Vilatuxe recibe al señor de las rocas

El Mesón O Cruce compra un mero de 41 kilogramos capturado en aguas de Muxía

El mero de 41 kilos del restaurante O Cruce, de Vilatuxe.

El mero de 41 kilos del restaurante O Cruce, de Vilatuxe. / Cedida

Á. G.

A Vilatuxe llegó ayer el Goliat de los mares. Alberto Canda, propietario del Mesón O Cruce presume de haberse hecho con un fantástico ejemplar de mero negro o “cherna” que será servido en su comedor para deleite de su clientela. El pez pesó en báscula 41 kilos después de haber sido capturado en la noche del martes por el arrastrero “Mar de Nemiña”, un barco de 13,2 metros de eslora con base en el puerto coruñés de Muxía.

El también conocido como “señor de las rocas” llegó hasta Vilatuxe procedente de la lonja de Ribeira, donde era subastado el miércoles antes de emprender viaje al interior de Galicia. Aunque no resulta fácil calcular el aprovechamiento gastronómico que se podría obtener de una pieza de esta envergadura, el vendedor que trajo hasta Lalín a este mero no duda que posiblemente podría alcanzar el centenar de raciones, en su mayoría preparadas al horno o también a la plancha.

Mero de 41 kilos comprado por el Mesón O Cruce de Vilatuxe (Lalín)

El mero de 41 kilos. / Cedida

El mero, como el que se cocinará en O Cruce pescado con líneas y anzuelos como artes de pesca, es un pez que posee un cuerpo robusto con una cabeza grande en la que resaltan los ojos en forma de globo y unas grandes mandíbulas. Hay que señalar que los meros no están preparados para nadar largas distancias, ni tampoco de forma rápida, permaneciendo en zonas rocosas, lo que dificulta muchas veces su captura. Es un pez que tiene fuertes mandíbulas, y mediante su boca y agallas, posee un complejo sistema de succión que aprovecha para aspirar a sus víctimas extrayéndolas de sus escondrijos. Los meros también utilizan estos potentes músculos de sus agallas para que, en caso de sentirse en peligro, utilizarlos a modo de ancla y poder fijarse en el interior de la cueva donde se encuentre, siendo de esta forma casi imposible sacarlos de ahí por la fuerza.

Etiquetado del mero pescado en Muxía y subastado en Ribeira.

Etiquetado del mero pescado en Muxía y subastado en Ribeira. / Cedida

Todos los meros nacen hembra

El mero que se cocinará en tierras dezanas alcanza un pesaje importante, aunque también existen ejemplares con más envergadura. Por lo general, el tamaño máximo de estos ejemplares suele rondar el metro y medio de longitud, y llegar a pesar 40 kilos, como es el caso del ejemplar adquirido en Vilatuxe, pero también se han encontrado meros de más de dos metros de longitud superando incluso los 200 kilogramos de peso.

Los clientes del conocido restaurante de la capital dezana deberían de saber que comerán la carne de un pescado con una vida sexual muy peculiar. Como curiosidad: todos los meros nacen hembra, y alcanzan la madurez sexual en torno a los 3 o 5 años de vida. De forma habitual, un mero macho posee un harén de unas 15 hembras, y cuando el macho desaparece, por muerte natural o por haber sido pescado, una hembra se transforma en macho, encargándose del harén. Sea como fuere, el macho que ayer llegó a Vilatuxe desde O Barbanza habrá dejado huérfana a su prole pero endulzará los paladares más exigentes gracias al sabor y texturas suaves de su apetitosa carne.

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