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La autovía AG-59: 20 años entre tramo y tramo

Que no se planteen parones entre las dos fases de la prolongación desde A Ramallosa hasta A Estrada resulta de gran importancia para el municipio | Cuatro presidentes y cinco conselleiros, en el dilatado paréntesis desde el primer tramo

Fraga coloca la primera piedra
 de la infraestructura, en 2005.   | / LAVANDEIRA

Fraga coloca la primera piedra de la infraestructura, en 2005. | / LAVANDEIRA

Ana Cela

Ana Cela

A Estrada

El gato escaldado al agua el teme. Y es fácil de entender. Por si falla la memoria, las hemerotecas esquivan la pesada pátina que abriga el olvido. El alcalde estradense era todavía un niño cuando se inauguró el primer tramo de la autovía llamada a conectar el municipio con la capital gallega, en 2008. Sin embargo, las palabras del hombre que ahora rige los destinos de este concello pontevedrés después de haber visitado, a mediados de esta semana, la zona de obras para prolongar la autovía AG-59 tienen mucho más peso y repercusión del que podría parecer. “El compromiso es real y no habrá parón. Se quiere que a finales de 2025 empiece la segunda fase”, dijo el regidor. Con ello traslada la intención de que no haya compás de espera entre la fase de la prolongación que está ahora en ejecución y la que continuaría este nuevo tramo hasta O Rollo, ya en suelo estradense. Si se atiende a la historia de esta autovía, este non stop resulta crucial. Y es que, entre tramo y tramo del vial de alta capacidad han pasado, por decirlo de manera resumida, 20 años.

Inauguración del primer tramo,
 en 2008.   | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Inauguración del primer tramo, en 2008. / Bernabé/Javier Lalín

Hace al menos un cuarto de siglo que en A Estrada se habla de la necesidad de agilizar sus conexiones con Santiago de Compostela. Las hemerotecas arrojan páginas y más páginas repletas de referencias a un vial de altas prestaciones al que, en sus primeros momentos, se le daba el nombre de “variante de Cacheiras”, con una longitud de 7,7 kilómetros de recorrido. Quizás por ello no dejaron de sorprender, cuando el primer tramo se inauguró, aquellos grandes carteles que bautizaban –casi de manera simbólica– la AG-59 como la autovía Santiago-A Estrada.

Rueda visita el inicio de los 
trabajos de prolongación.

Rueda visita el inicio de los trabajos de prolongación. / Cedida

La voz de los empresarios fue por delante de la de los políticos locales. Tomaron la bandera y mostraron en la Xunta el deseo estradense de acercarse a Santiago. Una representación de industriales del municipio, acompañada por los presidentes de las patronales provincial y local, testimoniaron en 2004 estas aspiraciones al entonces conselleiro de Política Territorial y años después dirigente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, quien en abogaba por dejar el estudio de la autovía entre A Estrada y Pontevea para cuando se hubiese concluido aquella primera fase de la “variante de Cacheiras”. Feijóo no dio grandes esperanzas a la patronal en ese encuentro, condicionando la continuidad del vial a los flujos de tráfico.

El propio Feijóo acompañaría el 11 de mayo de 2005 al entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga, en el acto de colocación de la que sería la primera piedra de esta autovía. Se calculó entonces que para la ejecución de las obras de este primer tramo sería precisa una inversión total de 24,3 millones y un plazo de materialización de 20 meses. Las previsiones que barajaba la Xunta pasaban por que la obra quedase concluida en febrero de 2007. Pero los cálculos fallaron. No fue hasta el 21 de noviembre de 2008 cuando un nuevo presidente autonómico, el socialista Emilio Pérez Touriño, cortase la cinta inaugural de la AG-59, un acto que estuvo especialmente protagonizado por la previsión de ampliar ya la autovía. La Xunta puso a María José Caride en la cartera de Infraestructuras y señaló en ese instante que estaba redactando el estudio informativo y de impacto ambiental para la segunda fase, para la que se estimaban necesarios 76 millones y un vial de 13,5 kilómetros.

Por lo tanto, entre aquel 2004 en el que los empresarios de A Estrada pretendían impulsar la llegada de la autovía hasta A Estrada asistiendo ya al inicio de la obras del tramo de la AG-59 hasta ahora, cuando se sigue hablando de que la infraestructura llegue a suelo estradense y sea útil a la finalidad esbozada por los industriales del municipio, han pasado dos décadas. 20 años y esta vía sigue teniendo un único tramo operativo, aquel del que ya se hablaba a comienzos de 2000.

Voladuras, esta semana, en la
 zona de Teo.

Voladuras, esta semana, en la zona de Teo. / Cedida

Cambio

Al César lo que es del César. Es justo decir que han pasado todos estos años pero que el escenario ha cambiado. Las obras para prolongar la autovía Santiago-A Estrada han llegado al vecino municipio de Teo, con la intención de que los trabajos avancen para llevar este vial de altas prestaciones hasta Pontevea. Aunque no será hasta finales del año que viene –según las previsiones de la Xunta– cuando quede lista la obra, el avance ya es evidente. Sin embargo, desde el municipio estradense se sigue de cerca la actuación, recordando que no puede haber dos sin tres. O, lo que viene a ser lo mismo, que el tramo que realmente resulta útil para los estradenses no es otro que el que llegue hasta O Rollo, a poca distancia ya del polígono industrial de Toedo, el principal parque empresarial estradense, muy próximo ya a la capital municipal.

El alcalde insistía esta semana en la previsión de la Xunta de que las dos fases de prolongación queden enlazadas, que no haya un fin de obra hasta que la autovía llegue a Santa Cristina de Vea. Y es que, si es cierto que a la AG-59 le ha costado largo tiempo arrancar en A Ramallosa, también lo es que no en pocas ocasiones se viene apuntando la inconveniencia de que la autovía se pare en Pontevea, generando una suerte de “embudo” y ofreciendo una solución realmente poco efectiva para mejorar la conexión Santiago-A Estrada.

Desde que Touriño inauguró la AG-59, se fue haciendo camino al andar. El tiempo dio para un nuevo cambio de gobierno en la Xunta. Un nuevo conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, Agustín Hernández, fue el encargado de anunciar que el tramo de la AG-59 hasta A Estrada mediría 11,44 kilómetros y tendría un coste de 78 millones de euros. Sin embargo, sería también Hernández el que se encargase de confirmar en 2012 que la crisis económica obligaba a echar el freno.

Entre otra finalizada y obra iniciada en la AG-59 hicieron falta 15 años. Ni uno menos. Fue el tiempo transcurrido desde la inauguración, en noviembre de 2008 de la AG-59, hasta el inicio de las obras que ahora están al 12% de su ejecución. El proyecto se retomó decididamente con la conselleira Ethel Vázquez y fue con Alfonso Rueda como presidente cuando la Xunta brindó abiertamente su compromiso de que esta autovía llegue, tantos años después, al municipio estradense. Ahora es María Martínez Allegue la responsable del departamento autonómico al que se vincula esta infraestructura. Es la quinta conselleira en la historia –ya larga– de la autovía Santiago-A Estrada. De tramo a tramo han pasado dos décadas y eso da para muchos cambios. Hasta cuatro en la presidencia de la Xunta. Que la AG-59 no eche el freno en Pontevea, cuando rematen las obras que están en ejecución, tiene gran importancia para la que se considera “piedra angular“ en el futuro de A Estrada. De ahí que, quienes aguardan su llegada, ansían que no se detenga antes del sprint final.

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