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Un ordeño redondo

Ganadería san Mauro luce la primera sala de ordeño circular de toda la provincia | El sistema cuenta con 60 plazas

Aníbal y Malena Vila García, hijos de los dueños de la granja, delante de la sala de ordeño. | // BERNABÉ/J.LALÍN

Desde hace mes y medio, las vacas de Ganadería San Mauro pueden presumir de emplear un sistema de ordeño pionero en la provincia: una sala rotativa, ideal para explotaciones grandes por su rapidez en comparación con otras alternativas como la sala tipo espina de pescado (donde las vacas están en una especie de cuña), en paralelo o en tándem.

Abel Vila, el responsable de la ganadería, explica que antes la granja tenía ese sistema en forma de espina de pescado, “pero tenía unos 30 años y ya nos daba bastantes problemas”. La explotación cuenta con 650 cabezas, de las que están en ordeño 350. La sala funciona como una cadena de montaje, de forma que no son los operarios los que tienen que desplazarse para limpiar y desinfectar las ubres; extraer los primeros chorros de leche; colocar las pezoneras y desinfectar las ubres al final del mismo. Cada uno está en un puesto fijo, de modo que son las vacas las que pasan delante de cada operador y al subirse a la plataforma, ocupan un cubículo concreto. Es una ventaja más, ya que en otros sistemas no tenían compartimentos individuales y podían empujarse unas a otras, explica Vila.

Tres reses, durante el momento del ordeño. BERNABE/JAVIER LALIN

Sin necesidad de agrupación

La sala dispone de 60 plazas y está en continuo movimiento, porque, también a diferencia de otros sistemas, no es preciso agrupar a las reses en función de una producción similar. “Aquí el ordeño es individualizado”, añade Vila, de manera que cuando la ordeñadora detecta en cada animal que ya no hay más leche, la plataforma se mueve para que pueda salir esa vaca y entrar otra. En otros sistemas la sala se llena y después se vacía, no hay una circulación continuada de reses.

Podríamos pensar que con este sistema rotativo se precisan menos personas. Pues no. “Tenemos la misma gente, cuatro personas, o más, si fuese necesario, pero precisamos menos tiempos. Una sala de ordeño circular tiene una capacidad de ordeño de unas 300 vacas por hora, mientras que en otros sistemas más convencionales pueden llegar a cinco ó seis horas”, calcula. En el caso de Ganadería San Mauro, las vacas quedan ordeñadas en una hora y media o una hora y 40 minutos. No llega a las dos.

Al ser preguntado por cómo se adaptaron los animales a la sala circular, Abel Vila admite que “los primeros días fue terrorífico”, algo lógico porque los animales se enfrentaban a una construcción desconocida para ellas y, por tanto, a un sistema que les era totalmente ajeno a su rutina. También, al principio, les sorprendía el continuo movimiento de la plataforma, por muy lento que este fuese. Ahora, mes y medio después, las reses están completamente adaptadas. Ayuda, como decíamos, que dispongan de compartimentos individuales y la reducción de estos tiempos de espera para volver al establo.

Mientras están en el ordeño, las vacas no tienen comida. “Hay otros países donde sí se aporta un concentrado individualizado durante el ordeño, pero en España no se hace porque suele generar polvo”. Lo que sí resulta imprescindible ya no solo para cualquier sistema de ordeño, sino sobre todo para esta sala pionera, es un generador por si hay un corte en el suministro eléctrico. Ya no solo porque cesaría el ordeño, sino porque las vacas quedarían entonces ‘atrapadas’ en la plataforma, al dejar ésta de rotar.

Detalle de las pezoneras. BERNABE/JAVIER LALIN

La tercera generación

La intención de Ganadería San Mauro es incorporar más animales de forma paulatina “porque así lo demanda el mercado”. Abel Vila y su pareja son la tercera generación de una granja que montaron los abuelos de él, en los años 60-70. Recuerda que antaño, las explotaciones de leche solían ser una fuente de ingresos complementaria de otras actividades como el porcino o la agricultura. “Hoy ya está focalizada”, y de ahí que un establo mediano-grande se sitúe en torno a las 600 vacas. Para ello, es necesaria una inversión económica considerable en sistemas como el que acabamos de describir, pero “se trata de un esfuerzo delimitado en el tiempo, porque la calidad de una explotación puede llevar generaciones”, asevera Vila.

En este punto, el ganadero echa en falta que la sociedad admita que las producciones porcinas o avícolas puedan tener miles de madres, pero que le cueste entender que para poner en el mercado leche competitiva y de calidad no pueda haber granjas con centenares de vacas. “Una explotación media tiene unas 20 ó 30 hectáreas, y de ahí un aprovechamiento intensivo”, apunta. Y añade, de paso, que varios estudios han analizado la relación directa del confort del animal, y la ausencia del estrés, con más producción de leche. En 2016, el consultor estadounidense Gordon Jones indicó en el Congreso Internacional Anembe de Medicina Bovina que por cada hora a mayores de descanso, una vaca puede producir hasta 1,7 litros más de leche, y que la falta de comodidad puede estar detrás del 25% de los problemas en una granja de vacuno.

Por ello, esta granja de Filgueira trae arena de Vilalba para aplicarla en la cama de las vacas. Por una cuestión muy simple pero de un detalle enorme para sus reses: es un material más fino que la arena de construcción y resulta más cómoda para los animales a la hora de estar tumbadas.

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