La moda entre bambalinas

La estradense Natalia Brea Martínez vive desde el ‘backstage’ la Madrid Fashion Week, una escala en sus más de 20 años de trayectoria por una industria que le regala miles de vivencias

Natalia Brea Martínez, este año, vestida de Agatha Ruiz de la Prada, junto a la diseñadora.

Natalia Brea Martínez, este año, vestida de Agatha Ruiz de la Prada, junto a la diseñadora. / Ana Cela

Ana Cela

Ana Cela

El negro es elegante. Estiliza y confiere sobriedad a cualquier outfit, en especial si este se aplica a un vestido o a un traje de chaqueta. Es un tono clave para cualquier fondo de armario y que acostumbra a ser apuesta segura en cualquier ocasión. Fue lo que debió pensar la estradense Natalia Brea Martínez en su primera visita a las bambalinas de la Madrid Fashion Week en 2022. Sin embargo, se vio combinando su elección con un rubor subido en las mejillas por la reacción de la diseñadora con la que le tocó trabajar. Y es que, si el negro es ausencia de color, colisiona con el universo de Ágatha Ruiz de la Prada, que no dudó en hacérselo saber a la jefa de retail de la firma Tutto Piccolo, empresa que se encarga de la línea baby de Ágatha. Natalia regresó este año al backstage de la semana de la moda madrileña, demostrando que aprende rápido: fue completamente agathizada y de rosa chicle, totalmente preparada para una alfombra roja, fusionando dos tonos que le encanta combinar a la diseñadora. De foto, vaya.

La vida de esta estradense tiene mucha tela. En sentido literal y también figurado. Su maleta se ha ganado a pulso una jubilación dorada, después de haber recorrido medio mundo, siempre arrastrada por la pasión de Brea Martínez por el universo de la moda. Si trabajar en algo que a una le apasiona es una fortuna, a esta vecina de A Estrada le tocó el Gordo cuando, hace 23 años, comenzó a trabajar en la tienda que la firma Pili Carrera abrió en la capital estradense. Titulada en Filología Francesa, empezó en esta industria desde abajo, conociendo primero sus entresijos como dependienta. Tenía 23 años. A los 26 supervisó la apertura de una tienda de la firma en Aranjuez; a los 28 comenzó a trabajar en el extranjero. La de Miami sería su primera tienda fuera de España. Llegarían después Colombia, Perú, México, China y diversos países árabes, desde Abu Dabi hasta Kuwait, entre otros.

Vivió los años en los que Pili Carrera experimentó un crecimiento exponencial, pero también el momento en el que la firma entró en concurso de acreedores. Entonces llamó a su puerta Tutto Piccolo. De ser supervisora, entró directamente como directora de retail, término que hace referencia a lo que es la tienda física. Es decir, ella se encarga de supervisar y decidir todo lo que se expone en tienda y cómo ha de hacerse. Valora los diseños de la temporada y decide los looks que van a parar a cada tienda de la marca, o a sus espacios en centros como El Corte Inglés. Dejó el pasaporte en la mesilla de noche y viaja por toda España, además de supervisar telemáticamente las tiendas de Miami y México.

Del negro al rosa

La semana pasada el deber llamó a Natalia Brea al backstage de la Madrid Fashion Week. Era el segundo año que acudía y, como queda avanzado, también la ocasión de resarcirse. En esta ocasión las niñas tenían que acompañar el desfile de Ágatha Ruiz de la Prada inspirado en los perfumes de la célebre diseñadora. Beso, corazón, ojo y flor. Esos son los motivos tendencia de esta temporada, incorporando los perfumes a las diademas de las cuatro pequeñas que desfilaron. “El año pasado, con una mañana de reuniones en El Corte Inglés, solo se me ocurrió a mí vestirme de negro y al verme me soltó: ¿tú no podías venir agathizada? Tierra, trágame, pensé. Pero ella tenía toda la razón, porque era yo la que iba a su casa. Pensé en encajarme en L’Oréal, que iban todas de negro”, bromea Natalia. “Esta vez dije: yo me visto de Ágatha sí o sí. Así que entré en la página y busqué lo que fuese más de mi estilo. Me reconoció perfectamente y, lo primero que me dijo fue que se alegraba de que fuese agathizada”, explica esta estradense después de esta última pasarela junto a la diseñadora, que detesta el negro.

La moda entre bambalinas

La moda entre bambalinas / Ana Cela

“Al principio me sentí mal, pero entiendo perfectamente su postura. Ella vive de esto. Sabe que la gente se atreve a comprar bolígrafos y libretas, pero le cuesta más vestirse así en su día a día”, apunta Brea Martínez. La cosa entre ambas terminó muy bien y la estradense se volvió a casa con un libro que le ayudará a conocer más a Ágatha, dedicado a su hija Carolina.

Para alguien que disfruta observando cómo viste la gente por la calle, cómo combina las prendas y haciendo sus propios experimentos en casa, estar en el horno de la Madrid Fashion Week es algo inspirador. Es ser uno de los primeros en saborear lo que se cuece. “Disfruto viendo cómo va la gente vestida; qué combinaciones se llevan y de todo el ambiente que se respira. Me encanta ese elitismo que, habitualmente, solo ves en la tele”, explica Natalia, que se quedó encantada con la cercanía de modelos como Nieves Álvarez o con la simpatía de Cósima y Tristán, los hijos de Ágatha Ruiz de la Prada.

Intento de secuestro, terremoto, conflicto diplomático y tiroteo

Las vividas en la semana de la moda en Madrid no son las únicas anécdotas que la moda le ha brindado a esta estradense, ni mucho menos. Su baúl de los recuerdos está repleto de historias que contar, unas más apuradas que otras pero todas con final feliz. En México, embarazada de cinco meses, sufrió un intento de secuestro que la hizo salir del país escoltada. Tuvo la suerte de que esa mañana no llegó a la tienda a la hora esperada, porque ya habían entrado buscando “a la españolita de los ojos azules”. La hicieron llegar a México DF y subirse el primer avión rumbo a Madrid, sin más dilación.

“En Kuwait casi vamos detenidas por haber dado agua a unos obreros y tuvimos casi un litigio diplomático”, rememora Natalia, que confiesa que no sabía hasta qué punto en este país las mujeres “somos un cero a la izquierda”. “Nos habían puesto un traductor chico para que nuestras órdenes las diese un hombre y no saliesen de una mujer”, relata.

En Perú esta estradense vivió la fuerza de la naturaleza experimentado un terremoto, aunque ella se mantuvo en su línea: entre el positivismo y la pachorra. “Fue en la costa, pero se resintió el interior. De noche tembló, pero yo no me enteré de nada. Lo supe por la mañana, que vi que la cosa estaba un poco revuelta y la gente estaba nerviosa. Lo vi en las noticias, pero yo en mí línea: muy despistada, a lo mío y sin ser consciente del peligro. Muy atrevida por el mundo”, ríe. “Otra vez en el aeropuerto de Miami nos desalojaron por un tiroteo. No nos dejaron embarcar. Si es que tengo aventuras...”

Aunque no todas las experiencias le hayan dibujado, al menos en el momento, una sonrisa en la cara, sí le aportan recuerdos para enmarcar. “Lo que aprendí fue alucinante. Salir al mundo es súper enriquecedor”, subraya. Ahora sus viajes no dejan intranquilos a su familia, ya que son todos por la geografía española. No obstante, Natalia no deja de tener palabras de reconocimiento para su marido Xosé Pedreira, su hija y sus padres, reconociendo que no resulta sencillo adaptarse a su tren de vida. Cada temporada le toca hacer la ruta por todos los centros que la firma para la que trabaja tiene en España. Y no son pocos. Son una veintena de tiendas separadas muchos kilómetros entre sí, todas lejos de casa. Combinando como nadie prendas y tendencias, esta estradense hace la maleta siempre deseando volver, pero también disfrutando y aprendiendo del viaje.

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