Antes muerto que sencillo
Burocracia y conflictos de titularidad sentencian a inmuebles de uso público, devorados por el abandono hasta que se convierten en una ruina | A Estrada acumula ejemplos de edificios sin segunda oportunidad | El antiguo ambulatorio podría sumarse a la lista
Sería factible hacer un tour por los inmuebles que cayeron en desgracia en A Estrada. Incluiría escalas en edificios que un día estuvieron llenos de ajetreo y que, en cuanto bajaron el ritmo, fueron condenados. La demolición hubiese sido mejor destino. Con ella protagonizarían la estampa de verse reducidos a escombros y se acabó. Aquí paz y después gloria. Pero no: burocracia y conflictos por su titularidad sentenciaron a estas edificaciones al abandono, al inexorable deterioro y a contar los días hasta que llegue su declaración de ruina. Resulta incomprensible, además de una muestra de que lo que es de todos acaba por no ser de nadie. Aunque se presume que debería ser fácil alcanzar un rápido acuerdo entre instituciones o administraciones públicas para no desaprovechar dotaciones que pueden beneficiar al conjunto de la ciudadanía, en muchos casos su futuro se zanjó con un antes muerto que sencillo.
El gato escaldado al agua le teme. Es por ello que la resolución del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones en la que se deniega la solicitud de reversión cursada por el Concello de A Estrada en relación al terreno y el edificio del antiguo ambulatorio de la villa se acoge con mal cuerpo. A estas alturas, abundan los ejemplos que demuestran que un inmueble que no se utiliza termina deteriorándose. Languidece con las puertas cerradas, justo antes de que los vándalos inicien el pillaje o el destrozo, hasta que llega un momento en que la falta de uso y el abuso acaban haciendo inviable la recuperación del inmueble.
Basta acercarse hasta al edificio del antiguo ambulatorio de A Estrada, en la Avenida de Santiago, para darse cuenta de que va por mal camino. El pasado verano ya recibió visitas indeseadas, previa rotura de unas ventanas cuyos cristales todavía dan, sobre la acera, testimonio del allanamiento. Ayer podía apreciarse perfectamente cuáles son las que ponen más fácil la entrada al inmueble, ya que se instalaron barrotes tanto en las que están casi al nivel de la acera como en las tienen próximo un apoyo en la fachada para favorecer la escalada. Al menos, la ventana rota fue respuesta.
La basura comienza a campar por uno de los laterales –el que tiene algo de zona verde– del antiguo centro de salud. Restos de botellón rivalizan con la acumulación de basura y hasta una montón de uralitas rotas, de esas que ahora hacen echar las manos a la cabeza en cualquier chapuza doméstica por la presencia del amianto. La firma del vandalismo se extiende también a las paredes del inmueble, con varias pintadas de muy dudoso gusto.
Sobre la situación de este inmueble se pronunció en la jornada de ayer el portavoz del PSdeG-PSOE, Luis López Bueno. El líder socialista defendió que la denegación del ministerio tiene una base jurídica. “Las administraciones están obligadas a cumplir la ley”, remarcó. Puntualizó que “no se trata de una decisión política en absoluto” y que “cualquier cosa distinta al cumplimiento de la ley es delito”.
Hechas estas aclaraciones, López Bueno destacó que la fecha en la que se firmó la citada resolución es del julio de 2022, por lo que consideró que cabe preguntar al PP de A Estrada “cuándo le fue notificada la resolución al Concello y qué fue lo que hizo en ese tiempo”. “A mí me preocupa que el PP no se hiciese eco de esta resolución y no hiciese absolutamente nada por resolver la situación del edificio”, dijo. El PSOE apuesta por la vía de la cesión pagando un canon anual.
Luis López se puso en la mañana de ayer en contacto con la Tesorería General de la Seguridad Social y con Patrimonio del Estado. “Lo que me dicen de estos dos organismos es que, después de la resolución, hubo más contactos con el Concello y que la propia Tesorería le pidió al Concello de A Estrada que hiciese una propuesta de cesión en la que justificase la finalidad pública que le quiere dar a ese edificio; hiciese una propuesta económica sobre el canon; una estimación de las actuaciones más urgentes y valoración de la rehabilitación del edificio”.
Asegura el concejal del PSOE que, si el Concello hubiese hecho esa propuesta, el ministerio “pondría todas las facilidades del mundo para que se llegase a ese acuerdo de cesión”. “Entonces, hay toda la voluntad del Estado de ceder ese edificio para tener en él servicios públicos”, concluyó.
De ser así, no está todo perdido, aun cuando desde el gobierno local se aseguró que la fórmula de cesión no le resultaría válida para poder afrontar una reforma del inmueble optado para ello a fondos europeos, por ejemplo.
En cualquier caso, de nuevo la simplicidad entre administraciones brilla por su ausencia. Y de la falta de estas facilidades sabe también mucho el antiguo edificio del INEM, emplazado al pie de la Avenida Benito Vigo, muy cerca del consistorio estradense. Las zarzas consiguen hasta colarse en el interior de un inmueble de dos plantas que fue despojado de sus funciones en 2007, cuando la Oficina de Empleo se trasladó hasta sus actuales dependencias en la Calle Justo Martínez.
El Concello de A Estrada intentó comprar el inmueble y llegó a realizar una oferta de 84.000 euros al Ministerio de Trabajo, pero este rechazó la oferta. Las cuentas del ayuntamiento se corresponderían con descontar del precio atribuido a la parcela los gastos de demolición. En un primer instante el gobierno local se planteó reformular su oferta, pero finalmente desistió, ya que en su momento se aseguró que este edificio era propiedad de sindicatos y patronal, de manera que no veía del todo esclarecida la cuestión de la titularidad. Con independencia de esta falta de acuerdo, el estado de abandono y la imagen que posee el inmueble hacen inevitable la tristeza de que se pierda así un edificio público.
Y tristeza –y casi hasta una combinación de miedo y repulsión– genera observar cuál ha sido el destino del matadero municipal, después de que no encontrase futuro más allá del concurso de acreedores en el que entró la que fue su última concesionaria. En este caso se trata de un inmueble de titularidad municipal. Hablando con propiedad, ahora es una ruina pública, completamente asediada por la maleza, la suciedad y el pillaje. Una vergüenza colectiva.
Colchones, los despojos de un sofá, sanitarios viejos y un buen montón de basura reciben a quien pasee por este entorno. La maleza oculta lo que antes fue un portalón de acceso, dando paso a todo el que quiera introducirse en el edificio. Los portones de carga aparecen a medio subir o, directamente, destrozados. El interior daría para una película de terror. Documentación con sello oficial sobre la actividad en estas instalaciones figura entre la basura que se acumula en todas las esquinas.
Ni que decir tiene que el edificio no tiene ya ni una sola ventana ni nada que pueda resultar aprovechable. El grado de deterioro ha llegado a tal punto que, aun sin conocimiento técnico alguno, la demolición semeja la opción más honrosa o, por lo menos, la más limpia.
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