A Estrada: un lustro respirando mejor

Se cumplen cinco años desde que los estradenses estrenaron la nueva y ampliada alameda municipal

La nueva alameda, recién terminada

La nueva alameda, recién terminada / WORLDRONE

Ana Cela

Ana Cela

A Estrada

A Estrada soñó durante años con una alameda mayor. Hubo un tiempo en el que todos los estradenses tenían, de un modo u otro, ese mismo sueño. Unos soñaban como niños, deseosos de más espacio para jugar y correr; otros lo hacían como padres y madres, mientras que otros vivían esa aventura onírica como gestores, con deseos de ver cómo el principal “pulmón” del casco urbano se expandía, permitiendo que el aire entrase con fuerza y tuviese suficiente espacio para oxigenar una zona mucho más amplia. El sueño se cumplió. Evidentemente, la realidad no lo materializó exactamente igual para todos, pero sí por el bien común. Hace cinco años que los estradenses pudieron pisar la alameda con la que habían soñado. En estos días de mayo se cumple un lustro desde que el corazón de A Estrada respira a pleno pulmón.

Retirada de la antigua 
pérgola, entre el palco y el 
consistorio.   | // BERNABÉ/CRIS M.V.

RUn niño observa el derribo del anterior parque infantil. / Bernabé/Cris M.V.

Para llegar a aquel 17 de mayo de 2019 en el que, después de la ofrenda floral de las Letras Galegas ante el monolito de Marcial Valladares, la nueva alameda recibió a los estradenses, fue preciso un año de obras. Muchos las habrán ya olvidado, pero fueron meses en los que esta céntrica zona del casco urbano permitió ir viendo mudar su estampa como si de un time lapse se tratase.

Un niño observa el derribo 
del antiguo parque  | // BERNABÉ/CRIS M.V

La alameda, en obras. / Bernabé

Para colocar la “primera piedra” de los nuevos jardines municipales fue preciso tirar antes muchas otras. Y es que, después de que los terrenos necesarios para ampliar el parque hasta la Rúa Castelao fuesen expropiados, con un proceso que concluyó en diciembre de 2017, en abril de 2018 comenzó la demolición de los edificios existentes en los terrenos –cerca de 5.000 metros cuadrados– que se ganaron para el patrimonio público. Las demoliciones comenzaron con el elemento de mayor impacto visual: la antigua estructura de un edificio inacabado, continuando por el chalé que durante décadas limitó con la alameda y siguiendo con dos casas que daban hacia la Rúa Iryda, junto con los alpendres anexos a todas estas edificaciones. Llegó después el momento de acondicionar todo el terreno para que pudiesen comenzar las obras de reforma a toda la alameda municipal, una acción que englobó todo el área comprendida entre la Praza da Constitución, los antiguos jardines y su zona de expansión hasta la Rúa Castelao. En total, 12.500 metros cuadrados de zona verde y entorno peatonal pensados para el esparcimiento.

Vista aérea de la alameda 
durante su construcción.   | // WORLDRONE

Vista aérea de la alameda durante su construcción. | // WORLDRONE / Ana cela

Para llegar a estrenar, hace ahora cinco años, esta alameda hizo falta un proceso de expropiación del que ya comenzó a hablarse en 2015. Permitió pasar de los 6.000 metros cuadrados de jardines a 10.500. Los 4.500 expropiados estaban distribuidos en seis parcelas correspondientes a cuatro propietarios. La operación, incluyendo ya el incremento que hubo que aplicar tras la resolución del tribunal de justiprecio, rozó los 1,8 millones de euros, una cifra muy por debajo de los alrededor de siete millones de euros que –según se informó en su momento– solicitaron los propietarios en sus recursos. En 2020 el Supremo puso punto y final al periplo judicial de la alameda y desestimó el último recurso que quedaba pendiente por la expropiación de los terrenos para ampliar esta zona verde, despejando todos los augurios de bancarrota. Que los hubo.

Vista de la zona expropiada
para la alameda y de las 
construcciones derribadas. 
  | // BERNABÉ

El césped llegó en rollos días antes de estrenar el parque. / Bernabé/Cris M.V.

Como siempre cuando se afronta una obra de esta envergadura, los trabajos se convirtieron en tema recurrente en la conversación de todos los estradenses, siendo materia de debate en la calle y en la tribuna política. Llovieron críticas y aplausos a partes iguales. Todavía con defensores y detractores, ya no del proceso de ampliación sino del diseño escogido, lo que ya nadie pone en duda hoy en día es que esta actuación transformó en poco tiempo la fisionomía urbana de esta céntrica zona de la capital estradense.

Zona de juego para los niños 
más pequeños.   | // BERNABÉ/CRIS M.

Zona de juego para los niños más pequeños. | // BERNABÉ/CRIS M. / Ana cela

Una de las apuestas del proyecto fue reforzar la importancia en este enclave de dos elementos patrimoniales: la propia casa consistorial y el palco de la música. Se buscó que pudiesen contemplarse juntos en un espacio abierto, sin elementos que interrumpiesen su observación conjunta. Tocó entonces retirada para partes emblemáticas de los antiguos jardines estradenses, como la pérgola de piedra que separaba el palco del ayuntamiento o el propio muro que delimitaba todo el recinto.

La alameda, en pleno proceso 
de obras.   | // BERNABÉ

La zona de ampliación de la alameda, con las edificaciones que fueron derribadas. | // BERNABÉ / Bernabé

Este último cierre se mantuvo, por cuestiones de seguridad, durante las obras, pero se lo eliminó cuando la reforma encaraba su fase final, justo antes de retirar todo el vallado perimetral. De este modo, el parque quedó abierto por completo a la malla urbana en la que se asienta, enmarcado por las rúas Iryda, Castelao y la Avenida Benito Vigo. Además, la propia alameda se extiende hacia la Praza da Constitución, que queda integrada estéticamente en el parque tras haberla dotado de un pavimento en hormigón blanco. La medida levantó ampollas, porque supuso retirar la piedra que cubría todo el tapiz a los pies del consistorio.

El nuevo césped llegó a la 
alameda en rollos días antes 
del estreno.   | // BERNABÉ/CRIS M.V.

Retirada de la pérgola entre palco y consistorio. / Bernabé/Cris M.V.

A la alameda puede accederse desde la Praza da Constitución por dos entradas, una pegada al consistorio y otra situada donde estaba antes ya la entrada principal. Los dos accesos terminan confluyendo y, a partir de ahí, el paseo por la alameda avanza a través de una sucesión de plazas –hasta cuatro– y sendas peatonales, unas principales y otras de carácter secundario. La propuesta supuso crear 5.447 metros cuadrados de plazas y caminos pavimentados. Al margen de la Praza da Constitución, la primera plaza pública tendría 269 metros; la segunda, 456; la tercera 465 y la cuarta 459. De este modo, la propuesta se ajustó a una de las indicaciones de Patrimonio, conservando la filosofía de paseo central propio de las alamedas a través de esta sucesión de plazas rodeadas de vegetación.

A Estrada: un lustro respirando mejor

Entrada de la antigua alameda. / Bernabé

De hecho, las zonas ajardinadas ganaron mucho terreno. Se redujeron las zonas de tierra y cobraron protagonismo césped –que llegó en rollos, sin tener que aguardar su crecimiento– y arbolado. Estas zonas verdes conforman todo un cinturón en la nueva alameda, además de ir salpicando la zona pavimentada. Este espacio verde se configuró en distintas topografías.

El hormigón blanco es otro de los elementos más polémicos y diferenciadores de la alameda. Está presente en el pavimento y también da forma a los bancos. Y aquí llega otro trazo característico de este espacio: 795 metros lineales de bancos, en algunos casos directamente con el hormigón como asiento y, en otros, con algún apoyo o cobertura en madera. Todos estos elementos son, además, soporte importante del sistema de iluminación inferior, que en esos cinco años ha tenido que reponerse en varias ocasiones por actos vandálicos o por deterioro.

Para el ocio infantil y juvenil se reservaron unos 1.500 metros cuadrados, zonificados en tres partes y por edades: de 0 3 años, de 3 a 12 y de 12 en adelante. Tirolina, pirámide de cuerda y cohete con toboganes, junto con una pista polideportiva, son los elementos principales. Sin embargo, a día de hoy ya son muchos los estradenses que señalan falta de espacio, en especial en la zona destinada a los niños de menor edad, donde cuando el tiempo acompaña el recinto vuelve a verse como hace cinco años: escaso.

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