La puerta de las mil llaves
La biblioteca de A Estrada cumple 70 años desde que comenzó a gestarse como servicio municipal y en abril de 2024 celebrará su primera década en la Casa das Letras

Aarón Cabado, el nuevo bibliotecario de A Estrada, ayer, en la Casa das Letras. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Ana Cela
Aarón Cabado tiene el trabajo que envidiaría cualquier apasionado amante de la lectura. Su jornada laboral se desarrolla cada día en la Casa das Letras, rodeado por miles de títulos que tienen la llave para un sinfín de mundos, reales e imaginarios. Desde hace algo más de un año, Aarón es el bibliotecario de A Estrada y –también– un soplo de aire fresco para un servicio municipal que comenzó a gestarse hace 70 años y que en el abril de 2024 cumplirá su primera década en las salas del antiguo Edificio José Antonio.
La pandemia abrió unos años difíciles para el servicio bibliotecario. Los usuarios no podían coger por su cuenta los ejemplares dispuestos en las estanterías, protegidas con medidas de seguridad que, incluso lejos de los meses más duros de la crisis sanitaria, echaban para atrás hasta al más avezado lector. Sin embargo, el empleo de las redes sociales y cambios en el funcionamiento diario de la Casa das Letras está motivando que la biblioteca municipal resulte muchísimo más atractiva y, sobre todo, que tenga una imagen más apegada a las necesidades, gustos y actualidad de quienes pasean por sus salas.
“La evolución es bastante buena”, reconoció ayer el bibliotecario estradense. Explica que las estadísticas de funcionamiento de este servicio municipal comenzaron a funcionar en 2018. Los ejercicios 2020 y 2021 no resultan fiables, por las limitaciones y medidas adoptadas en relación al préstamo bibliográfico. Sin embargo, tanto 2022 como 2023 están demostrando que los estradenses han regresado con ganas para hacer suya la Casa das Letras. En 2022 se superaron los 3.500 libros prestados para lectura en domicilio y, a falta de dos meses para que termine el año, en 2023 van ya más de 4.800.
Superar la obsolescencia
“Una parte grande del fondo estaba y sigue estando obsoleta”, reconoce Aarón Cabado. Indica que se está trabajando para corregir esta situación. De hecho, tanto el año pasado como el actual se han ido sumando nuevos títulos al catálogo, incorporando clásicos de la literatura que faltaban y añadiendo novedades de los últimos años que contribuyen a enriquecer el fondo. A mayores, se busca reforzar la zona de libros de divulgación, tratando de satisfacer la demanda de consulta que evidencian los propios usuarios. En el área infantil se potenció el álbum ilustrado, sin duda el que más salida tiene entre los lectores de menor edad. Actualmente, la Casa das Letras atesora unos 18.500 títulos.
“Estoy satisfecho, aunque seguro que hay margen de mejora. El año pasado fue el que más préstamos tuvo desde que hay datos”, apuntó el bibliotecario, que aprecia un importante repunte en los préstamos, si bien señala que en los últimos meses del año se aprecia una mayor salida de los volúmenes. En estos momentos son 1.470 los usuarios con carné de la biblioteca estradense, si bien se matiza que usuarios activos de préstamo –es decir, los que se han llevado libros a casa en el último año natural– son 600. Entre ellos, en torno al 50% son niños, destacando mujeres entre los lectores adultos que sacan libros de la biblioteca local.
Sacar los libros de los estantes
“Sacar los libros de los estantes ayuda bastante”, reconoce el responsable de este servicio. “No es fácil. Al final son muchos libros y no es tan intuitivo como nos gustaría”, expone. Aarón se refiere con ello al cambio en la dinámica expositiva, apostando por concentrar en la planta baja las últimas novedades incorporadas al fondo, con la intención de que los usuarios que no tienen un dominio tan ágil del catálogo tengan una mayor oportunidad para conocer las novedades. También las exposiciones puntuales por temáticas concretas están funcionando muy bien, como lo hace la publicación en las redes sociales. Actividades en torno al libro y al hábito lector apoyan todo este esfuerzo. “La biblioteca actual tiene como reto salir de la antigua concepción de biblioteca como almacén de libros o sala de estudio, y tener un edificio grande se presta a hacer actividades para ello”, indica.

La biblioteca de A Estrada, cuando se inauguró en la Rúa Padrón, junto a la Plaza de Abastos. / Fotos Antigas A Estrada
Biblioteca Mario Blanco
La biblioteca de A Estrada lleva el nombre de Mario Blanco, aunque no sean muchos los estradenses que lo saben. La elección no es casual, porque con este alcalde estradense comenzó la historia de este servicio. Coincidiendo con unas páginas especiales publicadas con motivo de las fiestas patronales de A Estrada, Mario Blanco Fuentes firmó en el año 1953 un artículo de opinión en el que reflexionaba sobre la existencia de más de un centenar de establecimientos autorizados para vender bebidas alcohólicas en A Estrada sin que en la localidad hubiese entonces más que una librería y ninguna biblioteca. El propio Blanco Fuentes reconoció, a través de las páginas de Miscelánea Histórica e Cultural –la publicación anual del Museo do Pobo Estradense–, que su artículo levantó ampollas. Sin embargo, también despertó conciencias y sensibilidades, poniendo en marcha, hace 70 años, la maquinaria para que A Estrada pudiese inaugurar su biblioteca municipal.
El principal escollo fue la falta de espacio. De hecho paquetes de libros durmieron durante un tiempo amontonados en la sala de plenos del Concello. No obstante, solo año y medio después de aquella columna de opinión, un aula del colegio Inmaculada Concepción –en la calle Serafín Pazo– se convertiría en la primera sede de la nueva biblioteca de A Estrada. Cuando el propio Mario Blanco llegó a la Alcaldía, en el año 1959, el servicio estaba ya en la planta baja del grupo escolar José Antonio, casualmente el mismo inmueble reconvertido en la Casa das Letras. Posteriormente, el Servicio Nacional de Lectura se comprometió a hacerse cargo de las obras y el mobiliario si A Estrada ofrecía un espacio para la biblioteca, que se encontró en la Rúa Padrón, junto a la Plaza de Abastos. Allí floreció el servicio, abrigado por la búsqueda constante de fondos. Sin embargo, tendría los días contados en esta sede porque, cuando el Concello decidió tirar la antigua plaza, tuvo que hacer las maletas para mudarse nuevamente a la Calle Serafín Pazo. Allí estuvieron los libros hasta que quedó vacío el inmueble del antiguo instituto de A Baiuca, bautizado entonces como Edificio de Usos Múltiples. La biblioteca de A Estrada encontró su espacio, aunque durante muchos años la lectura y el estudio tuvo su propia banda sonora: la que pusieron los muchos estudiantes que en esas décadas de convivencia pasaron por el Conservatorio y la Escola de Música.
Fue hace una década cuando llegó una mudanza a un espacio amplio, céntrico y pensado para este servicio. La Casa das Letras es ahora la sede de la biblioteca. Es una casa de miles de llaves, tantas como libros cobija y usuarios posee. Desde estas estancias ha iniciado una nueva era en la que los libros salen de los estantes, pero no porque no tengan su espacio propio, sino porque se busca que vayan al encuentro del lector. Atesorar aventuras es una fortuna pero carece de sentido si no hay gente dispuesta a vivirlas. Una tras otra.
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