Sano sí, pero... ¿Por qué delgado?

La psicóloga estradense Lara Fuentes aboga por desvincular la culpa del sobrepeso, que a menudo afecta a la salud mental

Un hombre con sobrepeso.

Un hombre con sobrepeso. / n.c.

Después de toda esta información médica y del ámbito de la salud, lo normal es que las personas que no encajan con el modelo canónico de cuerpo saludable vigente posiblemente sientan cierta negatividad hacia sí mismos. Y es que a menudo, cuando se trata la obesidad, la fina línea entre salud e imagen se vuelve borrosa, hasta el punto en el que es fácil caer en la culpabilidad y el autosabotaje si se entiende que desde numerosos sectores se envía el mensaje de que tu cuerpo no está bien, que no es sano, que no es bueno.

Son muchas las personas que, por ignorancia del otro, reciben consejos sobre que tienen que comer más sano o hacer más ejercicio, cuando en realidad eso es justo lo que hacen, y siguen unos hábitos de vida mucho más saludables que quizás alguien con un peso inferior, que a simple vista aparentase estar más sano. Y es que a menudo se individualiza la responsabilidad de la obesidad y el sobrepeso en la persona que lo padece, sin tener en cuenta que no siempre se trata de dejadez, o gula, sino que hay otros motivos que pueden desencadenar una considerable subida de peso.

Es el caso de condiciones genéticas, por ejemplo, o trastornos de salud mental como la ansiedad o la depresión. La nutricionista estradense, Dolores Iglesias, expone que “las subidas de peso están muy a menudo relacionadas con problemas de tipo psicológico. Durante la pandemia lo vimos de forma clara, en nuestra consulta eran muchos los casos de personas que ante la incertidumbre, la tensión, la preocupación por perder el puesto de trabajo, y muchas otras cuestiones personales, acabaron aumentando su peso de forma notable. Incluso clientes que teníamos antes del confinamiento pasaron por esto”.

Iglesias clarifica que no solo tiene que ver con conductas de alimentación motivadas por el estrés, la tristeza o la ansiedad, sino que los fármacos que se recetan para combatir estas enfermedades también llevan asociados efectos secundarios como la subida de peso o la retención de líquidos.

Por otra parte, cuando se habla del concepto de obesidad asociado a la imagen y a la culpa, es prácticamente inevitable aplicar una lectura de género. Es decir, las mujeres suelen sufrir más culpa y más presión por encajar dentro de la imagen de cuerpo sano, o por lo menos, así era hasta hace poco.

En esta línea, la psicóloga estradense Lara Fuentes, al frente del programa radiofónico de Radioestrada “A ollada da sospeita”, comparte con FARO sus impresiones sobre este tema, que cataloga como “muy complejo”. Fuentes afirma que “en muchas ocasiones la gordura surge como un terror estético y que puede afectar de manera muy negativa a la autoestima de las personas gordas. Las causas por las que están gordas o no dependen de sus hábitos, de su genética, de aspectos hormonales y también de su salud mental. Precisamente, son muchos los problemas en este último campo que afectan a nuestra relación con la comida”.

Y es que, como se mencionaba anteriormente, “se tiende a asociar la gordura a la falta de fuerza de voluntad, de implicación y a la ingesta descontrolada de comida basura. Estas ideas, propias de una actitud gordofóbica, operan de manera prejuiciosa y estereotipada asimilando el aspecto físico de las personas con rasgos de su personalidad, conducta y estilo de vida” añade.

Para la psicóloga estradense, que además no es ajena a trabajar con sobre estas cuestiones “Las personas gordas reciben constantemente comentarios respecto a su falta de salud; algo que no le ocurre a aquellas que tienen comportamientos perjudiciales como por ejemplo el consumo de alcohol o drogas. Precisamente ante este tipo de comportamientos de discriminación, surge el movimiento conocido como body positive, que busca potenciar la aceptación de nuestros cuerpos, no solo en relación al peso, sino a normalizar y aceptar todo tipo de cuerpos, aspectos físicos y complexiones”.

En relación con este anglicismo, que en ocasiones ha generado debate al ser percibido por algunos como una forma de promover la obesidad y el sobrepeso, Fuentes aclara que “reconocer que existen personas diversas no promueve falta de salud física, sino que trata de proteger la salud mental. El objetivo es que nadie se hunda psicológicamente porque su apariencia no corresponde con el ideal, y que cualquiera de nosotros entendamos que somos igual de válidos más allá de esos supuestos defectos”.

Así, la estradense sentencia que “aceptar nuestras ‘imperfecciones’ nos ayudará a prevenir diálogos internos dañinos y conductas perjudiciales, y motivará el inicio de prácticas positivas desde el amor a nuestro cuerpo y no desde el odio y el rechazo de este”.

En definitiva, se trata de un tema peliagudo, en el que la polifonía de opiniones y posturas hace que el sujeto pueda sentirse perdido. Lo que está claro, y es el mensaje que debe calar, pues en el coincide toda la comunidad médica y psicológica, es que la obesidad no es un fracaso, del mismo modo que ningún otro problema de salud se entiende así. Y que lo único que debemos hacer es cuidarnos y querernos, en todas las acepciones.

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