Venezolanos en A Estrada esperan a la caída del chavismo para volver a casa
La comunidad crece desde hace meses debido a la escalada en la tensión política, social y económica en su país | Denuncian esperas de hasta tres años para conseguir los papeles

Un grupo de venezolanos afincados en A Estrada muestran la bandera de su país como reivindicación previa a las elecciones de julio.
La comunidad de venezolanos afincada en A Estrada vive con el corazón en un puño desde hace semanas, aferrándose a la poca esperanza que le queda de que su país, Venezuela, quede libre del yugo de Nicolás Maduro. Así lo explica Carmen Barros, una vecina de 65 años que lleva veinte de ellos morando en la localidad estradense y que, desde entonces, formando parte de diversas agrupaciones, ha dedicado parte de su tiempo a ayudar a sus compatriotas en la difícil travesía que supone la emigración.
«Nos crearon tantas expectativas que al final uno se desilusiona, porque no le vemos el fin. María Corina habló, dio su mensaje esperanzador, nos pidió que no nos rindiéramos, que fuésemos hasta el final, pero ¿cuándo llegará ese final?», expone.
En los últimos dos años, la nómina de venezolanos en A Estrada ha crecido considerablemente, pero Barros afirma que se trata de una situación provisional: «La mayoría de gente que se ha venido está deseando que se acabe el chavismo para volver a su país. La emigración es muy dura». Por ello, todas las ilusiones estaban depositadas en las elecciones del pasado 28 de julio, momento en el que Maduro, entre denuncias de fraude electoral, habría conseguido continuar su mandato con una tercera legislatura. Aunque no fue hasta el pasado 10 de enero cuando la tensión política y social explotó con la toma de posesión del sucesor de Hugo Chávez. «En todas las elecciones estaban manipulados los resultados. La oposición nunca tuvo la oportunidad de hacer lo que hizo María Corina, el plan estaba armado, pero una vez más, volvimos a llevarnos el batacazo», declara Barros, que añade: «Después, todo fue caos y confusión. En A Estrada tenemos a un coronel retirado que se tuvo que escapar de las fuerzas del régimen por Colombia simplemente por haber ido de testigo de María Corina en una mesa electoral».
Ahora, como él, son muchos los que huyen de la represión política, del desgaste y la inestabilidad social y económica, regresando a su tierra de origen, Galicia. Dentro de estos, un alto número busca establecerse en A Estrada, aunque, en lugar de encontrarse la tranquilidad que buscaban al hacer las maletas y abandonar Venezuela, aquí se topan con otro tipo de trabas vinculadas a la burocracia.
«Estamos teniendo un problema muy grande con el tema de los permisos de residencia y los asilos políticos. En Pontevedra, los plazos de espera para entregar alegaciones son de hasta tres años. Esto es un tiempo durante el cual los inmigrantes no están regularizados en el país, no pueden trabajar ni alquilar vivienda, y deben recurrir a otras vías no legales para ganarse la vida», lamenta Barros, que considera que este limbo administrativo lleva a los inmigrantes a una situación de ineludible precariedad económica: «Si no puedes trabajar legalmente, es imposible prosperar. Los que están aquí se sacan las castañas del fuego como pueden, pero es normal que extrañen su hogar si aquí no pueden enraizar».
Por fortuna, Carmen, o Carmencita, como la llaman sus amigos y familiares, reconoce que «en A Estrada hay mucha gente buena» y que tanto desde la administración local, como la oposición u organismos como Cáritas Parroquial, los venezolanos recién llegados reciben una buena acogida y el apoyo que necesitan para dar sus primeros pasos en su nuevo destino. «Ahora mismo lo que más nos preocupa es la falta de vivienda y las largas esperas para regularizar la documentación, pero hay mucha gente que arrima el hombro, incluso a riesgo de meterse en problemas», dice, aludiendo a aquellos que emplean a sus compatriotas pese a no tener papeles, para darles la oportunidad de ganarse el sustento.
Mientras todas estas cuestiones se resuelven, los ojos de la comunidad venezolana establecida en A Estrada están puestos en el otro lado del océano Atlántico, a la espera de que «por fin gane la democracia» y «se acabe el chavismo», para «poder volver a casa». Así lo expone Barros, quien todavía mantiene contacto con los familiares y amigos que decidieron quedarse en Venezuela: «Los que no se fueron ya es posible que no lo hagan nunca, es gente que quiere ver cómo cae el régimen y, pese a que cada vez da más miedo participar en las manifestaciones, porque te encierran, te torturan y te hacen cosas que aquí uno no se puede imaginar, siguen resistiendo como pueden». Desde aquí o desde el País del Ávila, todos ellos buscan y luchan por conseguir la estabilidad para su patria.
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