A la selectividad 12 años después
El Concello divulgó en 2013 los resultados de una encuesta sobre el sello de calidad del plato: rozó el sobresaliente tras 2.500 encuestas en restaurantes

Comensales en Os Arcos, el pasado domingo. | | BERNABÉ/ÁNGEL ABELEDO
La formación continua es esencial en todas las profesiones, máxime en aquellas que requieren conocimientos como los Baby Boomers los de la Generación X, menos familiarizados con las nuevas tecnologías o con anglicismos. Vamos, que para evitar un fail y alcanzar un yasss no se puede perder la visión periférica de las cosas.
Después de 57 años el Cocido de Lalín es mucho más que una feria de muestras que tanto se popularizaron a mediados del siglo pasado, sino una herramienta económica. La capital dezana recibe cada año a millares de comensales y no solo en el día grande de la fiesta, con un acertado proyecto del Mes do Cocido que desde hace tiempo dura más de medio año. La búsqueda de la excelencia requiere de un compromiso firme de sus protagonistas. Si el Concello hace un esfuerzo importante [los actos sociales, culturales y promocionales del Cocido cuestan cientos de miles de euros] pretende establecer un quid pro quo: los restauradores tienen que ofrecer un producto de naturaleza incontestable y por eso se articulará un protocolo sobre el sello de calidad. El alcalde, José Crespo, aseguró que esta propuesta partió del propio sector, con el que pactará las acciones de un gremio que, todo hay que decirlo, con su esfuerzo, obtiene una rentabilidad económica muy importante.
En mayo de 2013 el Concello daba a conocer los resultados de una encuesta de cara a la implantación del sello de calidad. Fue durante el Mes do Cocido cuando se distribuyeron en los restaurantes unos cuestionarios para ser cubiertos por los clientes. El cocido rozó el sobresaliente, pues así lo atestiguaron los comensales que cubrieron las 2.500 encuestas. La atención recibida fue valorada como «muy buena» por el 84,88% de los encuestados y como» buena» por el 14,47%, lo que suma más del 99%; solo un 0,53% la califica de «muy mala» y un 0,12% de «mala». Algo parecido sucede con la calidad de la comida, valorada como «excelente» por más del 99%. El precio, entonces entre 20 y 45 euros, fue aceptado de buen grado por casi seis d cada diez clientes. La peor nota fue para la información turística recibida.
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