Recordar es vivir y este fue una de las principales razones para que un grupo de lalinenses, excompañeros de estudios en sus años mozos o que compartían pandillas y amigos, se reuniese en una celebración singular. Los asistentes tenían en común una fecha: habían nacido en 1963 y por tanto durante alguno de los meses del presente curso soplaban las sesenta velas.

Señal identificativa en la fiesta. Cedida

Algunos de los que ayer acudieron a esta fiesta en el restaurante Naval do Espiño se pusieron meses atrás a organizar el evento y localizaron a algunos de sus colegas, pero llegar a todos fue imposible por razones obvias que van más allá, también, de la disponibilidad de unos y otros para acudir este día a la comida.

El baile, tras la sobremesa. Cedida

Finalmente fueron en torno a 60 los que se sentaron a la mesa para celebrar que habían alcanzado los sesenta tacos.

Un instante de la comida. Cedida

Los invitados comenzaron a llegar a la hora de comer y después de degustar un menú cerrado comenzó una larga y agradable sobremesa en la que surgieron decenas de anécdotas, pues entre los presentes hay personas que viven en Lalín y pueden coincidir con frecuencia, pero otros residen lejos de la comarca. La música, también de la época, no faltó en una jornada inolvidable para todos.

La tarta no podía faltar. Cedida