La herida abierta del callejero estradense
Ayudas para eliminar simbología franquista de espacios públicos reavivan el debate sobre la Calvo Sotelo, Iryda y Capitán Bernal
Estos días la Diputación de Pontevedra abría el plazo para la solicitud de una línea de ayudas económicas a los concellos destinadas a retirar simbología franquista de los espacios urbanos, lo que sirvió de motivo para reavivar un debate que lleva instalado en la vida social de A Estrada desde hace décadas: cambiar los nombres del callejero.
En esta localidad existen varias rúas que todavía honran a figuras o instituciones del régimen franquista. La más destacable es la Calvo Sotelo, que es, además, la calle principal del casco urbano, aunque sin salirse del centro de la villa pueden encontrarse otras como la Rúa Iryda o Capitán Bernal. Este último es, posiblemente, el caso más discutido y denunciado por parte de los colectivos que buscan liberar A Estrada de los grilletes franquistas, no solo por los crímenes que se le achacan a la figura a la que honra, sino porque no existe entre ella y la localidad más relación que la de haber ordenado en 1937 quemar el municipio. En este sentido, el historiador Xoán Carlos Garrido, integrante de la Asociación Cultural Vagalumes, confiesa que “no tiene sentido, nosotros no encontramos explicación a que siga existiendo una calle con este nombre. Parece que nadie se opone, al menos públicamente, a cambiarla, pero la realidad es que sigue ahí, e incluso ahora lo han mantenido en las pantallas del Smartparking”. En esto, Garrido ve “un ejercicio de revictimización, pues están secundando la legitimación de los responsables de la muerte de muchos estradenses”.
Como alternativa al nombre actual, la Asociación Cultural Vagalumes, junto a otros colectivos, han defendido en numerosas ocasiones pasar a llamar a esa vértebra del mapa urbano “Rúa Mártires da Estrada”, en honor a la corporación municipal fusilada por los cuerpos del franquismo el 5 de junio de 1937: “no conozco otro caso en el que una víctima, tras dejar un documento escrito pidiendo que en el siguiente mandato democrático se le otorgue su nombre a una calle, esto no le sea concedido”, apunta Garrido, que añade “y todavía es más grave si se tiene en cuenta que fue una corporación entera, con el alcalde, el teniente alcalde y muchos vecinos”.
En pleno 2023, las labores por erradicar un pasado en el que se atentó contra los derechos y libertades de la población son cada vez mayores, con el respaldo de administraciones como la provincial y la estatal, como demuestra esta línea de ayudas de la Diputación o la aprobación de la Ley de Memoria Histórica el pasado año, en la que de forma contundente se pretende incluso penalizar económicamente a los municipios que no supriman estos símbolos del espacio público. No obstante, en A Estrada los esfuerzos se deben, apunta el historiador, “únicamente a los colectivos”, puesto que, sin ir más lejos, la Calvo Sotelo ha sobrevivido a mandatos de partidos de ideologías opuestas sin que la cuestión de cambiar su nombre se pusiese seriamente sobre la mesa. Garrido comparte que “nuestro callejero tiene muchos problemas, ya no es solo la presencia de nombres franquistas, sino también la ausencia de mujeres, por ejemplo”. “Si no quieren dar más representación femenina, al menos que le devuelvan a la calle principal su nombre original, Porto Verdura, un hombre al que la villa le debe gran parte de su arquitectura”. A este nivel, cabe recordar que Manuel Porto Verdura fue el promotor de obras como el edificio de la Farola o el que actualmente alberga a la Asociación de Mulleres Rurais y Calzados A Esquina.
Por su parte, desde la corporación municipal, el concejal de Urbanismo, Gonzalo Louzao, explica que “el motivo de no cambiarlas no responde tanto a cuestiones económicas, sino a la logística que implica”, poniendo de ejemplo que los vecinos tengan que modificar su domicilio en documentos oficiales. No obstante, asegura que “en caso de cambiar una, sería Capitán Bernal, pues ya se había llegado en su día a un acuerdo plenario para extender la avenida de América a esta parte del viario”, lo que implicaría que incluso tras cambiar el nombre, los Mártires seguirían sin calle.
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