jordi mollà perales nnficha personal | Actor y artista

“Siento que este lugar me protege e inspira, cuando entro ya no deseo salir”

“Pintar los 32 cuadros que visten Casa Beatnik no fue fácil, tenía que tener en cuenta una estética ya definida y ejecutada, pero sabía que debía partir de la atmósfera local”

Jordi Mollà en una de las estancias de Casa Beatnik, frente a dos de sus cuadros.   | //BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Jordi Mollà en una de las estancias de Casa Beatnik, frente a dos de sus cuadros. | //BERNABÉ/JAVIER LALÍN / nerea couceiro

La Casa Beatnik, situada en pleno corazón del Val do Ulla, no solo es un espectáculo visual por su llamativa fachada fucsia, rompiendo con el esquema cromático de la zona, sino que dentro de sus muros guarda una auténtica galería de arte, con piezas especialmente creadas para vestir sus paredes por el actor, escritor y artista catalán Jordi Mollà. En una de sus visitas a este peculiar y lujoso hotel, el creador comparte con FARO sus impresiones sobre el paisaje autóctono y el proceso de transcribirlo a través de la pintura.

–¿Es su primera vez en Galicia?

–No, vine hace mucho tiempo para una grabar una película, pero sí en esta zona. Desde verano, cuando abrieron la Casa Beatnik, he venido ya dos o tres veces.

–Entonces, ¿se puede decir que ya está familiarizado con el Val do Ulla?

–Se podría decir que sí, pero más bien estoy familiarizado con el hotel, porque entro aquí y ya no salgo.

–¿Qué le parece el paisaje de la zona, se compara a otros lugares en los que haya estado?

–No, Galicia es diferente. Aterrizas y parece que estás en Dublín o alguna otra parte de Irlanda. Resulta muy inspirador.

–Usted es un hombre polifacético. No sólo actúa, sino que escribe y pinta, ¿el hecho de pasar tiempo aquí le ayuda a la hora de inspirarse en sus procesos creativos?

–Desde luego. Es un sitio perfecto para salir a pintar, si no llueve, o incluso aunque llueva. También para escribir o reflexionar sobre uno mismo. Es un lugar que te protege, que te ayuda a alcanzar ideas buenas para tu vida o a tomar decisiones.

–¿Ha probado a salir por las cercanías y pintar, u observar y escribir?

–En verano sí lo hice, obras sobre papel. Además, este hotel tiene muchos rincones, está el restaurante, la zona de sauna, de meditación... y cada una tiene su energía.

–En relación a esto que me menciona, usted ha pintado los cuadros que visten las paredes de este hotel, ¿cómo ha acabado formando parte de este proyecto?

–Conozco a Dani (propietario) desde hace mucho tiempo. Él es, de hecho, coleccionista mío, y tuve la suerte de hacer varias exposiciones de su mano. Cuando me comentó lo de la casa, le ofrecí hacerme cargo de los cuadros, y como ya conoce y le gusta mi estilo, estuvo de acuerdo con la propuesta.

–Cuénteme cómo fue el proceso para pintar esas obras que ahora completan Casa Beatnik.

–Pues no fue fácil, ya que no se trata simplemente de pintar un cuadro, sino que hay que tener en cuenta el contexto en el que este va a ir; el vestíbulo o el cuarto de un hotel, donde ya existe una estética totalmente programada y ejecutada, con una paleta de colores específica. Pasaron muchas ideas por mi cabeza, pero finalmente concluí que debía inspirarme en la zona. Pedí a Dani que me enviara varias fotos de la vegetación de aquí, y a partir de esas imágenes empecé a pintar sobre lienzo. Luego los dejé bajo la lluvia, jugando con la humedad y el moho, cosas muy gallegas.

–¿Cuántas piezas pintó en total?

–En total, fueron 32. Ahora que las he visto in situ, creo que hemos hecho un buen trabajo. No era fácil, porque las pinté en Estados Unidos y tenía que tener la cabeza constantemente en esta atmósfera. Además, quería que no destacasen sobre la propia decoración, sino que la complementasen, que funcionase como un conjunto.

–Decía que le mandaban fotos de la vegetación de la zona para inspirarse, ahora que la ha visto con sus propios ojos, ¿qué es lo que más le llama la atención?

–Sin duda, la variedad. Sin entender nada de botánica, veo los viñedos y parece que estás en Toscana, pero de repente te encuentras una palmera. No sé como lo han conseguido.

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