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La presa de Leira, relegada al olvido

La falta de acción por parte de las administraciones amenaza la conservación de este acueducto del siglo XVIII sobre el Umia pese a su amplio potencial turístico para la zona

El puente, a penas visible bajo la frondosa vegetación. /Asociación Vagalumes

El rural gallego está lleno de tesoros escondidos, esto no es un secreto para nadie. Sean los montes prácticamente vírgenes, las típicas casas de piedra, los molinos, o las cascadas, cada rincón guardia escenarios de película, en los que perderse, muchas veces, encontrándose a uno mismo. Algunos de ellos son desconocidos para los propios habitantes de la zona en la que se encuentran, y por descuido o dejadez, acaban desapareciendo entre la vasta maleza. Este es el caso del Puente de Leira, y la presa a él asociada.

El acueducto en la actualidad, tras el saneamiento de los vecinos.

Los vecinos y vecinas de los alrededores saben muy bien de esta construcción, cuya origen podría remontarse al siglo XVIII, aunque este dato no está confirmado. Pese a ello, en general, un amplio porcentaje de estradenses desconocen la existencia de esta joya, que en su día alimentó historias y leyendas, y nutrió de agua a las fincas del entorno, ayudando al crecimiento de pasto y cultivos. Por otro lado, el labor y la iniciativa de ciertas asociaciones culturales, como Vagalumes o Codeseda Viva, recogen en sus páginas web los pocos datos conocidos del puente y la acequia, en un intento de reivindicarla como atractivo para los locales y los visitantes, y sobre todo, para conseguir el interés suficiente para garantizar su conservación por parte de las distintas administraciones. Una materia en la que, por lo de ahora, los organismos públicos no llegan al aprobado.

La presa de Leira, relegada al olvido

La presa de Leira fue construida sobre el río Umia, a la altura de la parte norte de la parroquia de Codeseda, colindando con Parada y Rivela. Inicialmente, la infraestructura pertenecía a una familia de terratenientes de Paredes, lugar de Parada, parroquia que cuenta con el único acceso a los terrenos, a través de la carretera del Arnao. Dependiendo de la época del año, adentrarse en esta zona es más o menos aconsejable. En verano, los usuarios de la presa para regadío se encargan de limpiar la zona, desbrozando tanto el acueducto como el paso, y tapando los huecos que pudiesen hacer peligrar la estructura. Es una labor que realizan anualmente, sin contar con el apoyo de ninguna institución, ni económicamente ni en forma de recursos materiales, como maquinaria.

De hecho, a día de hoy las inmediaciones se encuentran totalmente saneadas, por lo que es un bueno momento para visitarlas, aunque por motivos de seguridad, no se recomienda intentar cruzar el puente, ya que este no fue diseñado para el paso de personas, y el deterioro causado por el paso del tiempo podría provocar algún desafortunado accidente.

A lo largo de los años, las tres parroquias que colindan con esta construcción debatieron sobre la posesión de los terrenos, si bien, a día de hoy, en el Catastro, estos aparecen asociados a Codeseda. En este punto, si se consulta el portal electrónico de Codeseda Viva, figuran los siguientes datos “en los mapas actuales de la Xunta de Galicia está correctamente situada en la de Codeseda. Ya en el Catastro de Ensenada del año 1752, en la pregunta 17 referida a salinas, minas, molinos harineros u de papel, batanes y otros artefactos se ubica en nuestra parroquia el llamado ‘muiño de leira’”.

Sin embargo, los vecinos más vetustos de Parada, los cuales regaron sus fincas durante generaciones con esta vena del Umia, encargándose, a cambio, de limpiarla anualmente, aseguran que esta debería pertenecer a su parroquia. Para ellos, el soporte de ese argumento se encuentra en la coherencia, dado que tanto la familia que levantó esta estructura, como su uso y su cuidado estuvieron siempre asociados a esta. Concretamente, a los lugares de Eiriz y Paredes.

Las discusiones acerca de qué límite envuelve al este antiguo tesoro tienen poca cabida ahora, cuando las piedras del puente son cada vez más inseguras y amenazan con derribarse. El abandono progresivo del rural ha conllevado a una falta de actividad agrícola que finalmente está derivando en el olvido de todas aquellas construcciones que antaño eran vitales en las labores del campo. No sólo las presas, sino los molinos de harina, los estanques y los puentes de piedra, usados mucho antes de que existiesen las carreteras de asfalto.

La importancia de esta acequia no sólo tiene que ver con una tradición histórica, sus usos asociados a la agricultura, o su valor patrimonial, sino que en la actualidad, a través de una captación realizada hace algo más de una década, nutre de agua la traída que suministra Parada, Nigoi, Tabeirós, Guimarei, A Somoza, Ouzande, y el casco urbano. Por lo que resulta llamativo la falta de actuación por parte de las administraciones a la hora de mantener el área en buenas condiciones.

Leyendas que hablan de duendes y de oro

Uno de los factores que hacen tan especial a este acueducto es el enorme patrimonio de leyendas que giran en torno a el, y que forman una red de misticismo con otros elementos de la contorna. Muchos de los cuentos populares que recuerdan los vecinos de la zona, recopilados en el sexto volumen de la colección Galicia para soñar, Galicia de leyendas, publicado por Hércules Ediciones en el 2003, tienen que ver con la figura mitológica de “os mouros”, unos seres con forma de duendes que habitaban en los picos de los montes o en el fondo de los ríos. Entre ellos, uno versa así “donde está la presa hay una cueva, y dentro hay una artesa de piedra que dicen que tiene loza de oro, pero hay una culebra que está vigilando la artesa, y para coger el tesoro, primero hay que enfrentarse a ella”. Como esta, existen numerosas creencias que sitúan un cuartel de estas criaturas en lo alto del castro, sobre el puente y la presa.

Un calendario de riego y un acuerdo de limpieza anual

Como se mencionaba anteriormente, durante generaciones, desde su creación, los vecinos de Eiriz y Paredes regaron sus tierras con el agua de esta presa. Lo hacían mediante un acuerdo con la familia propietaria, estableciendo un horario, y a cambio de mantener el acueducto en buenas condiciones. Un vecino de Eiriz recuerda con nitidez el calendario de riego “desde el domingo a las seis de la tarde, hasta martes a la misma hora, era todo para los de la Casa de Leira. Desde esa hora hasta las doce de la noche era para O Santo. De la medianoche del martes hasta miércoles al mediodía regaban los de Castaresa, Luego, hasta el sábado a las doce, repartíamos los vecinos de Eiriz y Paredes con derecho a riego. Y de sábado a las doce hasta el domingo a las seis de la tarde era para las fincas de Os Cotaredos”. Otra vecina recuerda como todas las casas de estos núcleos se juntaban una vez al año para limpiar la traída, una condición sine qua nom que la familia establecía. La mujer recuerda que “íbamos unas cincuenta personas, de Eiriz y Paredes, y trabajábamos todo el día, de la mañana a la noche”. Este año, los encargados de sanear la zona fueron menos de una decena.

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