que esas decisiones se apoyen en una base técnica bien fundamentada. Y para eso es clave una buena coordinación.
-Los caminos hacia la administración pública no son sencillos. Háblenos de su proceso para conseguir esta importante meta.
-La verdad es que mi camino no fue lineal. Vengo del ámbito de la investigación científica, donde estuve trabajando durante años, tanto en España como en el extranjero. Pero llegó un momento en que decidí dar un giro profesional y prepararme para entrar en el Cuerpo de Ingenieros Agrónomos del Estado. Opositar es un proceso exigente, que requiere disciplina, constancia, y lo que para mí fue más complicado: afrontar las dudas que surgen al asumir un cambio. Pero hay algo que une mi etapa como investigadora con lo que hago ahora, y es la posibilidad de aportar desde lo público a un sector que me apasiona. Eso, al final, lo compensa todo.
-Para quienes estén preparando oposiciones a cuerpos técnicos de nivel alto como este, ¿qué recomendaría tanto desde el punto de vista práctico como anímico?
-Bueno, es cierto que las oposiciones en España tienen una carga memorística muy elevada. Desde mi punto de vista, eso no siempre garantiza que se seleccione a las personas más adecuadas para algunos puestos, pero entiendo que es una manera de democratizar el acceso y asegurar la transparencia. A nivel práctico, yo diría que es fundamental ser buen estratega: saber gestionar los tiempos, entender cómo funciona el proceso, tener claro qué se espera de ti… De hecho, esas habilidades muchas veces creo que son más decisivas que la propia capacidad de memorizar. Y a nivel anímico, pues es una carrera de fondo. Hay momentos duros, pero es clave tener el objetivo bien claro. En todo caso, cada opositor tiene su sistema, y yo desde aquí solo puedo mandarles mucho ánimo, porque entiendo muy bien por lo que están pasando.
-Tuvo la oportunidad de trabajar en uno de los grandes centros de investigación en Estados Unidos. ¿Qué es lo que más le sorprendió de aquel entorno y qué se llevó consigo?
-Desde el punto de vista científico, lo que más me sorprendió fue el acceso a una financiación mucho mayor y, sobre todo, un entorno muy multicultural, con profesionales excelentes. En lo personal, la experiencia me ayudó mucho a ganar autonomía, a confiar más en mí misma y a valorar distintos enfoques. Pero si tuviese que quedarme con algo, lo más importante han sido las amistades que hice y que todavía conservo.
-¿Cree que en Galicia o en España nos falta algo para retener talento investigador, o es más cuestión de oportunidades y contexto?
-Para mí esto es claro. Tenemos muchísimo talento, es una cuestión de oportunidades y de estabilidad laboral. Aquí se hace muy buena ciencia, pero falta continuidad y reconocimiento a largo plazo. La inestabilidad empuja a gente brillante a buscar fuera lo que aquí deberíamos intentar retener. Está más que demostrado que apostar por la ciencia impulsa el progreso de un país. El día que la política priorice esto, posiblemente avanzaremos como sociedad.
-Usted es de A Estrada, una tierra muy vinculada al agro. ¿Diría que su origen influyó en su vocación profesional?
-La verdad es que ser ingeniera agrónoma no era mi primera opción, pero creo que con el tiempo se ha convertido en mi verdadera vocación. En cada etapa de mi trayectoria me he sentido más convencida de que este era mi camino. Y sí, es posible que el haber crecido rodeada de cultura rural y de respeto por la tierra haya influido.
-Durante años se especializó en cómo las plantas responden al estrés abiótico. ¿Qué tiene de fascinante estudiar algo tan aparentemente invisible como ese sufrimiento vegetal?
-Pues mira, la clave de todo esto es que el clima está cambiando y la población mundial sigue aumentando. Si queremos producir alimentos seguros, sin sobreexplotar los recursos y en cantidad suficiente, tenemos que avanzar sí o sí en este tipo de investigaciones. Entender cómo se comportan las plantas a nivel fisiológico, bioquímico y molecular frente a situaciones de estrés relacionadas con el cambio climático nos va a ayudar mucho. Y si a eso le sumamos herramientas como las nuevas técnicas genómicas, podemos dar pasos importantes para garantizar la soberanía alimentaria y usar mejor los recursos.
-El rural gallego está experimentando cambios. ¿Le gustaría contribuir en este proceso desde su rol actual?
-Sí, siempre que esté en mi mano estaré encantada de contribuir positivamente desde cualquier lugar. De hecho, mantengo una relación estrecha con la Universidad de Santiago, y colaboro siempre que puedo con la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería, que hace un trabajo admirable en esta materia.
-En el futuro, ¿se ve volviendo a la investigación, explorando caminos más políticos o incluso volviendo a Galicia? ¿O prefiere no hacer planes a largo plazo?
-Volver a Galicia es algo que siempre tengo en la cabeza, claro. Pero también te digo que trabajar en el Ministerio de Agricultura es, para mí, un sueño cumplido. Hubo épocas en mi vida en las que era muy rígida y autoexigente, como si tuviera un cronograma vital colgado en la nevera. Ahora estoy aprendiendo a soltar un poco esa idea y a vivir en el presente, disfrutando de mi trabajo, sin marcarme una hoja de ruta cerrada, pero con la intención de aportar y contribuir, esté donde esté.
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