Café doble, por favor

Un viaje con curvas: desde compromiso descafeinado de hace casi 20 años, a la previsión de que la autovía AG-59 una A Estrada con Santiago en solo diez minutos

Reunión de la patronal con Feijóo en 2004. Hernández en el Ulla, Touriño cortando la cinta del primer tramo y Rueda presentando la prolongación. |   // XOÁN ÁLVAREZ/BERNABÉ

Reunión de la patronal con Feijóo en 2004. Hernández en el Ulla, Touriño cortando la cinta del primer tramo y Rueda presentando la prolongación. | // XOÁN ÁLVAREZ/BERNABÉ / Xoán Álvarez

Ana Cela

Ana Cela

Aquello fue como tomarse un descafeinado a media mañana. Vale, sabe a café, pero no te espabila; es como meterse un placebo entre pecho y espalda. Imagino que la representación de la patronal provincial y de la de A Estrada, que aquel jueves de septiembre visitó en su despacho de San Caetano al entonces conselleiro de Política Territorial, Alberto Núñez Feijóo, salió con la misma sensación. Yo recuerdo perfectamente haberla tenido, y eso que desde aquel encuentro han pasado nada menos que 19 años. Casi dos décadas después, la sensación es bien distinta. A Estrada ha tenido que esperar y hacer un ejercicio de paciencia infinito, pero tiene todo encaminado para que, cuando le apetezca tomarse un café en Santiago –de los de verdad– pueda desplazarse a la ciudad del Apóstol por autovía en solo 10 minutos. Ese sí que sabrá bien.

Éramos varios los periodistas que aquel 2 de septiembre esperábamos en la antesala del despacho de un Núñez Feijóo, que ya apuntaba maneras como futuro presidente de la Xunta, aunque todavía estaba lejos de perfilarse como líder del PP para luchar por la presidencia del Gobierno. Se abrió la puerta y la comitiva que habíamos visto entrar estrechó la mano del conselleiro. Lo hacía con una sonrisa en los ojos y una línea de decepción en los labios, que se fue marcando más a medida que comenzaron a acercarse a la puerta de salida. Y es que se fueron tal y como habían venido: sin nada.

Café doble, por favor

A Agustín Hernández le tocó reconocer que la crisis económica paraba la infraestructura en 2012. / Bernabé

La representación del empresariado que pidió ese día en San Caetano una conexión por autovía entre A Estrada y Santiago estaba encabezada por los presidentes de las patronales provincial y local, José Manuel Fernández Alvariño y Alfonso Varela. Junto a ellos estaban empresarios como Manuel García y Juan Torres –representando a los industriales de Toedo y Lagartóns, respectivamente– y Nemesio Rey, como dirigente de la patronal vinculada al sector del mueble. En aquel 2004 aun faltaban tres años para que se inaugurase el primer tramo de la AG-59, cuya cinta cortó el socialista Emilio Pérez Touriño, al que hay que reconocerle el guiño al futuro que hizo su gobierno al designar a esta infraestructura como autovía Santiago-A Estrada.

“Vamos a esperar a la conclusión del proyecto actual y después estudiaremos esta opción”, manifestó Feijóo. Hasta ahí tibios. Aun había margen para la esperanza. Pero, después, el conselleiro echó mano de un condicionante que empleó en otras ocasiones en relación a la llegada de la autovía hasta A Estrada. Informó a la delegación estradense de que la realización de la segunda fase de la infraestructura dependería de que aumentasen los flujos de tráfico que se registraban en ese momento y que eran considerados insuficientes por la Xunta para convertir el tramo en autovía. No obstante, el titular autonómico insistió en que mantenía “su compromiso con A Estrada y con su gobierno para conectar la villa con vías de alta capacidad”, aunque quiso dejar claro que lo realmente importante entonces era la construcción de la “autovía Santiago-Pontevea”, que comenzaría ese año y que habría de servir para solucionar los problemas de tráfico más graves con los que pudiesen encontrarse los estradenses que se desplazan a Santiago.

"Salir en la foto"

“Le revelamos el malestar que existe en A Estrada por la falta de inversiones de la Administración y le dijimos que queríamos volver a salir en la foto”, dijo ese mismo día el desaparecido Alfonso Varela, entonces presidente de la Asociación Comarcal de Empresarios (ACE). Respecto a la ejecución de la autovía completa entre A Estrada y Santiago, Varela estimó que el entonces titular de Política Territorial la consideraba “posible y muy factible” y deseó que su ejecución se organizase antes de que hubiese concluido la primera fase.

Café doble, por favor

El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, y la conselleira Ethel Vázquez, al presentar recientemente el proyecto definitivo. / Bernabé/Javier Lalín

Lo bueno que tienen las hemerotecas es que, o te construyen un nuevo recuerdo, o te avivan la memoria. En este caso lo segundo. Recuerdo subirme a un autobús para recorrer los primeros kilómetros de la que aquel día de noviembre de 2008, con bipartito en la Xunta y también en el gobierno de A Estrada, se reveló en los carteles como la autovía Santiago-A Estrada, justo antes de que se abriese el tramo a la circulación. Recuerdo a Touriño cortando la cinta inaugural al pasar la glorieta en altura que comunica la AG-59 con la autopista AP-53, acompañado de José Antonio Dono en su primer año como alcalde de A Estrada.

Autovía y A Estrada en un mismo cartel

Si el 11 de mayo de 2005 Manuel Fraga colocó la primera piedra de esta infraestructura, los pasos para recortar los tiempos de desplazamiento entre la capital gallega y la estradense dejaron huella aquel día de 2008. La que durante mucho tiempo fue conocida como variante de Cacheiras juntó en un mismo cartel la palabra “autovía” con lo topónimo “A Estrada”. La entonces conselleira de Obras Públicas e Transportes, María José Caride, reveló que este departamento autonómico se encontraba ya redactando el estudio informativo y de impacto ambiental para la construcción del último tramo de esta autovía, el mismo que enlazaría A Ramallosa con A Estrada y que permitiría dar respuesta a la unánime demanda de políticos, empresarios y ciudadanos en general que existía desde hacía años al otro lado del Ulla.

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Emilio Pérez Touriño, en 2008, al inaugurar el primer tramo. / Ana Cela

Tras la era Touriño llegó la presidencia de Feijóo en la Xunta, primero con Agustín Hernández y después con Ethel Vázquez en la cartera de Infraestructuras. Los dos se comprometieron con el proyecto de prolongación de la autovía, aunque a Hernández le tocó tragar el sapo de anunciar públicamente que la crisis económica obligaba a paralizar la actuación. Todavía lo escucho, anunciándolo junto al río Ulla en el coto salmonero de Ximonde. Y de nuevo, ahora con José López Campos en el gobierno local, A Estrada tuvo que tomarse el café descafeinado, confiando en no dormirse para poder seguir reclamando a tiempo que la AG-59 no muriese en A Ramallosa.

Y no lo hizo. A Estrada no se apalancó y se encargó de mantener bien despierta a la Xunta con este proyecto. Llegó entonces la división del tramo que prolongará la autovía en dos subtramos y el férreo apoyo de Feijóo, primero, y el actual presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, a que esta infraestructura llegue hasta O Rollo.

La AG-59 tiene solo un tramo operativo y páginas para escribir una enciclopedia. Sin embargo, parece que ha llegado la hora de tomarse ese café doble. Tiene el trazado, tiene el presupuesto y tiene todo de su parte para avanzar hasta A Estrada. Comenzará a hacerlo este año, en dirección a Pontevea. Es ahora cuando conviene que el café esté bien cargado para que no se detenga ahí y forme un embudo; que continúe, como se aguarda, hacia Santa Cristina de Vea para que quienes peregrinan cada día hasta la Capital del Apóstol puedan tomarse ese vaso de cafeína de primera hora de la mañana todavía en pijama, porque llegarán a Santiago en diez minutos.

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