Los hermanos que fueron padre e hijo

Callejeros de A Estrada etiquetan el acceso a la Praza da Feira como Rúa Irmáns Trigo, cuando en realidad se trata de José Trigo Torrado y su hijo Severino Trigo Brañas

Antiguos mercados de ganado 
en A Estrada.

Antiguos mercados de ganado en A Estrada. / ricardo terceiro

Ricardo Terceiro

José Trigo Torrado era comerciante en la villa, propietario de la primera ferretería que se abrió en A Estrada, pero que sería un desconocido por las generaciones posteriores si no fuese porque en A Estrada todavía perdura su nombre en el callejero municipal. Se os hará más familiar si nos referimos a José Trigo como el promotor de otro histórico edificio restaurado, todavía en pie y luciendo sus más de 100 años en “la farola”, en la esquina de Pérez Viondi con la Rúa Peregrina.

A José Trigo lo describió Otero Abilleira como un “hombre de luces corrientes pero dotado de potente inteligencia”. Sin ser político, gestionó la creación de un día de feria a añadir a la del último de mes, que era la única feria que se celebraba en A Estrada hasta aquel momento. Sacó su proyecto adelante, no sin dificultades, y la corporación aprobó la celebración de esa feria adicional los días 16. Murió joven, con 47 años dejando dos hijos, Marcelino y Severino. Cuando falleció en 1881, Severino aún era un niño de 10 años.

Digno hijo de su padre

Severino Trigo Brañas estudió derecho en la Universidad de Santiago y enseguida empezó a destacar como un hombre interesado en todo lo que pasara en su pueblo. Aunque estuvo ausente en distintas épocas, en Madrid en 1910, ejerciendo de funcionario del Ministerio de Fomento, o en Pontevedra en labores de abogacía. Fue registrador de la propiedad en 1897 y presidente del Recreo Cultural en dos ocasiones, en 1905 y 1915. Durante su estancia en A Estrada era el primer redactor del semanario agrarista “El Eco de A Estrada”, dirigido por Pio Losada primero, y por Pedro Varela Castro, después.

Severino heredó de su padre la inquietud por dinamizar la economía local y , tal como hiciera su padre, promovió la ampliación de las ferias a los días 7 de cada mes, en 1902, primero, y a los días 24 en 1916.

Calle para dos

Quince años más tarde, en octubre de 1931, la corporación municipal, que presidía Rodríguez Seijo, aprobó ponerle el nombre de “José y Severino Trigo” a la calle que daba acceso al Campo de la Feria. Y en los primeros días de enero de 1932 fue el propio alcalde quien descubrió la placa que lleva sus nombres, junto con la de Porto Verdura, que así se llamó durante un tiempo la que hoy es la Plaza de Galicia, popularmente “A Praza da Farola”.

Así pues, queda documentado que los Trigo eran padre e hijo, y que el correcto nombre de la calle debe de ser “José y Severino Trigo”, y no “Hermanos Trigo” o “Irmáns Trigo” como consta erróneamente en algunas direcciones comerciales, planos y callejeros oficiales, y no oficiales.

Los hermanos que fueron padre e hijo

Feria en A Estrada. / ricardo terceiro

Quedaron entonces institucionalizadas las cuatro ferias mensuales, la decana de fin de mes, desde mediados del siglo XIX y las tres de los días 7, 16, 24 que habían conseguido José Trigo, primero y su hijo Severino, después.

Las ferias del siglo XX eran un mercado tradicional en el que los ganaderos del rural traían sus vacas y cerdos para su venta a otros particulares o a los “tratantes”. Para muchos de estos ganaderos era un medio de vida complementario a sus labores agrícolas. La gran afluencia de profesionales y ganaderos daba una extraordinaria dinamización a la vida económica de A Estrada, porque también se beneficiaban otras actividades auxiliares de la ganadería y la agricultura. Accesorios para el carro de las vacas, yugos, varas, “fumeiros”, bridas, herramientas para la labranza, “sachas”, “legóns”, “gadañas”, semillas, fertilizantes…

La feria del ganado estaba abarrotada, la plaza de abastos, la Rúa Waldo Insua. Desde los “almacenes de coloniales” de La Unión, Felipe Mato, Severino Durán, Bastida o la de Ismael, a donde venían a buscar su mercancía para vender en sus “abacerías” de Souto, de Codeseda, de Berres, Eladio de Moreira, Ignacio de Nigoi, Marque de Aguións, Mazás de Cereixo, hasta los ultramarinos al “detal” de Vede en la Puerta del Sol, Silva en Pérez Viondi, Evaristo Mato en San Paio…, donde la gente del rural se aprovisionaba para llenar su despensa para toda la semana.

Cola en los bancos

En los bancos había cola para retirar o ingresar dinero. Los cajeros “no eran automáticos” y tenían nombres y apellidos: Míguez, Paseiro, Manoliño o Toño. Los billetes circulaban de bolsillo en bolsillo, algunos enrollados con una goma, otros debajo de la rueda de repuesto, en el maletero del 131, y otros bajo el colchón “por si algún día temos algún apuro”.

Los autocares de “servicio discrecional” de Quivén de Codeseda, Tanoira, Maceira de Sequeros, Mosquera… que ponían encima de la visera el cartel rotulado de “Ferias y Mercados”, se llenaban de viajeros a los que esperaban en Leicures, o en “la carretera de Santiago” o en “la carretera de Codeseda”. Autobuses con “asientos en la terraza”. Sin olvidarnos del “mixto de García”, aquel camión-autocar que conducía Manolo, carrozado con la trasera habilitada para transportar pasaje y ganado.

Los miércoles

En los primeros años de los 80, con Jesús Durán en la Alcaldía, se dio un vuelco al calendario de ferias, cambiando las fechas de celebración a todos los miércoles del mes. El día de la semana no fue elegido a capricho. Se trataba de regionalizar y no de atomizar, y para ello no podía coincidir con la del jueves de Salgueiriños en Santiago, ni al día siguiente porque quedarían muy pocas operaciones. La elección supuso un quebradero de cabeza para Santiago que, en 1985 comenzó a organizar otra feria los miércoles, adicional y paralela sin permiso alguno. Esto provocó un conflicto entre los dos concellos del que salió vencedor Santiago, ya que, tras muchas gestiones, consiguió que su mercado fuese autorizado.

Ese mismo año el gobierno de Suso Durán afronta la construcción de una edificación en Guimarei y trasladar allí el mercado de ganados.

Se regulan los mercados de otra manera, desapareciendo el sistema tradicional de esta actividad económica y los mercados de ganados poco a poco van desapareciendo de los concellos, continuando solo el tradicional mercadillo con vendedores de ropa, calzado, artesanía, lencería, menaje, y churros y otros productos de alimentación debidamente autorizados para su venta ambulante. Todos estos puestos, junto a los pulpeiros, Rey, Guerra y Porta, quedaron ubicados en el entorno del Campo de La Feria.

El sabatino

Al bajar la actividad comercial en el entorno de la Plaza de Abastos, en la primera década de los 2000, se autorizó para los sábados la celebración de un mercadillo a mayores en Waldo Insua y Martínez Anido.

Hasta los años 80 había dos fechas anuales reservada para dos ferias exclusivamente dedicadas a las transacciones de ganado caballar, el Martes de Mulas, en Pascua y el “San Martiño” en noviembre, fechas que tenían otra esencia distinta a las que se celebran actualmente, basadas en exhibiciones y concursos caballares.

Aquellos años de juventud en los que nos sentíamos como los auténticos “vaqueros” y estábamos deseando que llegasen porque mi amigo “Salva”, ¡que tenía enchufe!, siempre conseguía que nos dejasen subir a alguno de los caballos.

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