Las bodas de plata del Absolute

Corría el año 2000 cuando Sofía Mosteiro abría las puertas del gimnasio Absolute en la calle Gradín de A Estrada. Su propuesta era toda novedad para la época y fue un éxito rotundo. 25 años después, el Absolute sigue siendo un referente gracias a su filosofía y su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos.

Sofía Mosteiro, en el centro Absolute de A Estrada. |  Bernabé

Sofía Mosteiro, en el centro Absolute de A Estrada. | Bernabé

A Estrada

Cuando Sofía Mosteiro echa la vista atrás para recordar los inicios del gimnasio Absolute se acuerda de las dudas que tuvo a la hora de poner en marcha su proyecto aquí. La por entonces joven de 25 años admite que fue una cuestión de «casualidad» y también de un estudio de mercado que terminó siendo todo un acierto. Nacida y criada en la localidad suiza de Ginebra, Mosteiro se define como natural de Agolada, un lugar que quedó descartado de la terna desde el inicio por ser muy pequeño. Lalín, Melide, Bertamiráns o Noia fueron sus otras opciones, aunque finalmente se decantó por A Estrada. «Era el lugar que más posibilidades me daba», admite. Un cuarto de siglo después, el gimnasio Absolute ya no tiene nada que ver con aquel inicial. Mosteiro y su gimnasio han sabido irse adaptando a los nuevos tiempos para terminar por convertirse en un referente para todos los estradenses.

En 2025 y en pleno auge de este tipo de propuestas deportivas, A Estrada cuenta con diferentes opciones a la hora de ir al gimnasio, aunque la gran referencia por su larga historia y su filosofía es el Absolute. La empresaria recuerda que en los tiempos en que se regían por socios llegaron a tener 500. Ahora que han implementado un sistema diferente, con la posibilidad de acudir con bonos diarios y sin cuota mensual, calcula que tendrán unos 300. Mosteiro, ganadora del premio honorífico a la labor de las mujeres en el Concello de A Estrada 2017, admite que en estos 25 años el gimnasio ha cambiado mucho, adaptándose siempre a las nuevas tendencias, pero una de la que más orgullosa se siente es de la cada vez más patente presencia de mujeres. «Ahora mismo tenemos más mujeres en el gimnasio que hombres y cada vez más mayores. Incluso en las máquinas cada vez hay más. Con el paso de los años se demostró que esto no es una cuestión solo de hombres».

Para explicarnos el camino hasta este punto, Mosteiro nos lleva muy atrás, a Ginebra, donde dio sus primeros pasos en la gimnasia artística, un mundo que la definió en gran medida como la mujer que es hoy. Con el paso de los años, esta afición la fue compaginando con los ritmos urbanos. «Sabía que el deporte era lo mío pero se metieron las artes gráficas por el medio», recuerda. Así, decidió estudiar fotografía en el Mestre Mateo de Santiago, una experiencia que le sirvió para darse cuenta que aquello no era lo suyo.

Tras estudiar INEF, Mosteiro decidió crear el gimnasio Absolute, que inicialmente estaba en la misma calle Gradín, pero en la acera de enfrente y un poco más arriba (donde hoy está la academia de ballet). Allí estuvo 15 años, hasta que en 2015 se trasladó a su actual bajo, más grande y abierto. «En esa época aquí había gimnasios como el Shaolín o el Koryo, pero estaban más centrados en la artes marciales. El único que tenía algo de máquinas era el Shaolín, que se las había comprado al Gimnasio Sport, uno que estuvo durante un tiempo en la calle San Paio, donde luego estuvo el pub La Meca», recuerda.

La novedosa propuesta del Absolute fue un éxito desde el inicio, con su céntrica ubicación y sus diferentes clases como un gran reclamo. «Esto cambió mucho, aunque siempre busqué seguir una filosofía de trabajo saludable. Eso es algo que nos define. No somos por ejemplo un centro para hacer culturismo. Nuestra meta es ser coherentes con la salud», apunta. Ese planteamiento les permite tener clientes que van desde los 5 hasta los 90 años. Además, se han ido consolidando como un lugar de referencia en el trabajo con personas con falta de autonomía o movilidad. «Damos clases de todo tipo. Cuando empezamos se llevaba mucho eso de la gimnasia de mantenimiento y el aerobic. Luego por ejemplo vino el auge del Zumba, que es más sencillo y divertido».

Sin embargo, una de las cosas de las que más orgullosa se siente es de su escuela y del club Ximnasia A Estrada, un proyecto que puso en marcha cuando abrió el gimnasio. «Empecé con 7 niños y en poco tiempo ya tenía 80, que entrenaba yo sola en el pabellón del Pérez Viondi», recuerda.

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