Los vecinos de Siador que defienden el mantenimiento de A Saleta en su fecha habitual del 19 de septiembre muestran su desacuerdo con las manifestaciones realizadas por el sacerdote Amador Marugán Patiño. En un comunicado, dicen que en ningún momento han ido “en contra ni puesto en duda el trabajo realizado cada año por la comisión” y que, tal él lo plantea en su escrito del pasado 15 de octubre, “está dando lugar a una confusión tal entre demás vecinos y comisión que hace que se enfrenten entre sí, algo que nunca antes había pasado con los sacerdotes que anteriormente habían estado a cargo de la parroquia”. Consideran “muy grave que se dedique a enfrentar en vez de unir a los vecinos”.

Los residentes invitan a Marugán a “reconocer públicamente que el grave error lo cometió él” al modificar unas fechas establecidas desde que, en 1863, se implantó en Siador el culto a la Virgen de La Saleta “y que a nadie se le había ocurrido modificar”. Creen que, en el momento en que la comisión le propuso cambiar las fechas, “su responsabilidad y obligación hubiese pasado por reunirse con toda la parroquia, ya que el santuario no es sólo de cuatro personas, ni tampoco suyo, es de todos los vecinos de Siador”. Por lo tanto, sostienen, “esa decisión tan importante y trascendental –con pérdida incluída de festivo local, aprobado en votación en el Concello de Silleda años atrás– no tendría que haberse tomado con tal ligereza. Son acuerdos que de ninguna manera se pueden tomar fundados en comentarios individuales hechos en cualquier parte, sino en una reunión con toda la parroquia”.

Dado que se actuó sin contar con ellos, “una inmensa mayoría de vecinos de Siador sí acaba de manifestar su descontento en una reunión solicitada a Amador”. Ésta terminó con una votación a mano alzada y posterior acta firmada por todos los asistentes para que las fechas del santuario vuelvan a los días de siempre, comienzo de la novena el 10 de septiembre y día grande el 19. Un hecho que sí consideran “decisorio”.

Amador Marugán, continúa el comunicado, “sabe perfectamente que las cosas no se desarrollaron tal y como él las presenta”. En septiembre, después de dos años sin celebraciones y al ver en los carteles el cambio de fechas, se le trasladó el descontento de los vecinos. El día 19 se le solicita una reunión, a lo que “responde que, si la ve oportuna, ya la convocará él con un aviso después de la eucaristía dominical”, si bien, transcurridos “unos quince minutos”, les dice por teléfono que “va a consultar su agenda y ya comunicará día”. Tras nueve jornadas sin noticias, los vecinos le vuelven a llamar y entonces “sí pone día y hora: 3 de octubre a las 20:30”, con el compromiso de anunciarlo en la misa del domingo, algo que no hizo, como él mismo habría admitido luego en el encuentro. “¿Tal vez, cuánta menos gente asistiese, mejor?”, se preguntan, a la par que aseveran que ese fue “el motivo por el cual la comisión y un par de familias no se enterasen de la reunión o, aún sabiéndolo, pensasen que no habían sido convocadas, tal como Amador apunta”. “Aún así –alegan–, no pudo evitar que, mediante aviso boca a boca, se presentase una gran mayoría de vecinos, no unos pocos, como él da a entender”.

“Otra de sus excusas para el cambio de fechas fue que había que modernizarse, que ahora la gente trabaja fuera, los chicos estudian, etc. –prosiguen–. Pues habría que recordarle, que hasta hace poco, era precisamente él quien se negaba en rotundo a celebrar tanto aniversarios como funerales en sábado, cuando sí se venía haciendo desde hace tiempo en otras parroquias. Entonces parecía no importarle que ni los familiares que viven lejos ni los estudiantes pudieran estar presentes o tuviesen que esperar a lunes para celebrar el funeral”.

Respecto al cambio de fechas de otras fiestas con gran arraigo, como la de Aciveiro, aducen que “a nosotros no nos incumbe, ya que cada parroquia decide de forma individual”. En todo caso, le recomiendan “acercarse por allí y preguntar qué tal les ha ido con el cambio porque tal vez se lleve una sorpresa”.

Aun cuando, tal como dice su párroco, la realidad sociológica no es la misma, “la tradición y la devoción a la Virgen de La Saleta sigue estando en nuestros corazones”. Por eso, se oponen a que cada año varíe “tanto el día de comienzo de la novena como la celebración del día grande”. “Parece mentira que sea precisamente el sacerdote encargado de la parroquia el que defienda semejante cambio. ¡A Saleta no se toca!”, concluyen.