El museo que no conoce la generación Z

Una interpelación sobre el Museo do Pobo Estradense en las redes sociales de Turismo A Estrada mete el dedo en la yaga, dado que el centro lleva cerrado más de 13 años

José López y Juan Constenla, durante una visita al centro al inicio de su primer gobierno.  | // BERNABÉ/LUISMY

José López y Juan Constenla, durante una visita al centro al inicio de su primer gobierno. | // BERNABÉ/LUISMY / Ana Cela

Ana Cela

Ana Cela

La pregunta fue directa, sin preámbulos. ¿Sabéis qué lugar de A Estrada es? La lanzó el departamento municipal de Turismo en sus redes sociales, justo bajo una fotografía del edificio histórico del antiguo matadero municipal, rehabilitado como sede del Museo do Pobo Estradense que lleva el nombre del médico y humanista Manuel Reimóndez Portela. Os leemos, animaba la entrada, buscando la interacción de los seguidores de esta página, antes de colocar el hastag #DescubreAEstrada. Con intención o sin ella, el post sirvió la polémica en bandeja dado que el municipio estradense tiene cerradas las puertas de este museo desde hace más de 13 años.

Los comentarios no perdonaron. “Un museo cerrado, algo nunca visto. En cuestiones de museos y salas de exposición, A Estrada da vergüenza”; “se supone que un museo, pero yo nunca vi a nadie ahí y nunca lo vi abierto”; “el antiguo matadero”, “antiguamente el matadero”; “uno que está abandonado”Solo dos de los comentarios se refirieron al edificio como el museo o “museo do pobo” sin añadir matizaciones. La lectura de las reacciones a la foto da para leer entre líneas: el edificio se sigue identificando como el matadero, las generaciones más jóvenes no estuvieron nunca en él y, quienes sí saben de su finalidad museística, puntualizan lo evidente: que el servicio cultural arrastra tantos años de cierre como para sacar los colores.

Muchos años

Cerrar un inmueble de acceso público por obras es algo habitual, tanto para preservar la seguridad de los usuarios como para garantizar el ágil y cómodo desarrollo de las actuaciones. Ahora bien, que las obras se sucedan y mantengan la instalación cerrada durante más de 13 años no solo resulta sorprendente, sino que excede con mucho de cualquier pronóstico de mal agüero.

Los nativos digitales, aquellos que engrosan la bautizada como generación Z no conocen el Museo do Pobo Estradense y, dado de que sus puertas también están cerradas en internet en lo que se refiere el grueso de sus fondos, tampoco conocen el legado que encierran estas instalaciones. Por mucho que los estradenses que se vinculan a esta cohorte demográfica hubiesen nacido con el museo abierto –se estima que la generación Z abarca desde el año 1996 hasta 2010– dado que el museo se cerró a cal y canto en 2009 es más que probable que, por edad, nunca hayan pisado estas salas, que tampoco tenían un horario de visita con una frecuencia constante y debidamente estipulada antes de que las obras las condenasen a su ostracismo. Ni que decir tiene que la generación Alfa –con años de nacimiento comprendidos entre la segunda y la tercera década del siglo XXI– ni siquiera escuchó hablar de que A Estrada tuviese museo.

Sin fecha, pero con compromiso

Todavía no hay una fecha definida para volver a abrir las puertas del Museo do Pobo Estradense. El último anuncio del ahora gobierno en funciones apuntaba al primer trimestre de 2023 para que los fondos pudiesen quedar completamente organizados y ordenados conforme al discurso museístico que se quiera imprimir a este centro, de modo que estuviese listo para una pronta reapertura. Sin embargo, pasó el primer trimestre y está próximo a completarse el segundo del año sin que hubiese más noticias al respecto. La falta de personal es la espada de Damocles de estas instalaciones, que tienen difícil disponer de un horario de funcionamiento que permita a cualquier interesado programar su visita.

El Partido Popular recogió en el programa electoral con el que concurrió a los pasados comicios municipales el compromiso de “establecer un calendario estable de apertura” del Museo Manuel Reimóndez Portela, de manera que se espera que las nuevas generaciones de estradenses tengan la oportunidad –por fin– de reconocer en una foto del antiguo matadero municipal el museo que se fundó con ilusión, esfuerzo y muchas desinteresadas colaboraciones.

La última obra, la de la cubierta, se terminó en 2019, pero el museo continúa cerrado.  | // BERNABÉ/CRIS M.V.

La última obra, la de la cubierta, se terminó en 2019, pero el museo continúa cerrado. | // BERNABÉ/CRIS M.V. / Ana Cela

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El Museo do Pobo Estradense que se decidió bautizar con el nombre de Manuel Reimóndez Portela dio sus primeros pasos en el año 1982. Hace más de cuatro décadas esta iniciativa germinó al abrigo del Centro de Iniciativas e Turismo (CIT). En ese primer año de su historia de inscribieron los primeros objetos en su libro de registro, si bien el Patronato que rige esta entidad municipal no se creó hasta el año 1986. Fue entonces cuando se decidió que tomase las riendas al frente del mismo Reimóndez Portela, regidor estradense, médico y humanista convencido de la importancia de que A Estrada contase con un museo propio.

El patronato se encargó de ir recogiendo objetos de interés para estas salas, observándose pronto la necesidad de contar con espacio apropiado para su exhibición. Esta demanda se acrecienta desde 1990, cuando la construcción de un nuevo matadero comarcal anima a solicitar las antiguas instalaciones. Reimóndez Portela no vería terminadas las obras de acondicionamiento. Sin embargo, en 1996 se abren las puertas de estas dependencias culturales, que terminarían llevando su nombre.

El Museo do Pobo Estradense es una entidad local especializada en A Estrada, tanto en su ámbito urbano como rural. Después de unos inicios de carácter etnográfico, su fondo ha ido aumentando y diversificándose con el paso de los años. En 2005 se efectuó una reforma del ala izquierda para permitir que albergase en la parte superior una zona de biblioteca, sala de investigadores y archivo. Posee fondos bibliográficos (una biblioteca especializada en temas estradenses, así como libros didácticos y escolares de todas las épocas); documentales (destaca el Fondo Mario Blanco Fuentes, Miguel Nine Novais, Manuel García Barros y otros, con colecciones de diarios, cartas y variedad de documentos datados entre los siglos XVI y XX); museográficos (objetos etnográficos, históricos, artísticos y arqueológicos, con especial importancia de la colección de juguetes tradicionales antiguos y una sala escolar) y un fondo fotográfico que supera las 30.000 imágenes de colecciones particulares y profesionales. La escuela antigua, los telares y el dormitorio del matrimonio Castelao Pereira son algunas de sus piezas más conocidas.

En el año 2009 se cerró para una reforma que permitió crear una galería perimetral y, antes de que abriese, volvió a cerrarse para la sustitución de su cubierta. La obra terminó en 2019, pero el cierre sigue echado. Tanto es así que el centro no está lejos de llevar casi tantos años cerrado como abierto.

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