La casa de A Estrada con vistas al mar

El centro A Braña abrió sus puertas en Berres en 1988 para la atención de las necesidades de personas con autismo | Hoy residen en él una decena de usuarios

La actividad física resulta de gran importancia en las rutinas diarias del centro A Braña.

La actividad física resulta de gran importancia en las rutinas diarias del centro A Braña. / Ana CEla

Ana Cela

Ana Cela

La cúpula del consistorio de A Estrada teñirá esta noche de azul la luz que proyecta. Lo ha venido haciendo en los últimos años para conmemorar el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Sin embargo, en la parroquia estradense de Berres, una casa brilla cada día con esa misma tonalidad desde hace 35 años, aunque solo sea en sentido figurado. A Braña es una casa de costumbres, donde cada jornada está organizada para que sus residentes encuentren en la rutina la vida apacible a la que invita el entorno que los rodea. Es, además, la casa más azul del municipio, la única que tiene vistas al mar. Y es que el azul es la tonalidad escogida para identificar el transtorno el espectro autista, un símbolo que establece también un paralalismo entre el autismo y el mar: con frecuencia calmado, pero con la capacidad de agitarse con intensidad de forma repentina y, además, con una enorme riqueza interior.

Este centro de la asociación Apacaf –Asociación de Pais de Persoas con Trastorno do Espectro Autista de Centros de Apoio Familiar– abrió sus puertas en el año 1988. En 2005 se convirtió en residencia y una decena de personas con autismo viven a diario en estas instalaciones, a las que se suman una veintena de usuarios del servicio de ocio y tiempo libre de Apacaf, en fines de semana y en los diversos turnos del campamento de verano. La huella de la pandemia del coronavirus continúa coleando en estas instalaciones, consideradas centro sanitario y residencia, de manera que sus profesionales tienen todavía que trabajar con mascarilla. No obstante, A Braña está recuperando poco a poco la normalidad que le robó el COVID. Ha llegado el momento de volver a la piscina dos días a la semana, de salir a tomar café o de hacer comunidad.

El personal continúa todavía con mascarilla, como centro sanitario.

El personal continúa todavía con mascarilla, como centro sanitario. / Ana CEla

“La verdad es que aquí se llevó bien porque son personas que sienten tranquilidad en las rutinas. No tuvimos incidencias COVID importantes y, pasados los primeros momentos de preocupación y angustia –principalmente porque no había mascarillas, con la responsabilidad por parte del personal, porque podías ser tú quien trajese el virus–, la actividad siguió con tranquilidad”, exponen desde A Braña.

El centro de convirtió en un oasis en medio de la pandemia, ya que está emplazado en un amplio y hermoso entorno rural, con mucha finca para que las personas con autismo que residen en él pudiesen continuar haciendo actividades al aire libre, manteniendo sus actividades habituales. “Ellos notaron la cancelación de visitas a casa; solían ir periódicamente, cada 15 días, pero se adaptaron a la situación”, indican.

Una huerta ecológica y un gallinero, algunas de las propuestas.

Una huerta ecológica y un gallinero, algunas de las propuestas. / Ana CEla

Entre 20 y 52 años

En A Braña residen ahora mismo una decena de personas de entre 20 y 52 años, con casos muy variados dentro del espectro autista pero todos con unas necesidades de apoyo intensas. Desde que se levantan hasta que regresan a la cama está todo perfectamente programado. Los profesionales que cuidan a los residentes tratan de fomentar el máximo nivel de autonomía personal y habilidades profesionales, de manera que desde el momento del aseo y el desayuno hasta el instante en que toca realizar cada tarea propia del día a día en una casa tratan de implicarlos al máximo. A mayores, A Braña cuenta con un amplio programa de actividades formativas a través de talleres que se van desarrollando a lo largo de cada jornada, desde musicoterapia hasta informática, pasando por sesiones de psicomotricidad, artes plásticas, paseos por el entorno o el senderismo.

Martes y jueves son días para la natación y, aprovechando que el suyo es un entorno rural, toca también atender la huerta ecológica y el gallinero. Los usuarios participan en las tareas de riego y recogida de los productos hortícolas, además de encargarse de mantener alimentadas a las gallinas y de recoger los huevos con los que estas los recompensan.

Un mural

Alimentación sana y ejercicio físico son dos pilares en el día a día del hogar estradense más azul. Se trata de asegurar para los residentes el mantenimiento de un buen estado de salud general, haciendo que su día a día sea el de una casa más de esta parroquia de Berres, aunque disfrutando de la rutina sin considerarla un riesgo de caída en el tedio.

El viernes estos vecinos se sumaron en Santiago de Compostela a la elaboración colectiva de un mural que incide en la concienciación sobre el autismo. Fue un día de reencuentro y de visibilización, pensado para brillar de nuevo juntos tras los dos años de esa oscuridad en la que la pandemia sumió la rutina. Actividades como esta jornada de fiesta colectiva para las personas con autismo buscan lo mismo que hoy se pretende iluminando de azul la casa consistorial de A Estrada: que la sociedad en la que se integran estos ciudadanos sea consciente de la luz que emiten, de ese azul del cielo y el mar en el que todos encontramos la belleza.

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