El síndrome o depresión postvacacional es un término más que asimilado y empleado por la sociedad y viene a definir esa tristeza y desgana que caracterizan a las primeras jornadas laborales después de un período de vacaciones. No obstante, cabe preguntarse si se trata de un fenómeno clínico real, con personas que sufren sus consecuencias, o si simplemente se trata de una leyenda urbana.
La psicóloga estradense Verónica Barros explica que efectivamente, estas sensaciones se dan y están presentes en su consulta, aunque matiza que: “no se trata de un proceso depresivo sino de uno adaptativo, en el que el individuo debe volver a retomar hábitos cotidianos que, después del parón y desajuste que supone el verano, puede resultar difícil”.
En este sentido, Barros también asocia estas sensaciones al cambio de estación, que conlleva menos horas de luz solar, así como un tiempo más frío y húmedo, lo que supone una ruptura drástica con la época estival y que puede tener cierto impacto en el estado de ánimo de las personas. “Hay muchos estudios y autores que vinculan el síndrome postvacacional a la transición de verano a otoño, que en Galicia además es bastante drástica”.
Otra de las cuestiones que entraría en juego es también, por ejemplo, la vuelta al cole. “En mi consulta lo noté especialmente a principios de septiembre, en concreto durante la primera semana, coincidiendo con el inicio de las clases” afirma Barros, que añade “esto tiene sentido, pues de repente hay que hacer frente a muchas cosas, lo que desemboca en estrés y todo lo que este conlleva”.
Así pues, una vez queda confirmado que el síndrome postvacacional, o de readaptación a la vida cotidiana, como matizaba la psicóloga estradense, sí es real, cabe destacar cuáles son las formas en las que este se presenta. En Barros Psicología los síntomas más presentes son el insomnio y la disminución de rendimiento. “Muchos de mis pacientes se quejaban de que les costaba conciliar el sueño, o que se despertaban varias veces durante la noche” dice la facultativa. “También notaban que les costaba más llegar a los niveles de productividad habituales en el trabajo durante las primeras jornadas” añade esta.
Con todo, Verónica Barros asegura que este proceso es relativamente corto y que, aunque depende de la persona, no suele durar más de una semana. Asimismo, para combatir sus efectos negativos, la psicóloga estradense aconseja “hacer planes durante la semana para que se haga más llevadera y recuperar los hábitos saludables, como comer bien o ampliar las horas de sueño”.
Deporte y pasatiempos para llevar mejor la vuelta
Como menciona Verónica Barros, una de las mejores formas de combatir la ansiedad y la tristeza de este período de adaptación es hacer planes durante la semana, que ayuden a deshacerse de esa sensación de que la rutina se convierte en una alternancia entre la casa y el trabajo. Por ello, esta es una época en la que muchas personas deciden apuntarse a actividades como baile o manualidades, así como retomar el gimnasio. En esta línea, se puede entender septiembre como una especie de comienzo de ciclo, similar al que se produce en enero como el cambio de año y que generalmente conlleva un incremento en las matrículas de academias y establecimientos deportivos. Sofía Mosteiro, del gimnasio Absolute, matiza que en sus instalaciones sí se nota incremento pero que se trata más bien de una readaptación al curso por parte de usuarios ya inscritos y que es en octubre cuando acontece el “boom” de nuevas matrículas.
Por su parte, Carlos Romero, de Sondodance, admite que este es un buen mes para la captación de matrículas tanto en pequeños como en adultos, junto con enero. Bajo su punto de vista, esto se explica porque "después de vacaciones la gente vuelve con energía y actitud para hacer cosas".