UN INCISO

El rey y yo

A Estrada lleva años cediendo el protagonismo al salmón en la cocina, cuando el gran atractivo turístico de la tradición está a pie de río

Un salmón intentar salvar una barrera fluvial en el coto de Ximonde (A Estrada). // Bernabé/Javier LalínSALMON RIO ULLA COTO DE XIMONDE A ESTRADA

Un salmón intentar salvar una barrera fluvial en el coto de Ximonde (A Estrada). // Bernabé/Javier LalínSALMON RIO ULLA COTO DE XIMONDE A ESTRADA / BERNABE/JAVIER LALIN

Ana Cela

Ana Cela

Conocí a Laureano tras probar la fabada asturiana y el arroz con leche que prepara su mujer. Fue después de disfrutar como una niña de una mañana en bicicleta por la Senda del Oso, un reclamo turístico que me llevó, junto a mi grupo de incondicionales, al municipio de Teverga. Si la ruta nos encandiló con su belleza, en Casa Laureano terminaron de conquistarnos. Al salir, nuestro acento nos delató, tanto que llevó al camarero a advertir a la cocinera de que aquellas ruidosas mujeres eran comensales de su tierra. En cuanto nombré A Estrada, la voz de Laureano padre, sentado en una mesa cercana, me animó a quedarme largo rato a su vera para descubrir a un asturiano completamente enamorado de las riberas del Ulla que conocía, sin duda, mejor que yo misma. En aquel pueblo de Asturias, la pesca del salmón se confirmó ante mí como un potente polo de atracción turística, capaz de animar a esta familia asturiana a recorrer con relativa frecuencia los más de 350 kilómetros que los separan del municipio estradense, aprovechando para conocer otras virtudes de A Estrada y para alojarse en establecimientos de turismo rural que les hacen sentir como en casa.

Estos días, en plena campaña de pesca del salmón en el Ulla, pensé en estos dos pescadores que conocí en Teverga. Rememoré el nivel de conocimiento que tenían de A Estrada y de su potencial; de cómo tenían en la cabeza el nombre de los cuatro cotos salmoneros que el Ulla regala a estas tierras; cómo sabían en qué había cambiado la capital estradense en estos años y qué fidelidad guardan al alojamiento que escogen cuando vienen para disfrutar a pie de río. En ningún momento me hablaron de la Festa do Salmón; ni siquiera, pese a ser restauradores, de la cocina salmonera. Para ellos, el atractivo indiscutible es el Ulla y el escurridizo tesoro que alberga en sus aguas. Este hecho me llevó a reflexionar sobre si A Estrada puede estarlo enfocando mal. Y llegué a la conclusión de que es muy probable que sí.

El pasado 1 de mayo comenzó la campaña de pesca del salmón en los cotos estradenses. El ejercicio profesional me llevó hasta el de Ximonde, el preferido por gran parte de los pescadores por ser –también– el que suele deparar más capturas. La verdad es que en todos estos años solo vi desembarco político junto al Ulla cuando hay citas electorales, en especial si son autonómicas. Cuando me aproximaba a la ribera vi tanto movimiento que hasta contemplé la posibilidad de que fuesen las elecciones municipales las que estuviesen animando el ambiente. Pero no. Allí solo estaban los “camaradas de verde”, haciendo piña junto al agua en un momento en el que el Ulla no está dando muchas alegrías para los amantes de la pesca del salmón. Estaban chafados, alguno incluso un poco enfadado con la situación, pero sobre todo estaban encantados de volver a verse.

Un millar de personas

Más de un millar de personas solicitaron en este 2023 un permiso para intentar pescar al “rey del río” en el Ulla. El número experimenta un ligero descenso con respecto a campañas anteriores, pero sigue siendo una cifra nada despreciable. Y es que todos esos pescadores vienen hasta A Estrada procedentes de distintos puntos, algunos de ellos situados en el otro extremo de la geografía española. El salmón remonta el río y, en tierra, mueve mucho más de lo que pueda parecer. Entre los pescadores que se apostaban el 1 de mayo junto al cauce en Ximonde, descansando o mirando cómo sus compañeros realizaban lances –con cierta envidia porque no muchos consiguieron coto para el primer día de la temporada–, había deportistas a los que su pasión por llevar un monarca fluvial a su sacadera los anima a probar suerte a ríos de Asturias, Cantabria o a lejanos cauces de Islandia, Noruega o Filandia. El salmón tira con fuerza, mucha, cuando muerde el anzuelo y también cuando todavía no se ha echado la caña.

Desde mi humilde punto de vista, A Estrada lleva décadas desperdiciando este potencial o, al menos, sacándole muy poco partido. Poco o casi nada entiendo de pesca, pero no hace falta saber mucho de señuelos ni de cañas para ver que falta promoción e infraestructura turística ligada al río y sus cotos. Por no haber, no hay ni un área recreativa decentemente cuidada en la zona hasta la que llegan los pescadores para después desplegarse por las distintas posturas, ni tan siquiera mucha señalización para llegar al coto más afamado desde la ribera estradense.

¿Cuántos estradenses saben cuándo es el concurso internacional?

Es fácil saber en A Estrada que la Festa do Salmón se celebra cada tercer domingo del mes de mayo pero, ¿cuántos estradenses podrían decir cuándo se celebra el concurso internacional de pesca de salmón en aguas gallegas? Seguramente muy pocos. Tampoco se hace nada para promocionar un evento que, organizado por la Sociedade Deportiva Río Ulla, tiene más de medio siglo de historia y cada año deja a pescadores con las ganas de una plaza.

En la presentación pública de la Festa do Salmón ni se mencionó el concurso de pesca, y eso que se celebraba solo unos días después. ¿No es algo del todo extraño? Ya se sabe que el salmón que alimenta la fiesta gastronómica por excelencia de A Estrada no es salmón salvaje sacado del Ulla pero, ¿no sería propio de una tierra con tradición salmonera recordar de dónde venían los peces que otrora salían por cientos cada año de estas aguas? ¿No sería acertado que algún año las insignias Salmón de Ouro luzcan en la solapa de pescadores que llevan décadas a pie de río o que hacen más por la promoción del salmón estradense que muchas instituciones?

¿Qué sucede con el salmón?

Un salmón de más de tres metros de talla y 6.000 kilos de peso, elaborado con dos piezas de granito salvaje, simboliza la tradición de estas tierras desde la Porta do Sol de la capital estradense. Sin embargo, aunque se comulga con que es un emblema local, a pocos semeja inquietarles qué está sucediendo con el salmón en el Ulla. Ni un solo ejemplar salió de las aguas en lo que va de campaña. Todavía no se logró el afamado “campanu”. Quizás haya que superar aquello de consolarse con el mal de muchos, en atención a las pocas capturas que en este año presentan los ríos salmoneros de Asturias o Cantabria, porque el escaso número de ejemplares en el Ulla no es cosa de este año.

Claro que se han hecho –y se hacen– repoblaciones para que el salmón recupere empuje para seguir remontando el Ulla, pero a nivel local falta fuelle para apostar por este reclamo turístico, no desde el plato, sino desde el río. En las riberas abunda el conocimiento sobre el salmón –alguno podría dar una clase magistral en una facultad de Biología– y un compañerismo que engrandece a quienes practican esta pesca. Pero estos camaradas vestidos de verde se tienen solo los unos a los otros, porque nadie parece especialmente dispuesto a escuchar lo que opinan sobre qué esta sucediendo con el salmón del Ulla o cómo podría solucionarse.

No sé si Laureano ha estado ya en el Ulla en esta campaña. Lo que sí puedo recomendarles es que, si pasan por Teverga, le hagan una visita para escuchar hablar del salmón estradense con una pasión que, ojalá, fuese contagiosa. Si van a su casa, no dejen de pedir el arroz con leche. No se arrepentirán.

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