«Firmé el primer convenio internacional de la UVigo»
Un grupo de amigos y compañeros organizan mañana una comida en Vilatuxe en honor del catedrático de la UVigo, el lalinense Manuel Pérez Donsión, recientemente jubilado. Este ingeniero industrial recuerda para FARO con cariño los 44 años de docencia en el campus vigués al que asegura que echará de menos.

Manuel Pérez Donsión, ayer, en el despacho de su casa de Lalín. | Bernabé/Javier Lalín
Está en posesión de un curriculum envidiable. Catedrático de la UVigo desde 1993, el ingeniero lalinense Manuel Pérez Donsión decía adiós el curso pasado a toda una vida dedicada a la docencia en el campus vigués. Recién llegado de un viaje a Catar atiende la llamada de FARO con motivo de la despedida que mañana le hacen tras su jubilación.
¿Qué fue lo que llevó hasta Doha si no es mucho preguntar?
Ahora que tengo más tiempo me puedo escapar de vez en cuando. En Doha tenemos un amigo al que fuimos a visitar pero también nos dimos una vuelta por allí. La verdad es que aquello creció de una forma impresionante. Allí el dinero sobra y se nota, claro. La verdad es que tienen unas instalaciones impresionantes. Yo siempre he sido muy viajero pero con la docencia y la investigación tenía que ajustarme a unas fechas determinadas. Ahora ese problema ya no existe como es natural
.
Se ha pasado toda una vida en el campus vigués, ¿no?
Entré el 1 de octubre de 1980 y me jubilé el 31 de agosto pasado. Son 44 años menos un mes. Yo vi nacer a la Universidad de Vigo. Lo cierto es que se trata de universidad que se desarrolló una barbaridad. Además, en cuanto a producción científica es algo impresionante. El primer convenio internacional de la Universidad de Vigo siendo rector comisario Luis Espada lo firmé yo con una universidad alemana. Salí en toda la prensa firmándolo yo pero la verdad es que el convenio lo llevaba firmado.
Si echa la vista atrás, ¿cuál es el balance de todos esos años?
Es un balance fantástico. Yo empecé en Lalín cuando terminé mi segunda carrera porque yo hice primero ingeniero técnico industrial, pero terminé Ingeniería Industrial en 1980 y monté la primera oficina de proyectos de ingeniería industrial en Lalín, en la calle A o Luis González Taboada. Siempre tuve mucho interés por la docencia, siempre me gustó muchísimo el enseñar. Tan pronto hubo la oportunidad me presenté a una plaza junto a otros cinco candidatos y al final me seleccionaron a mi y desde aquellas. La verdad es que fue una experiencia fantástica y no elegiría otra cosa, repetiría o si pudiese continuar, seguiría incluso sin sueldo a mayores de lo que corresponde a la jubilación
.
Es curioso pero con todos los profesores universitarios que he hablado reconocen que tampoco lo dejarían. ¿Qué es lo que tiene la docencia universitaria?
Cuesta mucho, la verdad. Yo hecho en falta el alumnado y la llegada del mes de septiembre, que sabía que era el mes en el que empezaban las clases. Para mí fue costoso tener que marcharme. Sí es cierto, y tengo que reconocer, que siempre tuve muy buen relación con los alumnos. Es una experiencia difícil de explicar. Muchos que trabajaban ya cuando terminaban prácticamente la carrera y estaban con el proyecto, venían a mi casa los fines de semana para que les hiciera el proyecto final de carrera. Yo los sábados y domingos pues estaba igual haciendo un churrasco fuera y ellos por aquí trabajando. Sigo teniendo muy buenas relaciones con alumnos que terminaron la carrera. Y tengo que decir que si estás abierto, también aprendes mucho de ellos
.
¿Cuál es la diferencia que más notó entre el antiguo CUVI y el nuevo campus olívico?
La diferencia es abismal. Yo me acuerdo de lo terrible que era subir al CUVI en aquellos primeros años. Aquellas nevadas o bajar rápido porque después se cortaba todo, no había ni aguas fecales sino pozos y aquello era un desastre. Hoy en día es un campus bonito. Al menos, esa es mi opinión
.
¿Tiene pensado seguir haciendo cosas por su cuenta en su ámbito formativo o se dedicará sobre todo a viajar por el mundo?
Soy el presidente de una asociación europea y otra española, y soy el editor jefe de cuatro revistas electrónicas en inglés con bastante difusión, una de las cuales indexada por Scopus. Trabajo en ello incluso estando jubilado. Además, todos los años organizamos una conferencia internacional de energías renovables que ya va por su edición número 23, y sigo colaborando con todo ello. Antes me costaba mucho llevar todas estas cosas y ahora el tiempo me lo permite sin ningún problema. Echas en falta, pues eso, la docencia, el contacto con los alumnos, pero no pierdes el contacto con la gente del mundo. Date cuenta que esta conferencia, en Santiago, había 350 personas de 65 países diferentes. Es una conferencia que no paró ni durante la pandemia, cuando la hicimos personal y online.
¿Se queda en Lalín o seguirá viviendo en la ciudad de Vigo?
Me quedaré aquí porque Lalín es una maravilla. Vigo en los últimos años ha cambiado mucho y es una ciudad ya agradable para vivir. Pero Lalín es la tranquilidad, aunque ha cambiado un tanto últimamente porque ves gente de fuera un poco extraña. Lo bueno es que te sigues encontrando con gente conocida y es un pueblo casi ciudad tranquilo. Los que vienen de fuera a Lalín me dicen que ya es una ciudad y la verdad es que sí.
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