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La ermita del Faro, historia y leyenda

La casa de Camba atribuye el nombre al encendido de luminarias para avisar de la cercanía de enemigos | Los combatientes medievales, que iban allí a orar ante la Virgen, le construyeron una rudimentaria capilla

Vista de la ermita, con un detalle de su altar mayor y ascensión de fieles por el Camino de la Virgen hasta el santuario. | // FOTOS: A.V.N.

La Ermita de Nuestra Señora del Faro se encuentra en el centro de Galicia, en un elevado altiplano a 1.155 metros de altitud en el monte Faro, en el límite entre las comarcas de Deza (Pontevedra) y Chantada (Lugo). Allí se yergue, solitaria y humilde, la minúscula y rústica capilla y donde se celebra una monumental romería en honor de la Virgen.

Fuente santa y monolito dedicado a Xohán de Requeixo, en el entorno del templo. | // FOTOS: A.V.N.

El paisaje en el que está enclavada la ermita es un hermoso mirador desde donde, en días claros, se pueden divisar las sierras más elevadas de Galicia. Es un paisaje maravilloso con unas espectaculares vistas sobre las cuatro provincias gallegas. Los señores de la casa de Camba, a la que pertenecía esta zona, atribuían el nombre de Faro a que en aquella altura se encendían luminarias para avisar a los vecinos de la cercanía de enemigos. Allí se reunían los combatientes medievales a orar ante una imagen de A Virxe do Faro para que les ayudase a conseguir la victoria y para la que construyeron una rudimentaria capilla, donde colocar el cuadro de la Virgen.

Dos estampas de la romería de Nuestra Señora del Faro, con las imágenes de la Madre y la Hija durante la procesión (arriba). | // FOTOS: BERNABÉ/JAVIER LALÍN

El monte Faro, según los historiadores, fue desde épocas muy remotas un lugar donde se realizaban ritos paganos y donde, probablemente, existió alguna atalaya durante la dominación romana desde donde se controlaba el paso entre el Conventus Lucensis y Barensis. Su gran altura hacía que las condiciones para vivir fueran muy adversas para mantener alguna población fija, por ello es fácil suponer que a lo largo de la historia tan solo hubieran existido en este monte destacamentos o templos de carácter temporal.

La ermita del Faro, historia y leyenda

La actual ermita de la Virgen ha cristianizado un viejo lugar religioso pagano. La imaginación popular, unida al sentimiento religioso, fue tejiendo alrededor de la ermita un rosario infinito de leyendas Se carece de datos precisos para fijar con exactitud la fecha de la fundación de este célebre santuario y es difícil aclarar los remotos orígenes de esta ermita.

La ermita del Faro, historia y leyenda

Excavaciones del siglo XVIII

Por las excavaciones realizadas en el siglo XVIII parece que existió un antiguo templo, quizás románico, construido sobre otro todavía más antiguo, posiblemente pagano. Es posible que la antigüedad de la ermita actual haya que llevarla al siglo VI, momento en que se cristianizaron los castros y las cumbres de muchas montañas. Se sabe que es anterior a la fundación del Monasterio de Oseira, en 1140. Algunos autores opinan que la devoción a la Virgen la introdujeron los eremitas o, más tarde, los monjes cistercienses de Oseira.

La ermita del Faro, historia y leyenda

Lo cierto es que en el siglo XIII los fieles ya subían a la ermita del Faro a hacer oración, como lo demuestra el poeta trovador Xohán de Requeixo: Fun eu, madre, en romería / ao Faro con meu amigo / e venho del namorada / por canto falou conmigo / ca mi jurou que morría / por mí, tal ben mi quería. Puede afirmarse que es uno de los santuarios más antiguos de Galicia.

En 1748, aparece recogido en el archivo de la parroquia de Santiago de Requeixo, a la que pertenece la ermita, que la fundación data de tiempo inmemorial. La actual fue reconstruida totalmente en el siglo XVII, con reformas en los siglos posteriores; en 1726 fue reedificada la fachada desde los cimientos.

La ermita del monte Faro es una gran mole de piedra granítica, de solidísima construcción, para afrontar las furias de los temporales y tormentas en un paraje tan elevado. Ofrece un aspecto rudimentario, la planta es de cruz latina, con nave rectangular y brazos cortos de la misma forma, cubierta a dos aguas, con dos capillas laterales, la nave central es bastante amplia, con una puerta frontal y sendas puertas en las naves laterales. El arco triunfal es de medio punto. El presbiterio y las capillas laterales están cubiertas con bóvedas de cañón y arcos torales, de medio punto. La nave central, igualmente, está cubierta por una bóveda de cañón, dividida en tres tramos con cuatro pilastras que sostienen sendos arcos de medio punto impostados. Tiene una sacristía adosada al poniente y un coro y, por el naciente, un lugar destinado a la recogida de limosnas y misas.

No tiene torre ni espadaña y el tejado es de poca altura, para eludir los efectos de los vendavales. La fachada tiene dos estribos laterales, un frontón, placas ornamentales y una puerta moldurada. Destaca el retablo mayor de estilo neoclásico obra de Tomás Figueroa Rodríguez, natural y vecino de la parroquia de Santa María de Sabadelle (Chantada). La imagen de la Virgen que se venera en el Santuario, que llaman A Vella o A Nai, es de madera, de semblante bondadoso, de rojas mejillas, de ojos candorosos, con tres cabezas de ángeles a sus pies.

Orígenes legendarios

Existen varias leyendas referentes al origen de la ermita, llenas de fantasía que reflejan el anhelo de los fieles. El cronista Fabián Nogueira presenta una versión de corte monacal, afirmando que la iglesia parroquial de Requeixo, de estilo románico, fue edificada por los monjes templarios, y que estos también levantarían la ermita del Faro; esta deducción no tiene base histórica, ni afecta para nada a la antigüedad de la ermita.

En una de las muchas leyendas que existen se cita como origen de la ermita el deseo, expresado por la Virgen al huir de la Sierra Martiña, de ser venerada “donde no se oiga gallo cantar ni gente rifar”. Otra leyenda refiere que en cierta ocasión los monjes de Oseira quisieron trasladar la imagen de la Virgen del Faro a su monasterio, para quitarla del abandono en que se hallaba, pero al llegar al lugar denominado Mirante, “los bueyes que portaban tan preciada carga se pararon, sin poderse mover e inmediatamente empezaron a repicar por si solas las campanas de la parroquia de Requeixo”, por lo que los monjes desistieron del empeño. Para conmemorar este milagro se construyó en el lugar indicado un crucero, hoy desaparecido.

El 8 de septiembre se celebra en honor de la Virgen la romería más importante y multitudinaria, hay otra el 15 de agosto, a la que acuden romeros de toda Galicia. En ella se lleva en procesión a la Virgen conocida como A Filla, desde la iglesia de Santiago de Requeixo hasta el Santuario, en un recorrido que alcanza los cuatro kilómetros, en la que muchos fieles suben de rodillas la cuestecita del sendero, conocido como el Camino de la Virgen para pedir su intercesión para superar algún mal momento, porque están ofrecidos o simplemente por devoción.

Sendero milagroso

El milagroso sendero, siempre verde, tendrá unos dos metros y medio de ancho y va desde la explanada de Seixas hasta las puertas del mismo Santuario. A lo largo y a lo ancho de este sendero no crece sino una finísima hierba, que semeja una colosal alfombra, mientras que a los lados crecen entremezclados helechos, tojos enanos y peñascos irregulares. Se le conoce con el nombre de Camino de la Virgen porque, según la tradición, por él subió la Virgen María a la cima del monte, cansada del largo viaje que realizó desde Oriente y por eso, desde aquella fecha, no crece maleza alguna en el terreno que pisaron los pies de la Virgen.

A un tiro de piedra de la ermita se encuentra un manantial milagroso de aguas frescas y cristalinas, la Fonte Santa, es de piedra granítica, fue restaurada el año 1718, según otros en 1778, y recientemente se coronó el frontal con una escultura pétrea de la Virgen. Los romeros se acercan a la fuente a beber porque consideran que sus aguas son milagrosas y las llevan a sus hogares como remedio para sus dolencias y las de sus familiares. Hay otra fuente, llamada Fonte dos Rapaces, donde se lava a los niños que tienen mal color o pierden las ganas de comer.

Además de las cantigas del trovador Xohán de Requeixo, en el siglo XIII, también el romancero popular cantó a la Virgen de la ermita del Faro: “Ai, Virxe do Faro! canto / te queren as xentes nosas, / Raiña dos ceos e a terra, / que hoxe estás na aquela porta / mirando como che suben / os romeiriños a costa”.

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