Una alameda en blanco y negro

Las críticas no paran de salpicar al parque más céntrico de A Estrada | Pavimentar y construir las bancadas con hormigón blanco acusa ahora falta de cuidado cuando las superficies lucen en una sinfonía de negro, marrón y verde

Zonas de paseo, plazas y bancos ofrecen una imagen de suciedad y descuido, que se alía a pintadas y excrementos de aves. |   // ANA CELA

Zonas de paseo, plazas y bancos ofrecen una imagen de suciedad y descuido, que se alía a pintadas y excrementos de aves. | // ANA CELA / Ana Cela

Ana Cela

Ana Cela

¿Eres del PSOE? La pregunta me pilla desprevenida y no puedo evitar reírme. ¿Es por lo sucia que está la alameda? Me apresuro a aclararle a esta ciudadana que, como yo, ha salido a dar un paseo aprovechando esta tregua en el chaparrón matinal, que para nada soy política. Le cuento que cruzo el parque cada día y que hoy no he podido resistirme a sacar el móvil y llevarme a la Redacción del periódico en el que trabajo un testimonio gráfico que viene a refrendar las críticas vecinales que, como la lluvia de estos días, tampoco paran de salpicar la alameda de A Estrada. Y tengo que decir que con razón. ¿Por qué lo llaman blanco cuando quieren decir negro?

Una alameda en blanco y negro

Las bancadas de la pista deportiva no escapan a la suciedad y las pintadas. / Ana Cela

Hormigonar los jardines municipales y la Praza da Constitución generó muchísima polémica. Todavía colea. Si los primeros días hacían falta gafas de sol para pasear sobre esta superficie pulida de un blanco nuclear, hoy hacen falta las gafas de ver para no sentarse donde el pantalón pueda pagarlo caro. No es necesario ser del partido de la oposición, ni siquiera tener un exacerbado espíritu crítico. Solo hay que tener ojos en la cara para ver que la alameda municipal está sucia. Mucho.

Una alameda en blanco y negro

Vista del color del pavimento de lo que antes eran blancos pasillos para el paseo. / Ana Cela

Los pasillos y bancos que se van extendiendo en todo este espacio público presentan ahora una desagradable paleta cromática. Está toda la escala de grises, la de los marrones menos favorecedores y, cómo no, la de los verdes, agarrados al pavimento como si fuesen una garrapata que nadie se ha molestado en arrancar.

Una alameda en blanco y negro

Las paredes de la fuente mantienen cierta limpieza, ajena al resto de estructuras. / Ana Cela

La suciedad en la zona de juego infantil es ya para nota. Si hay bancos de hormigón bajo los árboles que están negros de mugre y humedad, los de madera son el blanco perfecto para los pájaros. La superficie homologada que pretende amortiguar los golpes a los que son propensos los usuarios más pequeños de la alameda luce completamente sembrada de excrementos de aves, hojarasca y musgo. Hasta los carteles que informan sobre las condiciones de uso de la zona de recreo infantil salen mal parados y evidencian una importante falta de cuidado.

Una alameda en blanco y negro

Superficie de la zona de juego infantil sucia y frontal de un banco completamente negra. / Ana Cela

La parte inferior de los muchos metros de bancadas de hormigón blanco son todo un cúmulo de suciedad. Algunas de las tiras de luces led que ofrecen una hermosa iluminación de la alameda por las noches ya brillan totalmente por su ausencia, caso de las del entorno de la fuente, que tampoco supera, ya no la prueba del algodón, sino la del mínimo decoro.

Una alameda en blanco y negro

El blanco nuclear de las bancadas de hormigón tiene ahora una paleta cromática de suciedad. / Ana Cela

Se puede entender que, en especial en estos meses, el fondo de la fuente esté sucio –de hecho, lo está–, pero llama la atención que las paredes de este elemento que están continuamente regadas por el agua luzcan relativamente limpias, cuando la negrura campa a sus anchas por las zonas destinadas al descanso.

La pista deportiva no escapa a la mugre. Ni tampoco a las muchas pintadas con las que algunos vándalos con delirios de artistas decoraron distintas zonas del Central Park estradense. De nuevo las bancadas lucen negras, como lo hacen –aunque ya en menor medida– zonas de la plaza más próxima a la confluencia entre la Avenida de Vigo y la Rúa Castelao.

Una alameda en blanco y negro

Banco salpicado de excrementos de pájaro y con un entorno de suciedad y verdín. / Ana Cela

Lo único que se ve cuidado en la alameda de A Estrada es el césped, aun cuando haya quien cuestione sus drenajes. El aspecto que ofrece esta zona de esparcimiento, por mucho que la lluvia intente cubrirla de espejos, es el del descuido y la falta de aseo.

Construir no es sencillo, pero mantener exige el mismo esfuerzo. No se puede vestir a un niño de blanco y esperar que no se ensucie. La de A Estrada es ahora una alameda en blanco y negro, sin el encanto ni la antigüedad de las instantáneas desprovistas de color. Cepillo e hidrolavadora son lo mínimo que se espera, además de una atención constante para conservar lo que es de todos.

Haz un buen artículo, me pide mi espontánea compañera de paseo. Prometo que lo intentaré y le garantizo que, al menos, no llamaré blanco a lo que estoy viendo negro.

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