Palmas y olivos a lomos de la Borriquita
Centenares de fieles salen a la calle en Lalín, A Estrada y Silleda para celebrar un concurrido Domingo de Ramos

Centenares de fieles salen a la calle en para celebrar un concurrido Domingo de Ramos / Bernabé/Ángel Abeledo
El Domingo de Ramos es una fecha cargada de simbolismo y esperanza, que recuerda la entrada triunfal del hijo de Dios en Jerusalén, recibido entre aclamaciones y ramos de palma por un pueblo que, días después, lo vería marchar hacia el Calvario para ser crucificado. Los fieles Deza y Tabeirós-Montes se echaron ayer a la calle para escenificar una jornada que se convierte en la puerta sacra que abre un año más la Semana Santa.
La Bendición de Ramos y posterior procesión de la Borriquita de Lalín fue de las más concurridas de los últimos años en la capital dezana. Tras bendecir el párroco Marcos Torres ramas y olivos desde el palco de la música del Praza da Vila, la comitiva recorrió acto seguido las calles céntricas de la localidad con la novedad de estrenar un paso infantil de la Borriquita cuyo trono fue elaborado por el artesano Luchi Iglesias. Niños vestidos de monaguillos y, sobre todo, de hebreos hasta superar la cifra de 60 se turnaron para mover un anda dotado de ruedas que hizo más fácil su traslado por los pequeños. Junto a ellos una multitudinaria procesión compuesta por familias enteras portando sus palmas y ramas de olivo completaron la comitiva que también contó con la presencia de Os Dezas de Moneixas, que se encargaron de poner la melodía a una jornada emocionante.

El nuevo paso de la Borriquita de la Semana Santa lalinense. | Bernabé/Ángel Abeledo
Por su parte, en A Estrada también se vivió con fervor el Domingo de Ramos. Las campanas de la iglesia parroquial repicaron temprano para dar comienzo a la primera eucaristía a las 10.00 horas, donde ya se notaba el ambiente solemne propio de estas fechas. A las 12.30 horas tuvo lugar la celebración más multitudinaria: tras la procesión con la tradicional borriquita, los fieles se congregaron en la Praza da Farola, donde el párroco José Antonio Ortigueira ofició el acto de bendición de los ramos —o palmas, como también se les llama en la tradición popular— al aire libre, rodeado de un ambiente de recogimiento y devoción.
El sol acompañó durante toda la jornada, y la plaza se llenó de estradenses, con ramas de laurel y olivo en alto, niños y mayores que no quisieron perderse esta ceremonia tan arraigada. Ya por la tarde, a las 20.00 horas, se celebró la última misa del día.
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